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La última visita al viejo Mercado Norte

Aunque el viernes era el último día, el Ayuntamiento permitirá que los comerciantes accedan este lunes para recoger sus enseres a pesar de que «se supone que lo van a demoler en enero»

Estado del Mercado Norte casi un mes después de su cierre.ECB

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Burgos

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Cerró sus puertas al público el pasado mes de octubre. No para los comerciantes, que han seguido volviendo cada vez que podían para recoger enseres y mobiliario. El Mercado Norte de Burgos se demolerá en enero. Quién sabe si más tarde porque los plazos en política nunca son una ciencia exacta y lo mismo da que se anuncie una fecha a bombo y platillo, tal y como sucedió con la dotación provisional que en vez de julio se inauguró hace menos de un mes. Poco importa ya ese retraso que tanto se intentó evitar. A lo largo de la última semana, el principal quebradero de cabeza para los adjudicatarios de los puestos ha sido el trasiego para coger sus últimas pertenencias. El Ayuntamiento les dio de plazo hasta el viernes, aunque al final se les permitirá regresar mañana.

El edificio será historia a partir del próximo año.ECB

Lunes 11 de noviembre, justo un mes después de la clausura del Mercado Norte de toda la vida. Casualidad o no, lo cierto es que después quedará prohibido el acceso al inmueble. La decisión, a juicio de los comerciantes, no tiene demasiado sentido porque «se supone que lo van a demoler en enero». Vale que no se les permita utilizar sus antiguas tiendas como «almacén» o que se les impida «elaborar o preparar ningún producto alimenticio». Hasta ahí de acuerdo, pero fijar un plazo tan corto para la retirada de enseres propiciará, según relata uno de los afectados, que «se queden muchas cámaras dentro» y hasta «200 grifos».

El Mercado Norte antiguo, unos días antes de su cierre total.ECB

¿Por qué ahora y no un poco más tarde si el derribo no tendrá lugar hasta el año que viene? «No nos han dado ninguna explicación», lamenta este comerciante, que en los últimos días ha tenido que realizar varios viajes ante la imposibilidad de dejar su negocio desatendido por las mañanas. Por otro lado, existe cierto malestar entre muchos adjudicatarios porque consideran que apenas se ha publicitado el cambio de emplazamiento. Que sí, que está al lado y la gran mayoría de burgaleses lo saben. Sin embargo, creen conveniente que se informe a través de carteles en el viejo inmueble y en las paradas de autobús -compromiso adquirido por el concejal de Comercio, Raúl Martínez- para que «la gente de fuera esté al tanto».

Toda una vida

Lo que salta a la vista es que el Mercado Norte, ya conocido como el antiguo desde que empezó a proyectarse el provisional, ofrece actualmente una imagen de abandono total. 57 años de historia que no se pueden borrar y casi 49 para Belén Nebreda, que el pasado mes de agosto bajó la persiana, entre brindis y abrazos, recordando lo «feliz» que ha sido junto a su clientela, una «gran familia» que abarca «tres generaciones».

Belén empezó a trabajar allí el 28 de octubre de 1975. La víspera, a dos meses de cumplir los 14, se presentó en una charcutería que buscaba empleada. Al día siguiente, su madre la acompañó «como si fuese el primer día de colegio». Tenía pensado estudiar Peluquería y Estética, pero «si volviese a nacer haría lo mismo». Desde muy pequeña, cuando vivía en Tordueles, tuvo claro que le apasionaba el «contacto con el público». Con cinco o seis años, ya ayudaba a sus padres en la tienda con cantina que regentaban en el pueblo. «Lo mismo ponía un chico y chica que vendía un paquete de Celtas», rememora mientras reconoce que eso le «marcó mucho».

Ya con 28, decidió volar en solitario. No fue sencillo. Tuvo que soportar muchas zancadillas y afrontó unos años «muy angustiosos». Endeudada con el banco a más no poder y «peleando» a diario, Charcutería Belén salió adelante. «Un orgullo muy grande», reconoce, que se vio recompensado el último día con la despedida por todo lo alto que le brindaron sus clientes e incluso su hija, que organizó una actuación musical sorpresa en su honor.

Cuando echa la vista atrás, prefiere quedarse con los buenos recuerdos. Pero no todos lo son. Y le duele, por ejemplo, que a partir de la remodelación a finales de los 90 «solo se permitiesen los traspasos de padres a hijos». De ahí la «imagen desangelada y desoladora de los últimos años», señala convencida de que, en el fondo, «el objetivo era echarnos de allí».

Lo mismo opina Mercedes Sendino, que en octubre de 2020 protagonizó el último traspaso familiar en el Mercado Norte. Adjudicataria de Morcillas y productos típicos de Burgos tras relevar a su madre, lamenta que «mucha gente se ha quedado en el camino» al no poder asumir las riendas de los puestos en los que han estado años trabajando.

A expensas de que el nuevo Mercado Norte sea una realidad -a saber cuándo, ya nadie se fía de los plazos que se puedan dar-, Mercedes celebra la buena acogida del provisional. Además, «ha vuelto gente que hacía tiempo que no venía porque no podía subir por las escaleras». Unas escaleras, por cierto, estropeadas durante meses que el Ayuntamiento se negó a arreglar.

Quien no ha pisado el provisional, al menos de momento, es Belén. La «nostalgia» ha establecido una «barrera» que se lo impide. Aun con todo, manifiesta una «alegría muy grande de que les vaya bien» y no duda en desear «mucha suerte» a los comerciantes que continúan al pie del cañón.