Los restos de Alonso Marroquín reposarán en San Juan de Ortega
El Arzobispado autoriza su traslado, este viernes, desde Fuentebureba hasta el claustro del monasterio / El ex párroco será homenajeado dentro de «dos meses»
Los restos mortales del ex párroco de San Juan de Ortega, José María Alonso Marroquín, se trasladarán desde el cementerio de Fuentebureba al monasterio de la localidad, donde era popularmente conocido como el ‘cura de las sopas de ajo’. No dentro del templo, tal y como pretendían un grupo de amigos suyos que a punto estuvieron de lograrlo hasta que el Arzobispado de Burgos paralizó el pasado mes de julio la operación ateniéndose al canon 1242 del Código de Derecho Canónico de 1983. La normativa eclesiástica impide el enterramiento de religiosos en iglesias salvo que se trate del «Romano Pontífice, de sus propios cardenales u obispos diocesanos, incluso eméritos». Por lo tanto, sus restos se ubicarán finalmente en el claustro.Según confirmaba ayer a este periódico el actual párroco de San Juan de Ortega, Andrés Picón, el traslado tendrá lugar este viernes a un sepulcro ya «preparado». Una vez allí, se celebrará una misa con su «familia» y «amigos» de su entorno más cercano. No en vano, el sacerdote asegura que Alonso Marroquín recibirá un homenaje «público» en cuanto culminen las obras de restauración que se están acometiendo en el monasterio, previsiblemente dentro de «dos meses».El entierro con honores del religioso en el templo no contó con el beneplácito de un grupo de vecinos que se opusieron desde el primer momento a que recibiese sepultura en el interior de la iglesia. Entre ellos, el ex alcalde pedáneo, José Manuel Pérez, quien remitió un escrito al arzobispo de Burgos, Fidel Herráez, con el objetivo de manifestar el «desacuerdo de la mayoría de los miembros de la parroquia».En su exposición de motivos, Pérez se amparaba en la normativa eclesiástica que «estableció la Iglesia después del Concilio Vaticano II», subrayando además que «los párrocos son servidores de la Iglesia, como cualquier trabajador es de su trabajo, y no debería de ser legítimo dar honores tan especiales destinados a papas, obispos y reyes». Asimismo, consideró que la aprobación de un traslado de estas características otorgaría «legitimidad» a cualquier parroquia para reclamar «el mismo trato de igualdad».Ahora, el ex regidor prefiere no ahondar en una polémica que se ha saldado con «muchas críticas e insultos» hacia su persona en las «redes sociales». En su opinión, el claustro es una «opción más válida» -que no justa- pese a que la figura de Alonso Marroquín «no sea tan vinculante como para merecer esos honores». En cualquier caso, los vecinos quieren «vivir tranquilos» y pasar página lo antes posible. Eso sí, están dispuestos a «luchar» para que el también ex párroco, Miguel Alonso, reciba el mismo trato porque tanto él como su cuñado, «el alcalde de esa época», consiguieron «sacar el potencial económico y administrativo» para que el claustro y el albergue «empezaran a reformarse».Sin noticias del expolioDe lo que nada se supo en el monasterio de San Juan de Ortega es de las tres tablas del siglos XVI sustraídas en la primavera de 2017. Nada más tener constancia de su desaparición, Picón denunció los hechos ante la Guardia Civil, que inició una investigación con el fin de localizarlas e identificar a los autores de un robo que a priori pasó desapercibido porque en ningún momento se forzó la puerta de acceso a la capilla de San Nicolás de Bari donde se alojaban las piezas. A estas alturas, el párroco da por perdidas estas tres tablas porque los artífices de esta clase de expolios, por norma general, «saben donde colocarlas». Lo que casi nadie duda en el pueblo es que los ‘cacos’ sabían lo que buscaban y posiblemente tenían una copia de las llaves.