Un pequeño gesto que salva vidas
Con motivo del Día Internacional del Donante de Médula Ósea, dos pacientes y una donante comparten su experiencia con el fin de concienciar a la población sobre la importancia de este gesto que ayuda a salvar vidas
David es burgalés y Vanessa, vitoriana, pero en los últimos años ambos han recibido una donación de médula ósea de sus hermanos. Un pequeño gesto que en la mayoría de los casos es muy similar a la donación de sangre, y que a ambos les ha permitido estar hoy aquí para contar su historia, y dar testimonio de su importancia. El 21 de septiembre se celebra el Día Internacional del Donante de Médula Ósea y Sangre de Cordón Umbilical, una efeméride que nació para poner en valor a las personas donantes y concienciar sobre la importancia de la donación de médula.
Una práctica que las asociaciones de pacientes lamentan que todavía es desconocida y en parte temida por la población, debido a que desconocen el proceso y lo que verdaderamente implica. Tal y como señalan desde la Asociación de Donantes de Médula Ósea de Burgos (Admobu), cada año se diagnostican unos 3.000 casos de leucemia, 2.000 linfomas y un millar de mielomas, así como otras muchas enfermedades raras de la sangre que también requieren de trasplantes. El trasplante de médula ósea es por el momento la única forma de curar a muchos pacientes que padecen un cáncer de la sangre.
En diciembre de 2014 la vida de David Zamorano dio un giro de 180 grados cuando fue diagnosticado con un linfoma folicular, un cáncer del sistema linfático, que le obligó a seguir una línea de tratamiento con quimioterapia, que ayudó a remitir el linfoma. Sin embargo, dos años después volvió a aparecer, y en esta ocasión le hicieron un autotrasplante, de forma que el propio David donó su médula con éxito.
Las malas noticias volvieron en 2019 cuando el linfoma reapareció y esta vez transformado en un “linfoma agresivo de células grandes”. Fue entonces cuando se optó por un trasplante alogénico, por el cual el paciente recibe células madre sanas que provienen de un donante. La primera opción fue ver si su hermana Susana, dos años mayor que él, era compatible. Resultó que sí, y en junio de 2019 se llevó a cabo el trasplante.
La probabilidad de encontrar donantes compatibles dentro del propio ámbito familiar es bastante pequeña. Solo uno de cada cuatro pacientes encuentran un donante compatible entre su círculo familiar, aunque los hermanos son los mejores donantes para un paciente que necesita un trasplante de médula ósea. Aquellos que no encuentran donantes compatibles entre sus familiares deben acudir a los bancos de donantes anónimos.
Por ello, las asociaciones llevan años inmersas en una campaña de promoción de la donación de médula ósea, dado que, tal y como indica la presidenta de la Asociación de Donantes de Médula Ósea de Burgos (Admobu), Vanessa Pérez, el cáncer hematológico “tiene muchas variantes y por ello es uno de los más extensos y de los que más se diagnostican al año”.
Pese a que la compatibilidad entre ambos hermanos era alta, David heredó alguna secuela de la operación, sin embargo asegura que en su caso son “mínimas”, y no le impiden llevar una vida “relativamente normal”. “Estoy muy bien porque estoy vivo y estoy curado”, afirma.
Quien también recibió una donación de su hermano fue Vanessa Sadornil, nacida en Vitoria pero residente en Burgos desde hace varios años. Su diagnostico llegó en noviembre de 2020, con 41 años, cuando le hicieron pruebas por un ganglio en la zona del cuello, que dio como resultado un linfoma linfoblástico tipo T. “Cuando me lo detectaron tenía el 98 por ciento de la sangre infectada”, explica . Tras meses de tratamiento de quimioterapia en Burgos, los médicos optaron por un trasplante de médula, que llegó de su hermano Óscar, seis años mayor que ella.
Vanessa reconoce que la situación fue “dura” no solo por la enfermedad sino también por la época en la que le fue diagnosticada, en plena pandemia del covid. La donación llegó un 21 de julio de 2021, y tres años después afirma sentirse “bien y fuerte”, aunque continúa con tratamientos hormonales y aún se emociona recordando lo que ha supuesto para ella esta lucha. “Hoy tengo 44 años y sigo aquí luchando, todos los días”, afirma con orgullo.
Donante de sangre y de órganos, debido a la enfermedad no puede seguir haciéndolo, pero Vanessa Sadornil afirma que esto no le frena a la hora de animar a todas las personas que tiene a su lado para que sean donantes de médula ósea. “Se necesita mucho, cada vez hay más gente que padecemos estas enfermedades”, lamenta.
Dejar atrás el miedo
Pese a que existe miedo entre la población, cada vez hay más personas que se animan a donar, o al menos a apuntarse al registro de donantes por si un día pueden ayudar a alguien en cualquier punto del país. Es el caso de Norma Rodríguez, que tras buscar información decidió apuntarse a través de la Fundación Josep Carreras contra la Leucemia. “No le di muchas vueltas, es algo que no me costaba nada y lo hice”, señala.
Al año y pico recibió una llamada para decirle que era posible que fuese compatible con un paciente anónimo. Tras informarle de su compatibilidad, finalmente en agosto de 2021, con 28 años, Rodríguez donó médula ósea, y hoy, con 31 continúa animando a todos a llevar a cabo esta sencilla acción. “Está al alcance de todos y las molestias que te puede provocar no son nada comparado con el bien que puedes hacer”, afirma.
El término “trasplante de médula ósea” induce a error, dado que no se trata de un trasplante al uso, como puede ser el caso de un trasplante de riñón, sino que se trata de la sangre, y en concreto de las células madre de la sangre. Asimismo, desde las asociaciones recuerdan que la médula ósea no es la médula espinal ni tiene que ver con la columna vertebral o el sistema nervioso.
“Todavía sigue habiendo miedo de que te vayan a pinchar en la columna vertebral”, indica la presidenta de Adombu. La médula ósea es el tuétano de los huesos, y es allí donde se generan las células sanguíneas. “Al final es una transfusión de progenitores hematopoyéticos, unas células que se encuentran en la sangre, en el interior de los huesos”, indica.
“Cuando se va a hacer una donación para un trasplante de médula, se sacan esas células que están en el centro del hueso a la sangre periférica”, continúa Pérez, que indica que esto se hace con unas inyecciones que ayudan a que se produzcan muchas células dentro del hueso y al llenar el hueso, se expulsan a la sangre periférica. Ahí es donde se hace la extracción de células madre, lo que luego se va a trasplantar al paciente, a través de una transfusión.
Según el Registro de donantes de médula ósea, en 2023 en España hubo un total de 23.686 nuevos donantes, de los cuales 1.062 corresponden a Castilla y León y 126 a la provincia de Burgos. Desde hace algunos años, la Organización Nacional de Trasplantes (ONT), junto a la Fundación Josep Carreras contra la Leucemia y asociaciones de pacientes por todo el país se propusieron alcanzar la cifra de 500.000 donantes de médula ósea en España. A 31 de diciembre de 2023 este dígito es de 484.175 donantes. “Se está muy cerca del objetivo”, celebra la presidenta de Admobu.