Merindades
El mar de Castilla cumple 60 años de vida
Está ubicado a mitad de camino entre Cantabria y Burgos, en la zona más occidental de la provincia, y Arija es la población más populosa que cuenta con un club náutico y un embarcadero para naves de recreo
J. C. R./ BurgosEl Ebro tiene un gran embalse en la provincia de Burgos y varias presas de regulación del río. Dos de ellas se encuentran en las inmediaciones de Trespaderne, una en Cillaperlata y otra en Cereceda. El primero de los embalses, el que tiene su origen en Arija y desembalsa en Arroyo, una localidad cántabra cercana a Reinosa, es el ‘mar de Castilla’ que ahora cumple 60 años de vida. El Ebro, que poco antes ha nacido en Fontibre, se hace grande en Arija, municipio de frontera cuasi natural con Cantabria.El embalse del Ebro fue construido entre los años 1921 y 1947, aunque no fue inaugurado hasta el año 1952. Tiene una altura máxima de 34 metros, una extensión de 6.253 hectáreas y alberga 541 hectómetros cúbicos de agua. Su construcción supuso cambios climáticos en la zona, con nieblas frecuentes durante el invierno. Desde él se regulan las aguas del río Ebro. La gran zona inundada afectó a 250 viviendas y a unos 1.200 habitantes. Carreteras, ferrocarriles e industrias de la zona se vieron obligados a modificar su emplazamiento.Una placa en el mismo lugar de la pared de la presa, en Arroyo, recuerda a Manuel Lorenzo Pardo como el ingeniero de caminos que lo diseñó y una leyenda que dice «Dios premie a los que laboran por España», propio de los tiempos de Franco, como culmen de la placa, fechada en 1947.El proyecto aprobado en 1921 contemplaba una presa de materiales sueltos, un macizo impermeable, una pantalla y un núcleo resistente, con una altura de 24 metros. Posteriormente se adoptó la solución definitiva, con una presa de hormigón de 34 metros de altura sobre cimientos y 26 metros sobre la cota del cauce, con una longitud de coronación de 216 metros.En Arija alcanza su mayor magnitud. El municipio burgalés tiene dos barrios separados por el embalse. Es en la localidad burgalesa donde más anchura alcanza y se hace difícil divisar la orilla contraria en días nebulosos. Arija es una lengua de tierra que entra de lleno en el embalse. Es uno de esos lugares que hay que visitar por necesidad. Las aguas del Ebro constituyen un importante humedal declarado Reserva Nacional de Aves Acuáticas.Las montañas que se divisan desde Arija hacen pensar la cercanía de las cumbres de la Cordillera Cantábrica e incluso la cima del Pico Tres Mares, ese desde el que se contemplan las cuencas de ríos como el Pisuerga -que muere en el Atlántico previo paso por el Duero-los del sistema norte y el Ebro que lleva sus aguas al Mediterráneo. El pueblo Arija es uno de esos pueblos que no parece castellano. Su cercanía al Cantábrico lo hace diferente. Ha sido desde hace décadas un núcleo industrial y su vecindad, como la de San Vicente de Villamezán, Santa Gadea, Herbosa o Cilleruelo de Bezana vivía del sueldo de la fábrica de arenas, que primero fue Fábrica de Cristalería Española, en 1906, hasta su traslado a Avilés.Tanto creció que llegó a tener casi 4.000 habitantes a principios del siglo XX. Es singular también por su pasado ferroviario. La línea de los Ferrocarriles de Vía Estrecha (FEVE) Bilbao - La Robla atraviesa el pueblo y tiene su estación en la misma villa.Muy cerca de Arija se ubica uno de los bosques atlánticos más importantes del norte peninsular, el Monte Hijedo. Se trata de una masa mixta, de hayas y robles, pero con salpicaduras de acebo, pino, encina y tejos milenarios de gran valor ecológico y ambiental.El embalse del Ebro fue construido entre los años 1921 y 1947, aunque no fue inaugurado hasta el año 1952. Tiene una altura máxima de 34 metros, una extensión de 6.253 hectáreas y alberga 541 hectómetros cúbicos de agua. Su construcción supuso cambios climáticos en la zona, con nieblas frecuentes durante el invierno. Desde él se regulan las aguas del río Ebro. La gran zona inundada afectó a 250 viviendas y a unos 1.200 habitantes. Carreteras, ferrocarriles e industrias de la zona se vieron obligados a modificar su emplazamiento.