El Correo de Burgos

Merindades

Sinfonía verde y azul al cobijo de Peña Angulo

La cascada de Peñaladros forma un conjunto natural de una enorme plasticidad en Las Merindades

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Burgos

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J. C. R / BurgosLa cascada de Peñaladros está escondida. Y quizá por ello, el paisaje que la rodea se ha mantenido intacto durante siglos. El río San Miguel cae a trompicones desde una altitud de mil metros hasta los 400, cuando se dona al río Cadagua. Pero desde que nace hasta que muere pasa por continuas caídas, la primera la de su nacimiento, la segunda, en Cozuela.Este salto de agua está oculto entre los ramajes de una vegetación exuberante formada por arces, quejigos, algún que otro avellano y roble. El riachuelo que nace en la cueva de San Miguel se vuelve cantarín y despotrica por las montañas para salvar es desnivel de más 600 metros entre su nacimiento y su muerte.El entorno merece un paseo sosegado y una contemplación tranquila. Merece la pena perderse entre los montes y descubrir, al fondo del valle, una caída de agua espectacular que irrumpe de lejos y cuartea el silencio para convertirse en una sinfonía natural.Es la cascada de Peñaladros. Tímida y valiente; profunda y bulliciosa; lejana y cercana. Es humilde y altanera; clara y espesa; es blanca por su espuma y es negra por lo profunda.El Valle de Angulo cierra como si fuera un broche el ojal que se abre en el fondo. Las crestas de la Peña de Aro y la Sierra Salvada desafían al monte y el río pronuncia su sentencia en Peñaladros.El acceso no es fácil; se esconde tanto que en la carretera de Angulo hay que bajar hasta Encima Angulo y Las Fuentes antes de llegar a Cozuela. Nada más pasar esta localidad, allí sí, el río sonríe, se carcajea y se nos muestra en todo su esplendor.Muy cerca, las fuentes que alimentan al río se dejan ver. San Miguel hace llorar a la montaña y sus lágrimas resbalan por la ladera hasta llegar al fondo de las aguas. Allí se sosiegan hasta caer de nuevo a la vera de Cozuela en Peñaladros: Arias, Canales, Covata… y otros tantos que los nativos de la zona enumeran como si fuera la tabla de multiplicar.Para contemplar en toda es belleza esta obra de la naturaleza, los expertos aconsejan que la visita se realice en la primavera, tras el deshielo, que es el mejor momento del año para ver una imagen como la de la fotografía. 

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