Trotaburgos // Arija
Del esplendor de Cristalería Española a la tranquila villa del norte
Arija llegó a contar con mil obreros en la antigua factoría de Arsenio Brachott
J. C. R. / BurgosEl escultor palentino Victorio Macho dejo constancia en Arija de parte de su historia más reciente con una doble obra monumental que se puede contemplar en el centro de uno de sus barrios. Se trata del busto de Arsenio Brachott, fundador de la fábrica instalada en el suelo burgalés y de la empresa Cristalería Española. Incluye además otra estatua dedicada al Obrero Cristalero.El conjunto resume la vida del arijense desde 1906, cuando se instaló junto al pueblo la cristalera. Es una empresa de capital francés, actualmente de la Compañía Saint-Gobain, fundada en 1665 por privilegio real de Luis XIV y estaba especializada en la fabricación de vidrio plano.Y es que la vida de este pueblo está unida a la fábrica. Una industria que modificó sustancialmente la vida de los vecinos que cambiaron la ganadería vacuna y caballar por la industria. Todo giraba en torno a la fabricación de vidrio. Tanto es así que en las primeras décadas del pasado siglo empleó a más de 800 trabajadores, y en determinadas épocas superó los mil empleados.Todo cambió. Llegó la educación para los niños, los comercios, la Guardia Civil, el ferrocarril de Vía Estrecha, lujosas casas y barrios obreros. Pero en 1952 Cristalería Española cerró su fábrica de Arija. El embalse del Ebro inundó toda la propiedad de Cristalería española y su población se disperso, fundamentalmente a Avilés.No será hasta el verano de 2001, cuando con la colaboración de la empresa vuelve a Arija una de sus símbolos más apreciados: la estatua de Arsenio Brachott, primer director de la fábrica.Con el cierre de la cristalera, parte de la fábrica se recompone y toma el relevo la industria extractiva con Arenas de Arija de la que es propietaria la multinacional del mineral Sibelco.EmbalseEl Ebro se hace adolescente en su tramo burgalés. En la provincia de Burgos entra como si fuera un pequeño océano en el que remansar su abrupto nacimiento. En sus primeros kilómetros regatea entre pedruscos, chopos y vegetación de ribera alta.Fontibre, junto la cántabra Reinosa, es la cuna natural del Ebro. Allí, la surgencia hace renacer al río porque, aunque tradicionalmente se dice que nace allí, lo cierto es que los manantiales que nacen al pie del Pico Tres Mares marcan su verdadero alumbramiento. Los arroyos se sumergen en al tierra para volver a la superficie en las fértiles tierras de Reinosa. Por eso se considera que el Ebro nace allí, a muy pocos kilómetros de la provincia de Burgos.Las obras de ingeniería humana hicieron engordar al cauce en las proximidades de Arija, en el Alfoz de Santa Gadea. Allí el río toma una mayoría de edad ficticia y se convierte en el mar interior del norte de Burgos.El municipio tiene dos barrios separados por el embalse. Es en la localidad burgalesa donde más anchura alcanza, haciendo difícil divisar la orilla contraria en días nebulosos. Arija es una lengua de tierra que entra de lleno en el embalse.Es uno de esos lugares que hay que visitar por necesidad. Las aguas del Ebro constituyen un importante humedal declarado Reserva Nacional de Aves Acuáticas.Las montañas que se divisan desde Arija se divisan hacen pensar la cercanía de las cumbres de la Cordillera Cantábrica e incluso la cima del Pico Tres Mares, ese desde el que se divisan las cuencas de ríos como el Pisuerga –que muere en el Atlántico previo paso por el Duero—los del sistema norte y el Ebro que lleva sus aguas al Mediterráneo.El embalse del Ebro se ideó en 1945 y dos años después terminaron sus obras. Una placa en el mismo lugar de la pared de la presa, en Arroyo, recuerda a Manuel Lorenzo Pardo como el ingeniero de caminos que lo diseñó y un «Dios premie a los que laboran por España», propio de los tiempos de Franco, como culmen de la placa.