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La villa milenaria orgullosa de su pasado

Dos iglesias, de estilo gótico y herreriano, y un puente medieval muestran la importancia estratégica de este emplazamiento en la Reconquista que ya fue detectada por los romanos

La iglesia de Nuestra Señora de la Asunción y el puente medieval de Villasandino.TIMIOTATONGENOS

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Burgos

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Villasandino empezó a sembrar su perfil actual en el medievo. Un conjunto histórico que ya es Bien de Interés Cultural y un orgullo para sus 177 vecinos censados. Lugar estratégico durante la Reconquista y cuna de nombres ilustres que llegaron hasta el Japón del siglo XVII, tuvo un pasado antes de ser Villa Sendino.

La localidad, a 38 kilómetros de la capital, está enmarcada en la comarca de Odra Pisuerga, y nace en el cruce del Odra y el Brulles sobre el que se levanta un impresionante puente medieval que da cuenta de su importancia en el medievo. Su ubicación estratégica también fue identificada por los romanos. Cerca pasaba la conocida Vía Aquitania que conectaba Burdeos con Astorga construida en el 118 a C. De ese pasado romano se han localizado asentamientos en Marramuz, en la ladera de Cuesta del Castillo. Después llegaron hordas visigodas. Era un núcleo urbano estable hasta la invasión musulmana que en el siglo VIII arrasó con todo pueblo de la meseta que se encontraba en territorio conquistado.

Cuando las tropas cristianas iniciaron la Reconquista llegó el momento de consolidar la recuperación de tierras con el asentamiento de población. Empieza la historia escrita de la Villa Sendino. Dorotti Sedino fundó este núcleo de población en el año 872. Y desde entonces se convirtió en un poblado amurallado y protegido. Hasta tal punto que durante su esplendor medieval el único acceso al núcleo urbano, declarado Bien de Interés Cultural en la categoría de Conjunto Histórico en 2021, era a través del majestuoso puente medieval y única puerta de entrada en un pueblo amurallado.

De esa muralla defensiva a penas la portada románica, a los pies del puente, se conserva en pie. El resto ha desaparecido pero no el entramado urbano que le ha valido el reconocimiento de la Junta de Castilla y León.

El obispo Mauricio, además de poner la primera piedra de la Catedral de Burgos, se encargó de mejorar el paso por el río Odra hacia Villasandino a través de su bello puente. Una construcción con forma alomada y diez arcos que se alarga durante 70 metros para salvar el paso del río.

Tras la influencia del Obispo Mauricio, la villa pasó a ser potestad de otros nobles como el Duque de Lerma en 1615 o los Condes del Infantado después. Este poblado agrícola, de grandes extensiones de cereal, cuenta con dos iglesias de gran porte y dos estilos diferentes. En el entramado antiguo se ubica la Iglesia de la Asunción. Una construcción de 45 metros de altura y estilo herreriano que arrancó en el siglo XVI. Obra de Rodrigo Gil de Hontañón se remató después con una cúpula en la torre. En el interior sorprende un altar mayor barroco de grandes dimensiones, la forma de expresar entonces la riqueza de un pueblo. Cuenta también con obras góticas y tres naves de salón.

En torno al primitivo Camino de Santiago que roza la localidad, surge otro barrio. El de Barriuso. Esta zona cuenta con su propia iglesia conocida como de la Natividad o del Carmen. De su aire gótico a penas queda la torre, el ábside y algunas bóvedas nervadas en el interior del templo que se reforma en el siglo XVI.

Además de historia, patrimonio y cereal también hay rutas para disfrutar de la naturaleza de esta zona del valle del Odra. Entre todas ellas destaca la ruta de las lagunas de Villasandino de fácil ejecución y apta para toda la familia donde podrán observar al ánade real, la focha común y el aguilucho lagunero. También sobrevuelan la cogujada, el aguilucho cenizo o el cernícalo.

Los 177 vecinos de Villasandino protegen y defienden con orgullo el patrimonio milenario que dio grandes nombres. Están vinculados a la villa el jesuita y teólogo Juan Osorio, el religioso viajero Juan Rueda de los Ángeles que conoció el Japón del siglo XVI y llegó a dominar el japonés, Luis Osorio que fue un gran benefactor de la villa. Villasandino también fue el hogar de un beato. El monje trapense Rafael Arnáiz Barón es considerado uno de los grandes místicos del siglo XXI y fue canonizado en 2009. En la casa familiar de Villasandino un busto recuerda sus raíces con la villa burgalesa.