El Correo de Burgos

Garoña paraliza su proceso de arranque para comprobar el nivel de drenaje

La central se encontraba al 50 por ciento de carga cuando se descubrieron «indicios de una posible fuga de agua en el interior de la contención primaria»

Burgos

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GABRIEL DE LA IGLESIA / Miranda

Los «indicios de una posible fuga de agua en el interior de la contención primaria» supusieron ayer la paralización del proceso de arranque de la central nuclear de Santa María de Garoña, que permanecía desacoplada de la red eléctrica desde el pasado martes como consecuencia de una parada programada para reparar una válvula auxiliar.

Según informaba a primera hora de la tarde el Consejo de Seguridad Nuclear (CSN), técnicos de Nuclenor, empresa propietaria de la planta de Valle de Tobalina, comunicaban al filo de las 14 horas que la central había sufrido una «reducción de potencia no programada» mientras se llevaba a cabo el proceso de arranque. Un proceso que, hasta ese momento se estaba realizando en «situación estable y con todos los sistemas operables de acuerdo con las especificaciones técnicas de funcionamiento».

En todo caso, tanto el CSN como la empresa subrayan que este suceso «no ha tenido repercusión en los trabajadores, la población ni el medio ambiente».

Según las explicaciones ofrecidas por el departamento de comunicación de Nuclenor, la central se encontraba a un 50 por ciento de su potencia cuando «se decidió llevarla a parada» con el objetivo de «realizar comprobaciones adicionales a las aportaciones de agua al sumidero de suelos situado en el interior de la contención primaria».

Es este sentido, desde Nuclenor se aclaraba ayer que «el sumidero de suelos es un deposito que recoge las aportaciones de los drenajes, condensaciones así como las posibles perdidas de agua de empaquetaduras de válvulas y otros procesos para ser tratada y procesada devolviéndola de nuevo al circuito de funcionamiento. En este caso, y aunque el nivel de estas aportaciones al sumidero tiene un valor 10 veces menor que el límite autorizado, se ha considerado conveniente inspeccionar y realizar pruebas adicionales».

A este respecto, Elías Fernández, portavoz de la empresa, apunta que «estábamos en el mejor momento para parar la central», ya que todavía no se había alcanzado la máxima potencia, por lo que la decisión de no continuar el proceso de arranque para inspeccionar el sistema de drenaje fue clara. «Lo importante es hacer las cosas bien», subraya.

Vuelta a empezar

Con todo, este suceso ha mandado al traste las previsiones de la empresa para volver a operar al cien por cien. Al cierre de esta edición, la intención era volver a entrar en la contención primaria para realizar las inspecciones pertinentes durante la madrugada y, llegado el caso, acometer las tareas de mantenimiento correspondientes.

«En función de las pruebas» a las que se someta la planta durante este tiempo, el lento proceso de arranque volverá a ponerse en marcha. De esta forma, Fernández no se aventura a dar un plazo para que la central se acople de nuevo a la red eléctrica.

Semana ajetreada

Sin duda, esta ha sido una de las semanas más ajetreadas de las que se recuerdan en Garoña en los últimos tiempos. No en vano, después de mantenerse en funcionamiento de manera constante durante 289 días, la central se desacoplaba de la red el pasado martes para proceder a la reparación de una válvula auxiliar ubicada en el interior de la contención primaria, zona inaccesible con el reactor en funcionamiento.

Mientras se realizaban estos trabajos programados, los técnicos de Nuclenor localizaban una línea de venteo dañada (una pieza de 18 milímetros de diámetro que sirve para extraer aire de las tuberías durante el llenado de las mismas), cuya reparación retrasó la puesta en marcha del reactor más allá de lo inicialmente previsto.

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