El Correo de Burgos

ATA'24

Los fósiles milimétricos de Atapuerca. Cuando lo minúsculo es la clave

En el Lavadero del Río Arlanzón se recrea, cuadrícula a cuadrícula, cada uno de los yacimientos que se excavan en Atapuerca. El objetivo es obtener la microfauna que ofrece información de época y clima que envuelven al fósil

Línea de lavado a donde bombean el agua del río arlanzón para lavar el sedimento dispuesto sobre mallas de diferente grosor.

Línea de lavado a donde bombean el agua del río arlanzón para lavar el sedimento dispuesto sobre mallas de diferente grosor.OSCAR CORCUERA

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En cada campaña de excavación en los yacimientos de Atapuerca hay dos revisiones del terreno. La primera, in situ, donde se recuperan las piezas más espectaculares, se coordenan, se toman imágenes y se extraen una a una. Lo que no sirve cae al saco de sedimentos. No se ha acabado aquí la excavación Homo antecessor, los restos neandertales que han aparecido o los preneandertales de la Sima de los huesos no se conocerían tan bien sin la segunda excavación. Es el lavado de todas las bolsas de sedimento en el Lavadero del río Arlanzón .

¿Sabías que Mimomys sabini es crucial en la definición de Homo antecessor? Se trata de un roedor de la familia de las ratas de agua y los topillos que aparece hace 1,8 millones de años y se mantiene hasta hace 600.000 con cambios evolutivos muy marcados que definen épocas. Y es lo que se utiliza para marcar la bioestratigrafía, la edad de los yacimientos (datación) en función de los micromamíferos que aparecen en el sedimento.

Y eso es lo que rescatan cada día bajo chorros del agua de la estructura que los investigadores montan cada año a la orilla del río Arlanzón. Lavan, de media, una tonelada diaria con un sistema automatizado que garantiza la trazabilidad de todo lo obtenido.

«Aquí procesamos todo el sedimento que se extrae durante la excavación sistemática y ellos sacan todas las piezas grandes, la coordenan y el sedimento que lo envuelve lo guardan, con toda la información del cuadro, el nivel, la profundidad y nos lo traen», explica la coordinadora del Lavadero del río Arlanzón, Carmen Núñez.

En la orilla del río, bajo una carpa cubierta, se recrea una por una las cuadrículas de cada yacimiento. Se identifica cada cuadrado del nivel en el que se excava. Es como una excavación virtual y en cada cuadricula de cada nivel de cada yacimiento se deposita el saco de sedimento que corresponde. Es una nueva excavación. «Lavamos todo para extraer los restos de los pequeños vertebrados, tipo ratoncitos, musarañas, murciélagos, aves... y hacemos un último chequeo por si puede salir alguna piecita más de animales o alguna esquirla de otro animal más grande o dientes», explica Núñez.

Antes del lavado el sedimento se deposita en calderos a remojo. No abandona su etiqueta de identificación para garantizar la trazabilidad de los restos que se obtengan. Después se ponen bajo chorros de agua en bandejas con mallas de agujeros de diferente grosor. Después se dejan a secar y se preseleccionan.

«Cuando identificamos una pieza que no es de nuestros pequeños lo derivamos a los especialistas de macrofauna, nosotros en micro lo que tratamos es de identificar la especie que nos permite por un lado ofrecer una edad aproximada de los yacimientos, porque son especies con tramos de evolución muy rápidos y marcados, y también nos ayuda a reconstruir el clima en el que vivían estas especies», señala la investigadora de la Universidad del País Vasco.

Un ejemplo de los hallazgos la mandíbula de topillo que apareció en el proceso de cribado de los restos que se obtienen tras el lavado. Un trozo de tierra de marrón oscuro donde aparecen puntiagudos unos minúsculos dientes enganchados en toda la mandíbula. Un pequeño animal que aportará información sobre el nivel 7 de Sima del Elefante.

Flotación

En el río hay un numeroso grupo para lavar el sedimento, otro pequeño hace lo contrario. Saca hacia arriba los fósiles que les interesan. Se trata del sistema de flotación que «nos permite recuperar los restos más delicados como semillas, restos de comida, carbones que en el yacimiento pasan desapercibidos porque son muy pequeños», cuentan desde el equipo de Portalón donde se estudian los restos de los primeros agricultores de la meseta.

Ademas de semillas o trozos de carbón han aparecido cuentas de collar, industria hecha con hueso y variscita verde. Y otras cosas curiosas como restos de una quesera de la edad del bronce. Los pequeños tesoros que no se escapan en Atapuerca.

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