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La ubicación de las barracas reduce la llegada de burgaleses a la feria de los Sampedros 2022

Los feriantes señalan que «está siendo complicado» y a la «mala ubicación» suman «un tiempo que no acompaña y un problema de aparcamiento» / Los burgaleses tampoco se muestran satisfechos con el cambio

Varias personas pasan la tarde en las barracas. TOMÁS ALONSO

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Burgos

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Barracas, feria, cacharritos. En cada comunidad se les llama de una forma, pero el objetivo es el mismo: pasar un buen rato entre atracciones, churros con chocolate y los cantarines mensajes de los feriantes. Tras varias idas y venidas y una fuerte polémica por su reubicación, las barracas se instalaban finalmente en la calle Laredo, en el polígono industrial de Villalonquéjar

Una ubicación que no convencía a los feriantes y que, de hecho, ha supuesto que algunos de ellos hayan renunciado a venir a la capital burgalesa y cambiar los festejos de San Pedro y San Pablo por otros. Es el caso de Miguel Sella, portavoz de los cerca de ochenta feriantes que antes de la pandemia participaban en las fiestas de la ciudad. «Finalmente decidí no venir y cambiar esta feria por otra porque no acababa de convencerme la ubicación y sentía que uno iba a ser buena», explica. 

Finalmente unos 70 feriantes conforman las barracas. Uno de ellos es Pedro Ruiz. Conoce bien la capital burgalesa, a su público y su clima ya que ha instalado su atracción no solo en feria de San Pedro y San Pablo, también en la Plaza Mayor por Navidad y en la Feria de San José.

En las horas centrales de la tarde es cuando más gente acude. T.A.

«Está siendo difícil porque la ubicación es muy complicada», explica Pedro, quien suma a la problemática del lugar «una climatología que no ha acompañado del todo». Respecto al espacio, el feriante explica que al estar «tan alejado de la ciudad» hay «muchos grupos de personas que no vienen o que lo hacen menos». Es el caso de los «grupos de niños y adolescentes de entre 11 y 14 años que en ocasiones anteriores acudían solos a la feria y ahora si no es acompañados no vienen».

Ruiz recuerda, además, que «hay mucha gente a la que no le llama la atención la feria pero al estar en la ciudad muchas veces venían porque les pillaba de paso para ir a casa o antes de ver los fuegos y eso tampoco sucede ahora», señala. Por otra parte, el feriante señala que el aparcamiento «no es cómodo», especialmente «para las familias con niños pequeños». Familias que «tampoco se ven más allá de las diez de la noche, una vez que se va el sol, porque aquí no pueden estar con el frío que hace».

Apunta Ruiz que la de Burgos «siempre ha sido una feria tranquila en la que asegurabas un buen trabajo a no ser que el clima fuera muy adverso», pero con la nueva ubicación «se ha vuelto una ‘plaza’ muy complicada» Señala que, aunque no a niveles de años anteriores, «los burgaleses se están acercando porque tienen ganas de salir y de gastar después de dos años de pandemia», pero teme por el futuro de la feria si se mantiene en la calle Laredo. 

«Tal y como están los precios y si como dicen los expertos nuestros bolsillos se van a resentir, tememos que si se mantiene aquí la feria muchos feriantes decidan no venir o buscar otra opción porque va a ser difícil salir con ganancias».

La organización del aparcamiento no convence a los feriantes T. A.

El feriante reconoce que «hay quien se ha quejado del precio del ticket». Tiene un coste de 3,50 euros. Pero asegura que «la subida llega por el incremento del precio de las materias primas, especialmente del gasoil». Apunta Ruiz que «mientras que en 2019 el litro del gasoil nos costaba 80 céntimos y la entrada tenía un precio de 3 euros, ahora nos cuesta 1,60 euros el litro». Y es que «si a la subida del gasoil le sumas que salen la mitad de los días malos por la climatología, te vas casi sin cubrir gastos».

En la feria

En uno de los extremos de la feria, el más cercano a la entrada de la ciudad, se encuentran María y Fernando con sus dos peques. Han venido en autobús desde Gamonal porque «descartamos venir en coche por el tema del aparcamiento», explica.

Unos amigos les habían avisado sobre la dificultad para «dejar el coche relativamente cerca de las barracas». Y es que, la mayor parte de los burgaleses que accede a la feria en su vehículo personal decide aparcar en la calle Alfoz de Bricia, una vía con aparcamiento en línea, que supone «tener que dejar el coche muy lejos».

Si bien desde el Ayuntamiento se ha recordado que también hay zonas de aparcamiento disponible en la calle Condado de Treviño y Avenida de Villalonquéjar, para esta pareja al igual que para otros tantos burgaleses son «espacios muy alejados sobre todo para ir con niños pequeños», apunta Fernando, quien señala que «lo idóneo habría sido adaptar algunas parcelas para hacer unos aparcamientos provisionales».

Un grupo de personas juega a los globos en un puesto. T. ALONSO

A este respecto Marta, mamá de dos niños de 3 y 4 años, también lamenta que «no salgan más autobuses de otros barrios» y es que «montarse con un carro de niño en un autobús tan demandado es una lotería porque solo hay dos espacios para carritos». De hecho, «hemos tenido que dejar pasar dos autobuses porque las plazas de carro estaban ocupadas».

Otros tantos, los menos, se acercan andando a la zona. Muchos son grupos de jóvenes y otros, vecinos cercanos al espacio. Es el caso de Carmen y Diego. «Vivimos en la avenida Cantabria y aunque es un buen paseo para nosotros es la mejor forma de venir, pero las realidad es que no es una ubicación cómoda». 

Ya entre atracciones pasean María, Sara y Paula. Las tres amigas de 13 años han venido con sus padres y hermanos pequeños pero «aquí vamos por separado», comenta María. «Las barracas estaban mejor junto al río Vena porque podías ir andando y luego ver los puestos del mercadillo, pero se entiende que molesten a los vecinos», señala Sara. Las chicas se pierden entre la gente. Van a montarse en el Saltamontes y quieren aprovechar la tarde porque «será el único día que vengamos».