Trabajo, salud mental y «asignaturas pendientes» frente al «estigma social»
El área de Empleo de Prosame Burgos atiende cada año a unas 200 personas con distintos tipos de perfiles. «Todos podemos desarrollar algún tipo de malestar psíquico o emocional»
A Sara Basurto y David Gómez les tocó quedarse en la oficina. Hubiesen asistido encantados, junto a muchos de sus compañeros de Prosame Burgos, a la celebración del Día Mundial de la Salud Mental en Soria. La entidad fletó un autobús para que trabajadores y usuarios participasen en el multitudinario evento organizado por la Federación de Castilla y León, pero la actividad nunca cesa en el área de Empleo. Aun así, fueron plenamente partícipes desde la distancia del eslogan escogido este año: Trabajo y salud mental, un vínculo fundamental.
«Todos somos vulnerables y en un momento dado podemos desarrollar algún tipo de malestar psíquico o emocional», reflexiona Gómez a sabiendas de que «los problemas de salud mental forman parte de nuestra realidad, de lo que significa ser humano». Partiendo de esta base, la «normalidad» es clave para «afrontar este tipo de situaciones». Sobre todo en un contexto como el actual, donde priman cada vez más los empleos con «una excesiva carga de trabajo, exigencias por encima de lo razonable, bajos salarios y dificultades para conciliar con la vida familiar o personal».
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Los técnicos de Empleo de Prosame atienden, de media, a unas 200 personas cada año. El «acompañamiento», tal y como remarca Basurto, es fundamental para que los usuarios adquieran «seguridad» en sí mismos. O al menos un «simple refuerzo», que requiere de una «gestión emocional» previa, porque «el primer día de trabajo llegas con miedo». Lo mismo da el perfil, heterogéneo a más no poder. Cierto es que muchos de las personas que acuden a la oficina poseen un nivel formativo bajo. Sin embargo, también se asesora a titulados universitarios que, dadas sus circunstancias, se reciclan en empleos por debajo de su cualificación.
El principal escollo a la hora de encontrar empleo en este tipo de contextos es el «estigma social». Aunque cada vez se hable más abiertamente del tema, todo lo que gira al concepto de salud mental «cierra muchas puertas a personas con múltiples capacidades para desarrollar cualquier trabajo de manera normalizada». Bajo esa perspectiva, Basurto sentencia que «esa imagen que tenemos tan negativa no es real» y, además, tampoco se corresponde a un «patrón específico». Desterrar esos prejuicios sigue siendo, sin duda, una de las principales «asignaturas pendientes».
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Afortunadamente, ni siquiera los estereotipos negativos frenan la evolución de un departamento que, en lo que va de año, ha gestionado 74 contratos. Por lo general, la tasa de inserción laboral es bastante alta. El problema, con o sin problemas de salud mental, reside en que hay ciertos sectores de la población que lo tienen mucho más complicado que el resto. Hablamos, básicamente, de mujeres, migrantes y personas mayores de 50 años.
«Tenemos un nivel de autoexigencia alto, por lo que todo es mejorable», asegura Gómez mientras reconoce que «nunca tenemos un ‘no’ por respuesta» por parte de las empresas. Otra cosa es que luego traten al trabajador como es debido, hay de todo. Para explicar un ejemplo de buenas prácticas, he aquí el reciente «caso práctico» de una mujer que llevaba toda la vida en el mismo puesto hasta que tuvo que acudir al médico. Tal era su grado de ansiedad que le dieron una incapacidad temporal. Pensó que no podría recuperarse, pero hoy está «encantadísima» en otra compañía del mismo sector. El cambio, después de ser atendida en la oficina de Prosame, le ha permitido recuperar su «autoestima» y su «propia identidad social como trabajadora».
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«El empleo puede ser un factor de protección de la salud mental que tiene un efecto terapéutico y redunda positivamente en los procesos de recuperación», apunta Gómez dejando claro, eso sí, que las condiciones laborales han de ser adecuadas. También importa, y mucho, el «clima de convivencia». Para afianzarlo, lo ideal es que las empresas mantengan un «feedback» tanto con Prosame como con el propio empleado para «anticipar situaciones». Aparte, resulta recomendable garantizar procesos de «adaptación». Por ejemplo, a través de una mayor «flexibilidad en el horario o adecuando el puesto de tal manera que se puedan alcanzar las cotas de productividad».
«Encantados» de ayudar a quien lo necesite, Basurto y Gómez recuerdan que no es necesario ser usuario de Prosame para acceder al área de Empleo. Basta con pedir cita previa y contar con un certificado de discapacidad. A partir de ahí, las puertas de la entidad están abiertas.