Cuzcurrita de Juarros. Un diamante por pulir y el mejor ambiente para generar arte

Hay paisajes que son un flechazo, que enamoran a primera vista. Los de la comarca de Juarros, sin duda, lo consiguen. En cualquier época del año, a cualquier hora del día. Sobran los motivos, más allá del plano estrictamente natural, para dejarse caer por esta bella e injustamente desconocida zona burgalesa. Porque hay diamantes en bruto, que ojalá se sigan puliendo, como Cuzcurrita de Juarros. Un pequeño pueblo -a duras penas alcanza una treintena de residentes- donde el visitante se siente como en casa y con mucho arte flotando en el ambiente.

Lo del arte no es una frase hecha. La reapertura de la cantina este verano por parte de Gustavo Wallace, cámara y realizador audiovisual argentino, ha supuesto un importante revulsivo para la localidad. La música, más que sonar, se siente. Cuando eso sucede, la creatividad tiende a dispararse y cualquiera está invitado a dejarse llevar por las musas. De lo que se trata, buen rollo mediante, es de consolidar un espacio abierto, ameno y transversal para el intercambio de conocimiento cultural.

La mecha de la improvisación prende en Cuzcurrita. Sus caminos conectan con pueblos hermanos como Espinosa, Mozoncillo o San Millán -los tres de Juarros- y el abanico de posibilidades desde un punto de vista turístico es inmenso. No obstante, resulta sumamente recomendable observar de cerca el patrimonio presente de puertas hacia dentro. La estética de las viviendas, netamente castellana, brinda ese remanso de paz y tranquilidad que tan necesario resulta en los tiempos que corren. También, como no podía ser de otra manera, Cuzcurrita cuenta con su propia iglesia.

San Román, mártir cristiano asesinado en Antioquía en el año 330 después de Cristo, da nombre a una pequeña pero impresionante parroquia de planta de cruz que brilla con luz propia dentro del casco urbano. Construido en el siglo XVIII, el templo da la bienvenida a sus visitantes bajo un arco de medio punto que encaja como un guante con la estructura clásica del edificio. Una vez dentro, el retablo mayor y su acabado churrigueresco dan fe de la pasión, tanto arquitectónica como espiritual, que envuelve toda la estancia. Del mismo modo, cabe destacar el segundo retablo, que muestra a la Virgen María con el niño Jesús, conviviendo con otras joyas como el sagrario renacentista o la pila bautismal.

Como todo pueblo castellano que se precie, Cuzcurrita mantiene vivas sus tradiciones. Y lo hace con tres fechas marcadas en el calendario. La primera, el 9 de mayo en honor a San Gregorio, se celebra junto a los vecinos de Mozoncillo, Espinosa y San Millán con el objetivo de sacar en romería a la Virgen del Cerro desde la ermita hasta la iglesia de Cueva de Juarros. Ya en julio, concretamente el día 16, se procesiona a la Virgen del Carmen y, a continuación, tiene lugar la clásica y esperada comida de hermandad. Finalmente, las fiestas patronales en honor a San Román se llevan a cabo, con frío pero ganas de pasarlo en grande, a mediados de noviembre.

Más allá de Cuzcurrita, con su inseparable río Cueva por los siglos de los siglos, el entorno de Juarros brinda un sinfín de alicientes para alargar la estancia. A escasos diez kilómetros, los yacimientos de la Sierra de Atapuerca. De camino, parada en Ibeas para degustar su impresionante olla podrida. Por si fuera poco, existen otros atractivos como el sendero minero de San Adrián o Paleolítico Vivo. Y el Camino de Santiago, por supuesto.

Decíamos al principio que la zona es un diamante en bruto. Para pulirlo, nada mejor que promocionarlo en condiciones. Y en eso están Gustavo Wallace y el Grupo de Acción Local de la Sierra de la Demanda (Agalsa). Su objetivo, como ya adelantó el propio Wallace a este periódico, no es otro que «generar contenido documental» de todo el territorio para potenciar el turismo.