BUREBA
El enconado litigio académico por el ‘legítimo’ escudo de Briviesca
En 1927 la capital burebana cambió radicalmente su escudo de armas sin causa aparente
Uno de los elementos que más choca a los que ven por primera vez el actual escudo de Briviesca es el hecho de que ostente una corona mural en lugar de la mucho más habitual Corona Real. La pérdida de la corona borbónica se puede fijar con exactitud el 27 de septiembre de 1927 cuando la Corporación Municipal en aquellas fechas presidida por Manuel Pérez España acordó cambiar por unanimidad el escudo briviescano.Pese a ser lo más llamativo, el cambio fue de mucho mayor calado, ya que se rehizo prácticamente en su totalidad el emblema, a excepción de las aguas del Oca que discurren en su lugar original en ambos escudos.La decisión municipal creó una polémica en aquellas fechas de importante calado dentro del mundo de los académicos, en la que se utilizaron desde el formato legal hasta contundentes baterías de documentos a favor y en contra de dicho cambio.Lógicamente en la parte defensora del nuevo escudo se encontraba su ‘alma mater’, Enrique Gálvez Cañero, a la sazón cronista de Briviesca y en posición frontal el académico de Historia Basilio Osaba y Ruiz. Dada la visibilidad del asunto este no se quedó dentro del ambiente académico sino que se hizo vox populi al salir ambos contendientes a los medios de comunicación a dirimir sus diferencias.Estas se condensaron en un toma y daca de artículos en prensa donde se cruzaban los argumentos por los cuales se consideraba en nuevo escudo el legítimo y los opositores los descalificaban con idéntico empeño. Así, el cronista briviescano aducía que el nuevo blasón, formado en la faja superior, sobre fondo rojo, tres cabezas, dos de moros inclinadas y una de cristiano, horizontal, que de forma genérica se explicarían como signo de convivencia entre culturas; en el centro, también sobre fondo de color rojo, tres fajas paralelas en oro, que aludirían al trazado de Briviesca, concretamente a la rectitud de sus calles; en el extremo inferior, ondas de río que remitirían al río Oca; y adornando el escudo, una corona mural de oro era el ‘legítimo’.Por su parte, el académico le replicaba que el diseño del nuevo blasón se fundamentaba en «hechos falsos y carentes de documentación» llegando a tildar el blasón actual como «el bastardeado». Obviamente tanto desde una y otra parte se citaban hechos, lugares y personas que avalaban sus posturas llegándose por parte de Osaba a recordar la incapacidad legal de un ayuntamiento para conceder estatus oficial a un escudo sin pasar por los cauces reglamentarios establecidos.Gálvez utilizó como uno de sus principales argumentos para defender la legitimidad del nuevo escudo en la existencia de un blasón prácticamente idéntico en el conocido popularmente como Hospital de las Viejas fechado en 1555.Esta aseveración es absolutamente cierta y el escudo, del linaje de Pedro Ruiz de Briviesca, es prácticamente idéntico excepto al estar coronado por un yelmo, al actualmente utilizado.No obstante, Osaba contraatacó con una larga lista de documentos donde aparecía el blasón original briviescano, así como lugares donde se podía ver hasta su substitución en el año 1927.Esta polémica tampoco escapó a cierto aspecto político centrado en el asunto de la corona, en uno real y en otro mural, donde se justificaba la presencia del símbolo monárquico en el hecho de haber acogido la ciudad Cortes en 1388, y se señalaban «vaivenes políticos» la permanencia de la mural. Pudiera pensarse que esta polémica se resolvió de alguna forma en un periodo razonable de tiempo pero no es el caso. Los últimos cruces de datos se produjeron treinta y tres años después del inicio de la cuestión en los años 60.Curiosamente, esta polémica no se extendió más allá, y haciendo gala de pragmatismo briviescano hoy en día se pueden ver en la capilla del Hospitalillo dos grandes tapices, cada uno con el blasón anterior y posterior a 1927. De igual manera, aún hoy está presente el más antiguo de estos símbolos (aunque de forma discreta), en elementos como pasos de la Semana Santa y, por una de esas ironías históricas, tras la cabeza de todos los alcaldes de Briviesca.