El Correo de Burgos

Los viejos oficios vuelven al río Arlanzón

La Asociación Cultural María Ángeles Sáiz retoma después de la pandemia la recreación de los viejos oficios en la orilla del río Arlanzón / Una propuesta que busca recrear los
actividades como varear la lana o  lavar la ropa en el río.

El grupo rha vuelto a recuperar su propuesta que no se hacía desde la pandemia.

El grupo ha vuelto a recuperar su propuesta que no se hacía desde la pandemia.OSCAR CORCUERA

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Hoy en día abrir el frigorífico, poner el lavavajillas, planchar o lavar son tareas que nos pueden parecer pesadas. Pero mucho más lo eran en la época en la que no se podía dar a un botón para que hiciera el trabajo. Una época no tan lejana, si tenemos en cuenta que las primeras lavadoras automáticas fueron una realidad en 1938, aunque hasta 1950 no fue  un electrodoméstico  presente en la mayor parte de los hogares. 

Antes de eso había que lavar a mano y en muchos casos en el lavadero o en el río. Una tarea pesada  y muy dura que la llegada de la modernidad fue dejando atrás. Desde el  2002 la Asociación Cultural y Recreativa María Ángeles Sáiz  recrear parte de esas labores en la orilla del río Arlanzón. Una propuesta que se dejó de realizar con la llegada de la pandemia y que este año vuelve de nuevo con la participación de 30 personas. 

Hay que cargar con la lana para llevarla hasta el río

Hay que cargar con la lana para llevarla hasta el ríoOSCAR CORCUERA

Desde la sede del grupo en la Llana de Adentro toman el camino, ataviados de blanco, con sombreros de paja y  ricos variados pañuelos. Cargados con los aperos necesarios, enfilan hasta el Arco de Santa María para recrear los viejos oficios.

 «Lo de lavar en el río es algo que la gente lo ha vivido. La gente de la ciudad, del centro, no solo los de los barrios» explica María Ángeles, que cuenta que la idea le surgió al ver   la fiesta del Esquileo que cada año celebra la  Sociedad Gastronómica Los Cucos  en la plaza de la Flora.  Lana de las ovejas que era la que antaño servía de base para los colchones. Su relleno.

Por ese motivo, sin dudar, les pidió parte de aquella lana para recrear en el río como nuestros abuelos, y bisabuelos limpiaban la lana cada verano.  El objetivo de la propuesta es enseñar, algunos de los trabajos ya perdidos, como lavar en el río, varear, cardar y escarmenar la lana.  Labores que  ya no se realizan y que son prácticamente desconocidas para los más jóvenes.  

Los sacos de arpillera llenos de lana se lavan en el río

Los sacos de arpillera llenos de lana se lavan en el ríoOSCAR CORCUERA

Hace años la actividad se enmarcaban en la zona más cercana al paseo del Espoloncillo, pero  la maleza han crecido tanto que impide llegar al agua. Se traía banquillas, tablas y jabón casero, además de la ropa que había que lavar. «Muchas veces nos han preguntado por las prendas. Todas antiguas. Calzones  y camisas del Hospital de la Concepción». Según María Ángeles, queda en algunas fotografías que muestran la colada en el Puente Malatos, en el Barrio de San Pedro de la Fuente. 

A lavar al río 

La propuesta de este día fue mostrar en qué consistía la limpieza del colchón. Se hacía una vez al año, generalmente en verano, para aprovechar el calor  del día para el secado. 

Lo primero era abrir la lona del colchón. Solía estar compuesto por una funda con rayas rojas o azules y blancas, o también con flores blancas. Una vez expuesto el interior, había que realizar un trabajo de selección de los vellones para desechar lo  gastado y sanear lo que se podía continuar usando. 

Esa lana tenía que ser lavada. Para ello se metía en sacos de arpillera atados a un cordel tendido de orilla a orilla. De esa manera, la corriente del río lo iba lavando.

Los niños disfrutan conociendo las viejas costumbres .

Los niños disfrutan conociendo las viejas costumbres .OSCAR CORCUERA

Había que  varear la lana. Un trabajo pesado y duro que se hacía en los  pueblos, en el patio o en el campillo, junto a la casa familiar, hasta bien entrados los años sesenta. Consiste en acomodar la lana, hacerla «más acogedores y más cómodas cuanto más vareada estuviera esa apreciada materia que los conformaba», según relata Fernando, uno de los miembros del grupo encargados portar la vara. Hay que dar con fuerte para «romper el vellocino de la oveja recién esquilada. Viene directo de la oveja, y hay que  prepararlo. Es un trabajo duro. El volumen de diez sacos de lana, mojados, pesan más que una tonelada. Por eso es importante dejarlo secar bien».

Las varas que se utilizaban eran de fresno y de avellano.  Cosme lo hizo de joven en las orillas del Arlanza en Covarrubias. «Siempre se hacía en junio. Se aprovechaba la lana de vellón después del esquileo para sanear, cambiar los nuevos y huecos. Era todo un día de trabajo», explica.

Una vez seco tenía que  volver a armar el colchón y  para poder utilizarlo. «Si no había colchón, tocaba dormir sobre el somier o  donde se pudiera. Era una labor que hacían las mujeres y los jóvenes porque los hombres estaban en la cosecha. Si no, se echaba una mano. Porque es un trabajo duro».

Una propuesta bonita que suele llamar la atención a los viandantes que suelen bajar a preguntar a los miembros del grupo qué están haciendo «sobre todo es importante para los pequeños, a los niños. Nunca lo han visto. Han niños que nunca han visto el pelo de la oveja. Solo las han visto en la televisión», explica con una sonrisa Cosme. 

Varear la lana es un trabajo duro.

Varear la lana es un trabajo duro.OSCAR CORCUERA

Y es que entre el grupo de recreación, los pequeños  disfrutaron especialmente con la experiencia. Lo que más les gustó fue «meterme en el río» y lo que menos «oler la lana, que huele a animal». 

La jornada se completa con  otras labores, Olga aclaró un punto importante. Es  necesario «escarmenar los vellones, cardarlos, separar para que queden mullidos».  Una propuesta que suele gustar mucho por su vistosidad y  en la que algunos espectadores decidieron bajar para tomar la vara y saber lo que se siente dominar la lana. «Completamos la jornada de hoy con algunos juegos tradicionales como el aro, y también hemos traído nuestros botijos con agua fresca y un pequeño almuerzo».

La recreación contó con la presencia de Andrea Ballesteros y Carolina Álvarez, que agradecieron el trabajo del grupo para que este tipo de tradiciones permanezcan. «Es bonito recordar de dónde venimos y cómo a lo largo de la historia se hacía. Y la dureza de los trabajos. Pero lavar con el frío». 

Un atractivo que se suma a las propuestas de la capital, posiblemente sea Burgos la única de la región que conserve este tipo de recreación desde hace más de dos décadas. «Es un atractivo. El ayuntamiento lo puede potenciar, pero es necesario que el trabajo del grupo de Recreación de María Ángeles Sáiz para potenciar las tradiciones».

 

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