MERCADO NORTE
«Esto es un barco sin rumbo, estamos deseando cambiarnos ya»
Los concesionarios del Mercado Norte marcan el mes de octubre o noviembre para poder comenzar a trabajar en las nuevas instalaciones. Muchos todavía no han recibido el visto bueno del técnico municipal para comenzar los preparativos del cambio.
Lunes 15 de julio a las 12 de la mañana en el Mercado Norte de Burgos. En el día marcado por el bipartido para que los 25 concesionarios comenzaran a hacer el traslado a los nuevos puestos, no hay ningún movimiento de mudanza. «Aquí todo sigue igual, no hay nada nuevo, y mientras el mercado se va muriendo desde hace meses, la actividad cada vez es menor», cuenta Isabel, al frente del puesto Panadería Artesana. «Es un barco sin rumbo, da pena, estamos deseando cambiarnos ya».
En su caso, tiene el visto bueno al nuevo proyecto porque no necesita realizar demasiada obra. Un mostrador de madera, baldas y una máquina nueva par cortar el pan. Aun así, le calcula una inversión global de 3.000 euros. «Es muy triste ver el mercado así. Con las escaleras eléctricas rotas. Muchos de nuestros clientes tienen una edad y se está notando que ya ha bajado mucho la actividad», concluye.
La mayoría de los concesionarios sabían que la fecha era el 15 de julio, no se iba a cumplir los plazos, «ya habíamos hablado con ellos y se lo hemos trasladado al concejal, que era casi imposible que estuviera preparado. Porque todavía falta muchos que no tienen el visto bueno municipal para el permiso de obra», explica Isabel detrás del mostrador de Pollerías Barrio. «No puede estar una obra terminada cuando no se ha empezado».
A muchos les supone una inversión alta porque tienen que encargar nuevas cámaras. El espacio en el provisional es menor y lo tienen que cambiar todo. «Es un coste elevado. Pero pienso que se amortizará. Si han tardado lo que están tardando para hacer el provisional, imagínate lo que supondrá poner en marcha este lugar de nuevo». Isabel también está deseando dejar el antiguo puesto. «Vamos a ir a mejor estando todos juntos y a pie de calle».
Otro de los comerciantes detrás del mostrador de una carnicería asegura que «somos los primeros interesados en cambiarnos cuanto antes. Esto se está muriendo. Es una dejadez total desde hace años de parte de los políticos y me da igual como se llamen y de que color sean».
Otro de los comerciantes, señala que «ya me da igual cuando abran. Lo que queremos es que se decidan y dejen de marearnos. Va a ser positivo para todos, y vamos a estar mejor, porque el mercado cada vez está peor».
También hay comerciantes que no lo ven tan mal, es el caso de Carmen, que regenta una de las charcuterías de la primera planta del viejo edificio, «está todo bien. Lo estamos preparando todo. En nuestro caso ya está todo encargado y nos iremos cuando esté todo hecho y listo».
Otra de las concesionarias recuerda que fue en el año 1999 cuando se debería haber realizado el remodelado global del edificio y del espacio, para haberlo dotado de un aparcamiento directo que hubiera hecho más fácil las compras. En ese momento, desde el equipo del alcalde popular Valentín Niño, se optó por una remodelación parcial. Supuso trasladar las pescaderías y fruterías a la planta baja y dejar la parte de arriba para un supermercado que nunca se realizó.
25 años después el Mercado Norte necesita una remodelación integral. En el traslado se suma otro de los puntos que no gustan a muchos de los concesionarios del Mercado Norte. Los criterios de uniformidad estética impuestos desde el área técnica municipal en el mercado provisional. «A mí me obligan a pintar unas estanterías de rojo, y no puedo reutilizar lo que tengo», explica uno de los concesionarios. «No entiendo este gasto. Si yo alquilo una casa a una persona ¿También le voy a decir cómo tienen que vivir? Es que es un mercado provisional. No se entiendo ese empeño».
En el caso de este comerciante, su actividad no exigiría un traslado excesivo, pero sí le supone pérdida de tiempo y dinero. «No puedo desvestir a un santo para vestir a otro. Tengo que saber cuándo y con qué criterios se va a realizar». Apunta, además, a «otra situación que nadie ha previsto. Los fabricantes de las cámaras están haciendo frente a un número alto de pedidos. Por el coste y también por el almacenaje. ¿Dónde lo meten después de todo el retraso acumulado por parte del ayuntamiento?»
A media mañana se nota algo más de movimiento en los puestos. Teresa lleva todo su vida comprando en el mercado de abastos. Tiene ya sus puestos preferidos, pero confiesa que le da mucha pena ver todo tan vacío. «Yo vivo aquí cerca y no me cuesta venir, pero falta un aparcamiento. Si hubieran dado más facilidades, los jóvenes seguirían viniendo». Un caballero, algo mayor, lleva en la mano su bolsa con el pan, «como todos los días. Aunque me cuesta subir las escaleras que están rotas y eso ya no lo arreglan».
María y Luisa esperan a ser atendidas en la cola de la charcutería, ambas son clientas habituales. Coinciden en que «da pena ver esto así», cada vez más vacío y triste, con muchos puestos cerrados. En algunos las persianas bajadas acumulan ya una buena capa de polvo, signo de que el lugar se quedó sin actividad desde hace ya años.