RIBERA
Ribera del Duero cierra 2017 con una cosecha ‘muy buena’
La Denominación de Origen confía en compensar la merma productiva con la calidad de sus vinos
2017 no fue un año fácil para el sector y ayer la decisión no fue menos. Aunque el comité de cata votó por unanimidad que la cosecha fuera calificada como ‘muy buena’ lo cierto es que algunos barajaron la posibilidad de otorgar la excelencia. «Son vinos más fáciles de beber, con mucha fruta», destacó Elsa Gutiérrez ,sumiller del restaurante Annua, dos estrellas Michelin, convencida de que esta cosecha va a encajar muy bien en gente poco acostumbrada a beber vinos de zonas como la Ribera, en las que suele predominar la astringencia y la barrica. «Esta añada va a sorprender muchísimo», subrayó. «Tiene cualidades de excelente», añadió Miguel Martín (DiverXo, tres estrellas Michelin), quien echaba en falta un poco más de fruta, «simplemente eso».Junto a ellos, un comité de cata formado por grandes de la sumillería española como Caroline Wästersved (ABaC Restaurant, tres estrellas Michelin), Ángel Fernández (DiverXo, tres estrellas Michelin), Rubén Pol (Disfrutar, dos estrellas Michelin), Noemí Martínez (Restaurante Trigo, una estrella Michelin), Álvaro Prieto (El Club Allard, dos estrellas Michelin) e Iván del Pozo (Baluarte, una estrella Michelin). «Estamos ante una añada con muchas cualidades y las va a demostrar con el paso del tiempo», garantizó el presidente del Consejo Regulador, Enrique Pascual.Cobran forma así vinos con potencial de guarda, en los que destaca la presencia frutal aromática en nariz; el equilibrio en la acidez, un tanino de alta calidad y un buen equilibrio gustativo.Con la calificación de la añada se cierra un año complicado desde que a la sequía decidiera unirse en abril una de esas heladas que pasarán a la historia. Siete horas con temperaturas negativas que llegaron a picos de -6 grados que dieron al traste con el 60% de la cosecha. Ocurrió el 27 de abril.El pesimismo inicial encontró algo de luz cuando en la segunda brotación, se apreció una buena recuperación de las yemas, pulgares y brazos afectados, pero a nadie se le escapa que los estragos de la helada y de una sequía continuada siguen estando muy presentes a día de hoy. «Va a ser también un año complicado», advertía Pascual, quien pese a todo se muestra optimista ante la fortaleza de una planta «generosa», «acostumbrada a sufrir» con la climatología de esta tierra.Siguiendo el análisis de 2017, en mayo las lluvias dieron un respiro acelerando nuevamente el ciclo de la vid hasta el momento de la vendimia, que se adelantó unos 10 días. En cuanto a la sequía, ha sido la otra gran protagonista de un ciclo que ha recibido 250 milímetros de lluvia cuando esperaba 450. Solo llovió de forma «normal» los meses de noviembre, febrero, mayo y julio. «Si bien estas características no han hecho que en general, las plantas evidenciaran síntomas visibles (principalmente senescencia precoz de hojas basales) como consecuencia de lluvias puntuales, sí es cierto que se ha ido acrecentando el estrés hídrico a lo largo del ciclo hasta notarse una dificultad de evolución de la maduración en algunas parcelas al final del ciclo», detallaron con la mirada puesta en la reducción del tamaño de algunas bayas.Con este panorama llegó la esperada merma productiva con una vendimia que se quedó en 55 millones de kilos de uva, 78 millones menos que el año anterior cuando se batió un récord. «En términos de producción por hectárea, esta campaña se sitúa en tan solo 2.450 kilos por hectárea., como promedio, lo que supone tan solo un 60% de la media productiva de la última década».
Si la primera consecuencia la asumieron las bodegas y viticultores, con un incremento del precio de la uva, la subida está ya en el mercado. «Es algo lógico», justificó el presidente del Consejo Regulador.La jornada comenzó a las 11 de la mañana cuando los sumilleres elegidos llevaron a cabo una cata de 10 vinos representativos de la Denominación de Origen, que habían sido elegidos de forma previa a partir de 300 referencias, por el departamento técnico. «El Comité Excepcional ha realizado un análisis de esos vinos, casi todos destinados a la guarda, empleando sus conocimientos y experiencia para ver las cualidades de cada uno de ellos en el momento actual y su potencialidad futura, cuando lleguen al consumidor dentro de cinco años», detallaron desde el Consejo Regulador.