«El cáncer de mama metastásico no se cura, pero queremos vivir»
La delegación burgalesa de la AECMM expone sus demandas en la Plaza Mayor mientras recauda fondos a favor de la investigación
Visibilidad, igualdad de oportunidades y más fondos para investigación. No son las únicas, pero sí las principales demandas de todas las mujeres con cáncer de mama metastásico. Una enfermedad incurable, por desgracia, pero no por ello sinónimo de muerte inminente. Con los tratamientos adecuados, se puede mejorar la calidad de vida de las pacientes. Y este viernes, en Burgos, varias de ellas se plantaron de nuevo en la Plaza Mayor para dar a conocer una realidad que sigue pasando demasiado desapercibida.
A las puertas del Día Mundial del Cáncer de Mama Metastásico, que se celebra el domingo 13 de octubre, Aída Fernández acudió a la cita dos horas antes de que la fachada del Ayuntamiento se iluminase por la causa. Con huchas y merchandising de la Asociación Española Asociación Española de Cáncer de Mama Metastásico (AECMM), tanto ella como sus compañeras apelaron a la solidaridad de los burgaleses. Y sobran los motivos. Porque «nuestra enfermedad no se cura, pero queremos vivir».
Calidad de vida y no supervivencia. Más claro agua. Resulta indispensable invertir para «encontrar nuevos tratamientos y medicamentos». Y también, cómo no, «igualdad de oportunidades independientemente de la comunidad en la que residas». El tiempo es oro, bien lo sabe Aída. Por eso, desde AECMM también se insiste en la necesaria «reducción de los plazos para la aprobación de medicamentos». Lo que no es de recibo, pero ocurre a día de hoy, es que la legislación contemple un paréntesis de 180 días y se tarde 700. «520 días de retraso. Casi dos años», lamenta, que pueden ser cruciales.
Mención aparte merece lo que, a nivel personal, le ha tocado afrontar en el Hospital Universitario de Burgos (HUBU). El próximo mes de noviembre tiene revisión y tan solo ha de llevar unas analíticas. Sin embargo, mucho se teme que vuelva a ocurrir lo que ya denunció en redes sociales y en las páginas de este periódico: la imperiosa necesidad de protestar cada vez que tiene cita con su oncólogo para que le adelanten el TAC. De lo contrario, su vida corre serio riesgo porque urge comprobar si el tratamiento al que se está sometiendo continúa siendo efectivo.
Firme defensora de la sanidad pública, considera que la gestión del HUBU es «nefasta» pese a contar con «instalaciones y máquinas muy buenas». Por no hablar del personal sanitario, que a su juicio es «muy profesional». El problema, por desgracia, reside en que «tienen unas condiciones laborales peores que en otras comunidades y al final lo pagamos los enfermos».
Más allá de las legítimas reivindicaciones de la asociación, tejer redes de apoyo también ayuda a sobrellevar el cáncer de mama metastático. No en vano, Aída es consciente de que «cada persona lo enfrenta de una forma muy diferente». Su consejo, en cualquier caso, es que las pacientes «sepan dónde agarrarse y que se agarren fuerte». Ella, no se cansará de repetirlo, tiene la suerte de contar con «una pareja y una familia buenísima». Y aunque la lucha sea dura y a veces cueste no tirar la toalla, trata de recomponerse haciendo todo aquello que le hace feliz: «leer, escribir, mantenerme activa, hacer natación, dar paseos con mi perro...».
Siempre dispuesta como voluntaria para cualquier actividad en nombre de AECMM, esta resiliente burgalesa anima a todas aquellas mujeres con cáncer de mama metastásico a hacerse socias de la entidad. Apenas cuesta 20 euros al mes y cada aportación suma. Tanto las de ellas como las de cualquier persona que se para frente a a ese pequeño stand con huchas para colaborar con lo que puede.