Atascos en la AP-1: el gran reto de la DGT

Las infraestructuras en Burgos, como las cosas de palacio, van despacio. Tardó en liberalizarse la AP-1 y tardarán en ejecutarse proyectos de mejora, anunciados a bombo y platillo, como el tercer carril y los nuevos enlaces de Monasterio de Rodilla y Zuñeda. Mientras tanto, los atascos en esta vía son cada vez más frecuentes. Sobre todo cuando se produce un accidente de tráfico. 

No queda más remedio que adoptar medidas, prácticamente sobre la marcha, a expensas de que el Ministerio de Transportes se ponga las pilas (todo apunta que va para largo). Partiendo de esta base, la Dirección General de Tráfico (DGT) ha puesto en marcha este año un «plan especial» con el objetivo de reducir los atascos en la medida de sus posibilidades. 

El proyecto consiste, básicamente, en la aplicación de sistemas inteligentes de transporte (ITS). Lo que se busca, tal y como explica el jefe provincial de la DGT, Raúl Galán, es resolver cualquier tipo de incidencia viaria «en el menor tiempo posible». 

Paneles de mensaje variable, cámaras vigilancia, lectores de matrículas, mejora de las comunicaciones en caso de accidente... Aparte de coordinar cualquier actuación de la Guardia Civil de la manera más rápida y efectiva posible, también se pretende que «los usuarios que vayan a la zona de conflicto puedan utilizar un itinerario alternativo». En el caso de la AP-1, la ruta a seguir sería -casi con toda seguridad- la N-1. No en vano, Galán también es consciente de que, ante cualquier siniestro, se debe hacer todo lo posible para «dejar una vía libre» y 'liberar' a los vehículos que se encuentran atrapados en el atasco.