El Correo de Burgos

Martín: «Mi padre fue un genio que apostó por lo que nadie creía»

El conocido ganadero de Galapagar participó este jueves en un coloquio con el periodista Paco Aguado y organizado por la Peña Taurina de Burgos

El ganadero, durante un momento de la charla que ofreciò el ganadero en Burgos.-I. L. M.

El ganadero, durante un momento de la charla que ofreciò el ganadero en Burgos.-I. L. M.

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IÑIGO CRESPO
Burgos

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«Nos avalan más cincuenta años de trabajo, de lucha, de afición y de sacrificio. Es un tiempo más que suficiente para saber que los éxitos y los fracasos hay que tomarlos con tranquilidad y con naturalidad. Vivimos en un mundo cargado de impaciencia y en ese contexto el mundo taurino no es ajeno. Las adversidades las vivimos sin sobresaltos. Nuestra ganadería la conocemos muy bien, sabemos la fiabilidad que tiene y como el sol no se puede tapar con una mano, vivimos con ilusión y mucha confianza el presente y el futuro».Son palabras de Victorino Martín García, un ganadero de referencia y propietario de la ganadería que más ha marcado el devenir de la tauromaquia durante las últimas décadas, quien ha estado en Burgos esta semana ofreciendo una conferencia, presentada por el periodista y escritor Paco Aguado y organizada por la Peña Taurina.Durante más de un hora, Victorino Martín habló de toros y de toreros, pero sobre todo radiografió la alquimia de la bravura. En declaraciones a EL MUNDO-EL CORREO DE BURGOS, Victorino diseccionó las claves de este hierro que pasta en tierras de Extremadura y que se encuentra compuesto de 350 vacas y 30 sementales. Un emblema y una divisa que es referente de la sangre ‘Albaserrada-Saltillo’.«Uno de los aspectos que más nos ha preocupado es el abrir la ganadería y buscar muchas líneas de trabajo. Hay que tener en cuenta que somos una ganadería que lleva más de 100 años en pureza de sangre y por lo tanto nuestro mayor enemigo es la consanguinidad», explica el ganadero quien no oculta que el éxito de su hierro: «Apostar por la pureza», y añade: «Victorino Martín es una ganadería asentada en la pureza desde que mi padre apostó hace más de cincuenta años por un encaste en el que nadie creía».Añade que «ése es el secreto de esta casa, la afición y la dedicación que mi padre puso para recuperar esta sangre. A partir de ahí, la autenticidad y la raza han sido nuestras señas de identidad y lo seguirán siendo». El propio ganadero apuntaba cómo poco a poco «mi padre buscó otras dos claves importantes para situar sus toros en las ferias: enrazar la ganadería y aumentar el trapío», recuerda el ganadero. «En mi opinión, los dos pilares que han marcado el devenir de todas las ganaderías que lidian ahora en las ferias».Se habla muchas veces de bravura como algo volátil. Le pedimos al ganadero que la defina: «Es algo muy relativo y que depende de cada encaste, pues hoy en día la bravura tiene mucho que ver con la duración, porque hoy el público exige un toro que dure», afirma.«El caballo en la fiesta actual importa menos quizás porque un toro puede ser muy bravo en el caballo y luego no llega a la muleta con movilidad. En mi opinión, un toro es bravo cuando responde con poder a los estímulos externos».De las palabras de Martín sobre el segundo tercio, remarca. «Fíjate si le daré importancia al caballo, que los machos los tiento solo a caballo, soy de los que pienso que lo que el toro hace en el caballo es lo que va a desarrollar en la muleta, lo que ocurre que en la plaza no se ven a los toros en el peto», argumenta. «Se abusa del segundo tercio. Un puyazo de hoy vale por tres de hace quince años, por ejemplo. Nadie defiende la colocación de los puyazos e incluso en plazas de primera se exige que los animales vayan dos veces al caballo sin importar de qué forma».Y es que Martín tiene una teoría a propósito de la falta de protagonismo del toro en la fiesta. «El toro representa valores naturales que la sociedad en la que vivimos no acepta. La corrida y el público, es en general muy urbanita y por lo tanto, ven la fiesta a través de los ojos del torero. En ese aspecto, al toro únicamente se le ve como un mero colaborador».Hace poco más de un mes que falleció el gran Victorino Martín Andrés, padre del actual ganadero y hombre clave en lo que representa hoy la crianza del toro bravo en general -y de esta casa en particular-. «Mi padre siempre estará con nosotros porque su legado de bravura y su obra son tremendas”», explica el ganadero. «Lo que hizo mi padre sólo lo podía hacer él, apostó por algo en lo que nadie creía, los animales eran lo primero para él, insistió en un compromiso, en un tipo de toro y en un tipo de fiesta. Contó con el respaldo, gracias a los triunfos, de la afición de la primera plaza de toros de el mundo que es Madrid y por ahí comenzó una leyenda y un camino que nadie podrá igualar y que es propia de un genio», recuerda.«Al principio se reían de él, le llamaban paleto, pero él sabía muy bien lo que hacía y el tiempo le dio la razón», admite.Lidiar en San PedroVictorino Martín hace 14 años que no lidia en Burgos, desde 2003. Anteriormente, la prestigiosa divisa había lidiado en El Plantío en dos ocasiones más: 1983, un toro con motivo de la celebración de una corrida conmemorativa del Día de las Fuerzas Armadas y al que le cortó una oreja Francisco Ruiz Miguel; Y 1984, el 1 de julio, con un cartel compuesto por Ruiz Miguel, Dámaso González y Víctor Méndez. Cortaron una oreja cada uno.«¿Volver a lidiar en Burgos?, me gustaría hacerlo cualquier año. Es una plaza extraordinaria, con mucha tradición y una afición muy consolidada. Ahora con la cubierta ha quedado una plaza muy moderna y la feria tiene muchísimo prestigio. Esta es una tierra donde tengo muchos amigos y donde uno viene muy a gusto», explica Martín, quien matiza la posibilidad de regresar a Burgos durante la próxima feria de San Pedro. «Eso es imposible saberlo, y menos cuando no se sabe todavía qué empresa va a gestionar la plaza», afirma.

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