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TROTABURGOS / TOSANTOS

Descanso y sombra para el visitante

Enclave destacado del Camino de Santiago, miles de peregrinos reposan en ella a la sombra del centenario castaño de indias que les acoge

La ermita excavada en la roca atrae la mirada de propios y extraños ya que puede verse desde la lejanía.-R. O.

Publicado por
M. M.
Burgos

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Desde el norte de la Sierra de la Demanda y en el camino hacia la vecina comunidad de La Rioja -a la que la comarca burgalesa en cuyo corazón se alza Tosantos hace un guiño en su sobrenombre de ‘Riojilla Burgalesa’-, la localidad recuerda por todos sus costados la ancestral y estrecha vinculación con el Camino de Santiago, junto al que transcurre de forma paralela la N-120.Ubicada a poco más de 40 kilómetros de la capital burgalesa y con poco más de medio centenar de habitantes, Tosantos es uno de los principales enclaves del Camino de Santiago a su paso por la provincia burgalesa.De ahí que sea habitual hallar en torno a su plaza -y al inmenso castaño de indias que la preside y ofrece gratis su sombra-, a algunos de los miles de peregrinos que a lo largo del año cruzan esta villa provenientes de todos los rincones del mundo.Árbol centenario que se alza junto a la iglesia de San Esteban, en cuyo interior un retablo barroco con relieves del XVII atrae las miradas, al igual que lo hace su exterior, gracias a su alzada y su céntrico porte.Pasado de Tosantos del que no queda apenas constancia documental, aparte de algunos escritos que ya en el siglo X y posteriores aluden entre sus líneas a la villa de ‘Tolcsantos’, constituida como ayuntamiento en el siglo XIX bajo gerencia de su vecina Belorado.La historia de la villa tosantina hunde sus raíces muchos siglos atrás, uniéndose estrechamente a la del conjunto de España por estar vinculada con un pasado árabe que, según los historiadores, también aquí dejaron sus trazas.Y es que como argumentan, las oquedades existentes en el peñón que protege la villa fueron, tiempo atrás, no sólo el refugio perfecto para los primeros romanos que llegaron hasta la zona, sino también enclave protector para los lugareños ante invasiones y asedios de los musulmanes, en su avance imparable camino del norte peninsular.Refugio rocoso que también sorprende al volver la vista hacia el lado opuesto, donde a pesar de su recato y mesura no pasa desapercibida la ermita rupestre de la Virgen de la Peña. Excavada en la roca, su fachada exterior invita al visitante a tomar la calle ‘De la peña’ para subir y contemplar de cerca sus elementos, entre ellos la altiva espadaña que alberga las campanas que, entre otras fechas, dan la bienvenida a quienes se acercan cada 8 de septiembre en procesión para celebrar la fiesta de la patrona a la que da nombre el pequeño templo.Funciones de centro religioso que la ermita rocosa cedió con la apertura del nuevo templo de la villa, en cuyas traseras un albergue da cobijo y resguardo al peregrino, a la par que le invita a disfrutar de la calma del entorno natural de la localidad.Naturaleza generosa en la que verdes parajes y montes alternan su presencia con los campos de cereales y los muchos cultivos hortícolas en los que se cuelan pimientos, ajos y caparrones. Éstos últimos deliciosas alubias rojas de mediano tamaño que acompañadas de las delicias del cerdo, son uno de los tradicionales sostenes alimentarios invernales en la comarca desde tiempos inmemoriales, acercando al presente olores y sabores rurales de siempre.