INTERÉS CRECIENTE
La micología es una afición muy atractiva como recurso de turismo estacional
La comarca burebana reúne gran variedad de especies por su biodiversidad
G. G. / Briviesca
El turismo rural, al igual que la agricultura, está muy condicionado por la meteorología, ya que de ésta dependen buena parte de los atractivos que en cada estación buscan los visitantes. Si durante el estío el senderismo es la principal actividad en los montes de la comarca, durante el otoño ganan peso los enfocados a aspectos más concretos vinculados a la biodiversidad natural. Entre ellos, y en continuo ascenso, se localiza la micología tanto en su vertiente gastronómica como científica en ocasiones acompañada por la botánica, que también se muestra como un área con potencial interés.
'Testing fotográfico'
Así, durante la mañana del próximo sábado se ha organizado un 'testing fotográfico' dedicado a los hongos, musgos y líquenes en el pinar de Cornudilla por el Punto de Biodiversidad Virtual Bar El Salero de Poza. Para estas actividades de ocio natural, La Bureba tiene a su favor la variedad de ejemplares de setas localizables gracias al hecho de contar con zonas de vegetación mediterránea, atlántica e incluso el microclima del Valle de las Caderechas.
Esto hace que los micólogos recorran diferentes zonas según el tipo de seta a recolectar o tras un ejemplar poco frecuente. De hecho, una de las características destacada por los micólogos, que van más allá del interés gastronómico en sus salidas sobre el terreno, es la enorme cantidad de especies que es posible encontrar en la comarca. Igualmente, la abundancia de agua es otro de los factores que ayuda de forma notable al desarrollo, en algunos casos fuera de lo común, de las setas.
Esto ha llevado a que cada estación, micólogos de otras zonas se acerquen a la comarca con el objetivo bien de recolectar una cantidad importante de setas con valor gastronómico, o a la busca de un ejemplar concreto para incorporarlo a su catálogo privado. En algunos municipios se ha llegado incluso a regular dentro de los montes municipales la recogida de setas, dada la creciente presencia de buscadores movidos por la cotización de determinadas especies entre los gourmets.
No obstante, estos buscadores son una minoría dentro de los habituales del monte pero la riqueza micológica de La Bureba sí ha despertado el interés de emprendedores que ven esto una oportunidad de promoción del turismo especializado estudiando la posibilidad de organizar, como en otras Comunidades Autónomas, recorridos micológicos para visitantes con ganas de disfrutar de una nueva alternativa de ecoturismo.
Aquellos que ya maduran la explotación de este posible nicho de mercado del turismo de interior consideran que, además de un rendimiento económico para la zona, sería una forma de concienciación en el respeto al medio ambiente muy positiva. También se eliminarían los riesgos de que un buscador inexperto sufriera las consecuencias del desconocimiento del territorio o la ingestión de algún ejemplar tóxico, casos ambos ya sucedidos en la comarca.
Los recorridos micológicos son una realidad en otras regiones, experiencia de la que se estudia su aplicación en la comarca, aunque existen opiniones encontradas al respecto. Así, sus defensores argumentan que al tratarse de recorridos controlados, la presencia de los buscadores y la forma de recolección de las setas, cortes adecuados y uso de cestas de mimbre para el transporte, redundaría en beneficio del medio natural. Señalan también que, en caso contrario, los primeros perjudicados serían los promotores de la iniciativa.
Por el contrario los detractores argumentan que a medio plazo, los participantes en los recorridos se aventurarían por su cuenta en los montes con una muy escasa formación práctica, pero con una excesiva confianza en sus capacidades, especialmente en la identificación, lo que incrementaría el riesgo de los accidentes por consumir setas tóxicas.
Un elemento más práctico que distancia a los dos grupos son las zonas donde se llevarían a cabo estas excursiones micológicas, ya que los buscadores habituales conocen, manteniendo bien guardado el secreto incluso para sus compañeros de afición, lugares donde determinadas especies apreciadas gastronómicamente son muy abundantes.
Estas zonas son precisamente, las que mayor interés despiertan entre los partidarios de la explotación como recurso turístico de las setas, al garantizar una satisfactoria jornada a los ecoturistas.
En algunas partes de España se tomó en este sentido, la salomónica decisión de organizar viveros al aire libre de setas comestibles donde realizar las salidas, lo que además genera puestos de trabajo de forma más continuada con la repoblación periódica.