¿Qué tienen en común la Saboya italiana y Atapuerca?
Hay un ser vivo que se puede ver en marzo y que alcanza una tonalidad blanca. Es una especie protegida que nace en la sierra de Atapuerca, en la sierra de Cameros (La Rioja), en Soria y la Saboya italiana. Es una de las curiosidades de 'Sierra de Atapuerca. Una mirada botánica'
Durante cuatro años el equipo compuesto por el Jefe del Servicio Territorial de Medio Ambiente de la Junta de Castilla y León, Javier María García, el director de las Aulas de Medio Ambiente, Miguel Ángel Pinto, y el codirector de los yacimientos de la Sierra de Atapuerca, Eudald Carbonell, se han pateado la sierra de Atapuerca rastreando a sus pequeños moradores. Las pequeñas flores silvestres que demuestran la gran riqueza botánica de este punto neurálgico de la evolución humana.
Después de este análisis, los tres científicos han constatado que en apenas 2.000 hectáreas de superficie, la sierra de Atapuerca atesora más de 600 especies de pequeñas flores de múltiples colores y diversidad. Es una de cada cuatro especies que crecen en toda la provincia de Burgos.
«Conocemos la vida en la sierra desde hace 1,4 millones de años, la de la de los humanos, pero ahora hemos revisado la botánica que les acompañó porque, seguramente, muchas de estas plantas ya existían en el Pleistoceno», señaló el codirector de las excavaciones, Eudald Carbonell.
Para quien se conoce palmo a palmo la montaña mágica de Atapuerca, esta revisión de los pequeños seres que empiezan a florecer en marzo y se mantienen hasta el invierno, «ha sido un redescubrimiento de la sierra». En el ámbito técnico se ha realizado una prospección concienzuda para localizar más de 600 especies. 300 de ellas ahora forman parte de un libro recopilatorio, Sierra de Atapuerca. Una mirada botánica, editado por Fundación Caja de Burgos y que se presentará el próximo 28 de noviembre en Cultural Cordón. Y las piezas más destacables o llamativas se integran en la exposición del mismo nombre formada por 24 paneles donde se muestran las piezas más interesantes de este catálogo florístico de la metrópoli de la prehistoria europea.
«La sierra de Atapuerca es un territorio humilde y modesto en apariencia, quien la ve puede pensar que es un desmonte de obra pública si no se conoce la enorme labor investigadora que se realiza en los últimos años, con su botánica pasa un poco lo mismo», señaló Javier María García. Por eso las imágenes de las piezas más importantes, repartidas en 24 paneles desplegados por las instalaciones del Aula de Medio Ambiente Caja de Burgos de Gamonal, las imágenes están aumentadas en 100 veces. Y es que «cuando uno pasea por la sierra uno ve los quejigos, los caminos, las fuentes... no ve una diminuta planta de dos centímetros que son plantas modestas, sobrias pero con la belleza serena que caracteriza a la sierra», explica uno de los autores del recopilatorio botánico de Atapuerca.
De la Saboya italiana a la sierra de Atapuerca
Entre las piezas más singulares un ejemplar protegido. La más madrugadora en la sierra puesto que florece en marzo. Se trata de la Janopsidium saviamun una flor blanca, pequeña, que sólo florece en algunos puntos de Atapuerca, bajo encinas parameras que simulan un paisaje nevado. Se trata de un ejemplar que solo está en Atapuerca, en la sierra de Cameros (La Rioja), un pequeño rodal en Soria y en la Saboya italiana. No crece en ningún otro lugar del mundo. Una flor que se asocia a «los movimientos trashumantes de ganado, porque cuando las ovejas pasan su semilla por el tracto digestivo, consigue que germine, esas cabañas ganaderas que iban por zonas calizas, feas, rocosas, es donde se genera esta alfombra blanca», señaló el responsable provincial de Medio Ambiente.
Destaca también el Espárrago borde (Monotropa hypopitys) de apenas dos centímetros sin flor ni color verde. «Tiene escamas en vez de hoja, no tiene clorofila ni fotosintetiza y se nutre de la materia orgánica de los bosques mejor conservada de la sierra por lo que es un bioindicador de la salud del suelo», añade García. Y un cardo en flor, imagen de portada, como ejemplo de planta fea que «unos pocos días al año ofrece unas flores bellísimas que es un poco como la sierra: sobria, oculta pero bella cuanto más te acercas».
Estas rarezas son algunos de los 600 ejemplares identificados de las que tampoco hay muchas protegidas. «Este es un territorio transicional entre la España verde y las España seca, un territorio de transito de civilizaciones, ejércitos, plantas... y las plantas han hecho ese tránsito pero no han encontrado condiciones especiales para acantonarse especiándose aquí y son muy pocas las originales que solo se encuentran en Burgos», puntualizó.