"Todos los locales comerciales de planta baja están reventados"
El burgalés Jorge Rico partía el lunes a Valencia con la furgoneta de su empresa de reformas cargada con material propio y donado para ayudar a los afectados por la DANA. Durante tres días recorría distintas localidades haciendo arreglos varios: "Las necesidades básicas ya están cubiertas. Ahora tienen que responder los seguros y los políticos"
Jorge Rico supo desde el primer momento que tenía que viajar a Valencia. Tenía la certeza de que allí sus conocimientos profesionales podían ser de utilidad tras el desolador panorama causado por la DANA. No dudó en embarcar a todos sus conocidos en tan solidaria aventura y trasladó la intención en sus múltiples grupos de WhatsApp, por si alguien quería colaborar. Las donaciones llegaron -incluida la de la Asociación de Pintores de Burgos y la de Hontoria del Pinar- y con ellas y material propio cargó la furgoneta de su empresa de construcciones y reformas hasta la bandera. Contactó con Josema, de TransRegumiel, que a su vez le conectó con Gerardo, afincado Paiporta, como enlace en la zona, y con Aspanias, en pleno proceso de recogida de ayuda, para completar el 'porte' -que incluía "escobas, palas, cuezos, haraganes, agua, productos de limpieza, generadores, ropa, pañales y geles, además de mis herramientas"- y se puso en marcha.
Llegó el lunes a la zona cero y la impresión por el duelo colectivo en memoria de los cientos de "vidas perdidas y familias rotas", que son el "principal y verdadero drama", daba paso a la sorpresa. Alucinó con la situación, con el barro, con las esperas eternas para desplazarse, los pinchazos reiterados de las ruedas (de los que no se libró) por culpa de los hierros y cristales que saltan de coches convertidos en un amasijo al ser retirados, con la generosidad de los jóvenes "de entre 13 y 25 años" que desde primera hora de la mañana peregrinaban a pie a los pueblos para ayudar en lo que fuera y con el gravísimo problema que -más allá de la desgracia humana irreparable, vaya por delante- al que ahora se enfrenta la zona: "Todos, absolutamente todos los locales comerciales están reventados", lamentaba, empático, para poner el foco en los políticos y los seguros, que a su juicio son "los que tienen que responder ahora" para ofrecer un mínimo futuro a quienes han perdido su negocio. "No hay persianas metálicas en todo el país para sustituir las que han quedado destrozadas", añade, como medida de la magnitud del desastre material.
Ya de vuelta en Burgos, Jorge asegura que "las necesidades básicas están cubiertas" y los almacenes provisionales en los que se depositan las aportaciones llegadas de toda España, desbordados. A ello ha contribuido durante su visita, tirando de oficio. De sus trabajos daba cuenta vía mensaje a quienes depositaron en él sus donaciones, a los que no se cansa de agradecer la confianza.
"Todo el material era muy necesario, así que hemos acertado en lo que hemos aportado", les relataba. Fotografías de los avisos que atendía en Sedaví, La Torre, Benetússer, Alfafar y Castellar acompañaban sus palabras y daban fe del estropicio que con su saber ha tratado de mitigar, dando luz y agua a portales y puestos de la Guardia Civil y Policía Local. "He tratado de dar servicio a toda la gente que lo necesitaba", asegura, al tiempo que muestra cómo le llegaban las alertas: una dirección, un nombre y un contacto. Y allá que iba.
"En muchas ocasiones tardaba diez minutos en despachar la avería y dos horas en desplazarme hasta el siguiente punto, si me dejaban, porque a veces te cortaban el paso y tenías que hacer un par de llamadas para demostrar que debías acceder sí o sí", comenta ya en Burgos, resignado, para subrayar la mejora progresiva de la coordinación que ha observado en su corta estancia.
"El primer día era un desbarajuste, pero tiene lógica. Es mucho material el que hay que movilizar y muchos vehículos que quieren llegar y muchas veces ni caben. Poco a poco ha ido organizándose mejor y ahora se están haciendo las cosas bastante bien. Siempre habrá quejas si solventas una cosa antes que otra, porque todas urgen, pero todos los efectivos desplazados ahora mismo allí, trabajando, lo están haciendo de puta madre. Van a fuego", explica.
Por su parte, regresa con nuevos nombres en la memoria (Alberto, Saúl, Joan...), la alegría de haber transformado en hechos la ganas de ayudar de muchos amigos, la satisfacción de haber aportado su granito de arena y de ver como la solidaridad aflora en la desgracia y la paz que otorga comprobar que, a su marcha, todos los afectados están abastecidos. "Yo me he vuelto tranquilo en ese sentido", concluye, sin olvidar, por supuesto, el dolor que ha respirado estos días en los que, además del barro, el luto impregnaba cada rincón.