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Mordeduras de víboras. El hospital de Burgos atiende más pero son "menos graves"

Este año han registrado 13 mordeduras de víbora y se han suministrado cuatro antídotos. Urgencias ha visto 80 casos desde 2018. Siguen en alerta porque «el cambio climático las hace seguir activas en noviembre»

Imagen de una víbora.ECB

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Burgos

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Más casos pero de menor gravedad. Es el balance que el Servicio de Toxicología del Servicio de Urgencias del Hospital Universitario de Burgos (HUBU) hace de la temporada de presencia de víboras en el espacio natural. En lo que va de año se han atendido 13 mordeduras de víbora que son «una más que el año pasado, la cifra es muy similar, pero sí vemos que el paciente llega antes, pero no están en situación tan grave», explica uno de los especialistas en accidente ofídico del HUBU, Alejandro López.

De esta manera, han llegado cinco mordeduras secas, es decir, que no ha inyectado veneno que genere una necrosis de tejidos. Cuatro han sido de grado I, ha inoculado sustancias venenosas pero está en fase inicial. Cuatro han llegado a extenderse hasta alcanzar el grado II. Estos últimos son los que han recibido cuatro antídotos. Las cifras en comparación con el año anterior reflejan que suben los casos pero los que tienen un cuadro más complicado son menos. Así, en 2023 se atendieron 12 mordeduras de víbora en las que se requirió el uso del antídoto en siete ocasiones.

«Hemos tenido más mordedura seca pero también es cierto que llevamos unos años realizando un trabajo previo de concienciación y de educación de cara a la sociedad que yo creo que está influyendo en que el paciente sabe mejor qué hacer», explica el coordinador del equipo de trabajo de accidente ofídico en el HUBU.

Este año el rango de edad se ha reducido. Hay casos en personas jóvenes, de 18 años, hasta los 75 años entre los más mayores mientras que en 2023 oscilaban en una horquilla entre los 14 y los 78 años. El equipo empezó a atender los primeros casos en el mes de abril y siguen completamente activos con antídotos disponibles en la nevera porque el tiempo de hibernación de estas serpientes se ha ampliado con el cambio climático. «El año pasado ya tuvimos casos en el mes de octubre y hasta noviembre porque con el cambio climático tardan más en invernar y mantenemos todo el protocolo activo este mes por si llega algún caso», señala López. Por el momento el último accidente ofídico que han atendido este año fue en septiembre.

En el registro de atención a mordedura de víbora que realizan en el servicio de toxicología del servicio de Urgencias llama la atención varias cosas. La primera que el 70% de los ataques se han producido en la mano. «Aquí la mayor parte de las mordeduras se han producido en las mano al contrario que en países de Sudamérica donde estos cuadros son más comunes en el pie», explica. Otra de las características registradas es que la mayor parte de las mordeduras se produce en la falange distal del segundo dedo de la mano derecha. Es decir «una vez que se encuentran a la serpiente, el acto instintivo es lo que no hay que hacer, coger a la víbora, y ésta ataca como forma de defensa».

¿Por qué hay tantas?

El Servicio de Toxicología del Servicio de Urgencias del HUBU comenzó a registrar el número de accidentes ofídicos registrados en 2018 cuando «llamaba la atención que se atendieran tantos casos de mordedura de víbora en un mismo lugar porque lo normal es tener algún caso pero aquí cada año hay más de una decena».

La razón es que en la provincia de Burgos confluyen por un lado el alto grado de espacios verdes y, por otro, la presencia de las tres especies de este reptil que hay en la península por el territorio burgalés. Principalmente se encuentran por la zona de Sedano, entre las sierras de la Demanda y Urbión y en Montes Obarenes pero es muy habitual encontrarselas paseando por Fuentes Blancas. Estas tres especies son la conocida como víbora hocicuda, (Vípera latastei), la subespecie Seoane o Cantábrica (Vípera seoani) o la víbora áspid (Vípera aspis).