Exaltación de la hermandad en la Merindad de Río Ubierna
Los pueblos de este Ayuntamiento arropan a su patrona, la Virgen de Montesclaros, y presume de «historia e identidad» / El tradicional saludo de los pendones al estandarte anfitrión, el de Ubierna, abrió una cita festiva con paseo al sol incluido hasta la ermita que albergó la multitudinaria misa
A escasos metros de los restos del castillo de Ubierna, levantado como el de Burgos en 884 también por el conde Diego Rodríguez, el alcalde de la junta vecinal, Rubén Pérez, ejercía de anfitrión ante los vecinos llegados de toda la Merindad de Río Ubierna. Desde la plaza consagrada al noble con el que comenzó todo, el regidor proclamaba con emoción el gozo de albergar en su municipio la fiesta grande que une a todos los enclaves vecinos muy cerca de una fortaleza que vio nacer a todas las localidades del alfoz en cuestión. «Bajo la protección de estas murallas sus habitantes defendieron sus vidas de las incursiones musulmanas y de los ataques navarros. También desde allí se impartió justicia y se organizó el territorio», relataba ante un público orgulloso de sus orígenes compartidos.
La zona llegó a agrupar 80 localidades, pero «la expansión hacia el sur, las guerras y las pestes vaciaron muchas de ellas, de las que apenas ha quedado el nombre», recordaba. 22 perviven en la actualidad bajo el manto de la Merindad de Río Ubierna y, también, de la Virgen de Montesclaros, la patrona a la que cada mes de agosto honran en una celebración conjunta en la que presumen de legado: «Nuestro carácter, nuestras costumbres y nuestras instituciones se han forjado a golpe de espada, arado y cayado de pastor. Hoy, 1.140 años después volvemos a reunirnos sus descendientes para rememorar nuestra historia y nuestros destinos comunes y para reforzar nuestros lazos milenarios».
Daba paso la sentida intervención de Pérez, coronada por los vítores de los presentes, al tradicional saludo de los pendones al estandarte anfitrión. Uno a uno, sus portadores, inclinaban el pesado mástil y se cruzaban a izquierda y derecha con el de Ubierna, en un jolgorio de paños color grana con franjas doradas. Se plegaron, por orden y bajo la atenta mirada de la imagen de la Virgen de Montesclaros, las divisas de Castrillo de Rucios, Celadilla Sotobrín, Cernégula, Cobos junto a la Molina, Gredilla la Polera, Hontomín, La Molina de Ubierna, Lermilla, Masa, Mata, Peñahorada, Quintanarruz, Quintanilla Sobresierra, San Martín de Ubierna, Sotopalacios, Villalbilla Sobresierra, Villanueva Río Ubierna, Villaverde Peñahorada.
Un total de 19 enseñas se reunían, pues, para exaltar la fraternidad de una vasta demarcación comandada por José María del Olmo, alcalde de la Merindad de Río Ubierna, que subrayaba lo especial de una jornada cuyo tirón crece cada año. «Notamos que aumenta la gente que se acerca a celebrar esta fiesta», que definió como «una cita enriquecedora» y «un momento para la alegría y también para la solemnidad en honor a la patrona bajo cuya protección han vivido nuestros ancestros durante generaciones». «Es un día muy bonito para nosotros», concluía sonriente, tras aportar un dato como prueba del éxito del evento: hasta 600 personas compartirían poco después la comida de hermandad que remataba la agenda.
Bien se habían ganado el refrigerio los portadores de los mencionados pendones. Y es que en esta ocasión (la fiesta se celebra cada año en un pueblo distinto y hay ya ‘voluntarios’ para acoger las citas venideras) el recorrido hasta la ermita de Nuestra Señora de Montesclaros añadía emoción a su labor, pues obligaba a caminar un kilómetro bajo el sol, con cruce de la Nacional 623 incluido -sin riesgo gracias a la Guardia Civil- en la recta final. La estampa de las telas rojas ondeando entre campos recién cosechados bien valía el esfuerzo (y el paseo).
Sudaba solo de pensarlo momentos antes el abanderado de Quintanilla Sobresierra, José Jorge Ortega, concejal de su pueblo y veterano de tal misión, de la que se ha encargado casi todos los 27 años que se ha llevado a cabo. «Hoy va a ser duro, aunque tengo ayuda», comentaba. Mudaba eso sí el gesto preguntado por la respuesta de los vecinos a la jornada: «Cada vez hay más gente y eso significa que nos llevamos bien».
Menos acongojado parecía el joven representante de Mata, Roberto Gómez, portador de su emblema «dos o tres veces ya», aunque lleva trece sin perderse la fiesta. Sin miedo al trayecto, centraba su valoración en «la ilusión que supone llevar el estandarte de tu pueblo, eso es lo más bonito».
Caballeros hijosdalgo
Cargados de esa energía y arropados por autoridades religiosas y civiles, la banda de música de Poza de la Sal y decenas de vecinos del entorno todos los distintivos llegaban a la ermita. Allí, tras la eucaristía tenía lugar la presentación del libro La hermandad de caballeros hijosdalgo de Río Ubierna e infanzones de Vivar del Cid, a cargo de su autor Pedro López Ortega, integrante de un colectivo -cuyos miembros portaban ayer las oportunas capas- fundado en el año 1055. De su tradición bebe la fiesta grande que ayer, de nuevo, fue ejemplo de unidad.