Terrorismo y atención médica, exitoso análisis en Miranda
La ciudad acogió el I Curso de Atención sanitaria en atentados, el cual «supo a poco» a los 32 participantes, con lo que se piensa ya en una nueva edición
El triste tándem que en la actualidad configuran la vigilancia antiterrorista y la atención sanitaria fue el eje del curso que entre el jueves 26 y el sábado 28 se desarrolló en Miranda de Ebro, «y que a todos nos ha sabido a poco, por lo que estamos ya trabajando para que tenga continuidad y haya más ediciones si puede ser, aquí». De esta forma hacía el médico mirandés Raúl Artiguez, un exitoso balance de la iniciativa, para la que las 32 plazas se quedaron en horas muy escasas, siendo otras 80 personas las que pasaron a la lista de espera para futuras ediciones.La iniciativa fue organizada por el Instituto de Estudios de Ciencias de la Salud de Castilla y León, en colaboración con el Colegio de Médicos de Burgos y el Ayuntamiento de Miranda. Los responsables agradecen especialmente a éste último su colaboración al prestar varios espacios públicos, «que han ayudado a remarcar más el realismo de las tensas situaciones planteadas a lo largo de las actuaciones prácticas de cada tarde-noche», detalló el médico mirandés, «y que se complementaron con las clases teóricas de las mañanas».Escenarios reales entre los que estuvieron el albergue municipal, el colegio Cervantes, autobuses urbanos o el campo de fútbol de Anduva. «Lugares que -incidió-, son habituales en la vida del ciudadano y a la par, tristemente, escenarios de algunos de los últimos atentados terroristas sufridos en el mundo», detalló el responsable.A pesar de ser conscientes de la experiencia y conocimientos en sus respectivas profesiones de los participantes -todos ellos médicos, enfermeros y sanitarios de diversos servicios-, el curso buscó ir más allá, incidiendo en la necesaria coordinación de quien cura con quien vigila la seguridad, al coincidir ambos en el caótico escenario que deriva de un atentado.De ahí que entre los formadores hubiera miembros de diversos grupos de seguridad y unidades militares, algunos partipantes en los recientes atentados de Barcelona. «Ya que a menudo se piensa con el corazón y no con la cabeza, centrándose unos en curar y otros en despejar la zona, olvidando el riesgo de que el terrorista siga ahí y dañe al rescatador, perdiendo de un golpe a éste pero también a las víctimas al no tener quien les ayude».Destacó cómo por ello, el curso puso a los alumnos en la tesitura de tener que atender sin el seguro respaldo que da hacerlo en un hospital o sin el material necesario, sino en un autobús lleno de humo, en una sala de reuniones tras la entrada de terroristas arma en mano o un campo de fútbol con heridos por una bomba. «Escenarios donde primero entran agentes y militares a despejar la zona, para dar paso posteriormente a los sanitarios, lo que deja patente la necesidad de coordinarse, algo vital en situaciones especiales como son éstas».Artiguez confiesa que con este curso -que reunió a participantes de la región y de otras como Canarias, Baleares, Cataluña o Valencia-se cumple un deseo varias veces pospuesto, «de ‘trasladar a la calle’ muchos de los conocimientos que los profesionales españoles tienen desde hace décadas, como parte de la triste herencia del terrorismo de ETA», recuerda. «Y no gustaría seguir haciéndolo y convertir Miranda en lugar de referencia en este tipo de formación tan específica».