El Correo de Burgos

Fractura en Belorado. Una de las exmonjas y el obispo brasileño dejan el convento

La negativa de las clarisas cismáticas a entrevistarse con los técnicos de Servicios Sociales de la Diputación para evaluar su situación permite entender que no sufren vulnerabilidad alguna, por lo que Iceta tendría vía libre para reclamar con éxito su desahucio del convento beliforano

A la izquierda, Laura García de Viedma sale de los juzgados de Burgos.

Sor Paz, a la derecha de la imagen, sale de los juzgados de Burgos junto a la exabadesa y a Sor Sión.

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AGENCIAS

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Se abre una brecha en la comunidad de exreligiosas de Belorado con el abandono de Teresa Roca (sor Paz) y del supuesto obispo brasileño Rodrigo Henrique Ribeiro Da Silva, que tras la marcha de los representantes de la Pía Unión de San Pablo Apóstol, Pablo de Rojas y José Ceacero, era el encargado de la asistencia religiosa de las mujeres que ocupan el convento.

Según publica la revista Vida Nueva, en una información recogida por Europa Press, "las desavenencias entre sor Paz, la exvicaria de la comunidad, y la exabadesa, sor Isabel de la Trinidad, estarían detrás de esta decisión". Al parecer, aunque la noticia ha trascendido ahora, Roca dejó el cenobio hace un mes.

Sor Paz era una de las mujeres más importantes del convento y antes del cisma era la número dos, después de la abadesa, y a quien le hubiera tocado, probablemente, la tarea de asumir el liderazgo tras el fin del ciclo de Sor Isabel o, ya como civil, Laura García de Viedma.

Roca fue una de las denunciantes, junto a Susana Mateo (sor Sión) y la propia García de Viedma, que acudió a los juzgados de Burgos para ratificar la demanda contra el arzobispo de Burgos, Mario Iceta, que las religiosas ya excomulgadas interpusieron con nocturnidad en una comisaría de Logroño.

Desde el Arzobispado de Burgos y desde la propia Comisión Pontificia, liderada a su vez por Iceta, se está a la espera de contactar con la clarisa cismática que ha abandonado el convento. Y es que, como ya indicó el prelado burgalés en varias ocasiones, la Iglesia "le tiende la mano para regresar a su lugar y restañar las posibles heridas".

Con la de Teresa Roca, el convento vive la segunda deserción, al margen de otras cinco religiosas clarisas de avanzada edad que no han sido excomulgadas por no posicionarse a favor de la rebelión liderada por García de Viedma. Primero fue sor Amparo, que, no conforme con la deriva de los acontecimientos, abandonó en las primeras horas tras declarar su separación de la Iglesia a través del manifiesto rubricado por la entonces abadesa.

Esta segunda salida llega, al parecer, por desavenencias en aspectos personales, doctrinales y de procedimiento con el resto de las cismáticas. A la marcha de la exreligiosa se une la del supuesto obispo brasileño Rodrigo Henrique Ribeiro da Silva, que una vez ha visto el panorama poco alentador y el futuro incierto de la comunidad a la que asesoraba, ha decidido abandonar.

Otras dos circunstancias se suman a estas salidas y dejan en clara desventaja a las exreligiosas. Por un lado, la imposibilidad, manifestada por el Ministerio del Interior, de convertir una congregación religiosa en asociación civil, lo que las ubica al margen de la ley y las imposibilita realizar gestión alguna como colectivo. Por otra parte, la negativa de la mayor parte de las exmonjas a pasar una entrevista con los asistentes sociales de Belorado para evaluar su situación de vulnerabilidad, que permite concluir a los técnicos responsables del informe en cuestión que de ninguna manera las exclarisas sufren vulnerabilidad. Así se lo han trasladado al Arzobispado.

Con este documento, Iceta puede poner de inmediato en marcha la maquinaria judicial para reclamar su desahucio de las dependencias beliforanas.

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