40 AÑOS SIN FÉLIX
Los albaceas del legado de Félix Rodríguez de la Fuente
La muerte de Félix supuso, sin lugar a dudas, un revulsivo para los movimientos conservacionistas que empezaban a florecer. Muchos de ellos hoy siguen difundiendo el legado de Félix con respeto y pasión
Cuando el domingo pasado, en estas mismas páginas, hablábamos de cómo era Félix para sus compañeros de trabajo y avatares, todos ellos destacaron la integridad y la visión que tenía. Cuando ayer se cumplieron 40 años de su fallecimiento queremos acercarte a su figura a través de algunas de las personas que tuvieron la ocasión de hacer propias las enseñanzas que les fue dando a lo largo de su vida. Herederos, y en cierto modo albaceas, de sus postulados. Todos ellos siguen predicando con la pasión que da el haberse empapado de su obra, de sus certezas y de sus convicciones. Predicamentos de actualidad que, por el paso del tiempo, se han convertido en urgencias para la supervivencia del ser humano. Él marcó el camino. Gracias a ellos, podemos seguirle.
Su principal atalaya: la TV
Ahora que se habla con frecuencia de los términos emergencia climática cabe recordar que en los años setenta, no estaban ni en el vocabulario ni en la mente de nadie de la época, salvo para Félix, que ya lo hacía , eso sí con su particularísima forma de contarlo: “se habla mucho de política, de deportes, de tecnología….lo más acuciante y alarmante es, ni más ni menos, que estamos destruyendo el medio que nos soporta”.
Cuando un cuatro de marzo de 1974, la única televisión que había en nuestro país decidió apostar por un programa divulgativo, como El Hombre y la Tierra, en el que el medio ambiente era su única razón de ser, una importantísima atalaya se abrió a la potencia comunicativa de Félix. Desde ella millones de personas se acercaron a especies emblemáticas de la fauna, conocieron su problemática, su situación y sobre todo la importancia de la convivencia del ser humano y los animales. La televisión pública apostó decididamente por este nuevo e innovador formato, ni más ni menos que en el prime time: los viernes a las 22h, justo entre dos de los programas más vistos de su parrilla, el Telediario y el Un, dos, tres.
Lo que los responsables públicos no intuyeron es que entre los millones de espectadores se estaba empezando a crear una conciencia ecológica y un amor por la Naturaleza que nunca antes, en nuestro país, había existido. Entre los adolescentes el mensaje caló especialmente. Las facultades de biología se llenaron de estudiantes. Se formaron cientos de grupos de aficionados a la Naturaleza que salían al campo a admirarla y a disfrutarla. Todos querían ser “amigos de los animales”.
Sus “hijos”, albaceas de su compromiso
“De concienzudo y seductor nato” define a Félix, Ana Gonzalez Wonham responsable de quizás el documental más ambicioso y riguroso sobre su figura. Durante siete meses estuvo trabajando esta consumada guionista de Naturaleza en “La mirada de Félix”. Todavía hoy recuerda la llama de Miguel Molina, director de fotografía de Rodríguez de la Fuente, que fue la persona que le propuso este “delicioso encargo”. Aunque pueda no parecerlo fue su primera inclusión en este mundo y ni más ni menos que “sobre Félix, una figura icónica para la gente de mi generación”. Cuando muere en 1980, ella tenía tan sólo 15 años, pero recuerda que lloró, como millones de niños, por el amigo de los animales.
Para realizar este trabajo Ana dedicó 7 intensos meses. Recuerda con orgullo: “positivé muchos negativos que estaban en una habitación”. Se refiere a los descartes; planos, secuencias, grabaciones que no “entraron en los programas, pero con un valor incalculable”. Prueba de ello es que el 70% del documental está hecho con estas imágenes únicas y que probablemente, sino hubiese sido por la pasión que Ana siente por Félix, jamás se hubiesen hecho públicas.
La Mirada de Félix se terminó de rodar en 1997 pero no se emitió hasta el 14 de marzo de 1999, ¡cómo no¡, en prime time. Este sentido homenaje, diecinueve años después de su muerte, congregó a 4 millones de espectadores delante de la TV y “gracias a la petición de la audiencia” se volvió a emitir cuatro días después obteniendo más espectadores que la primera vez “algo absolutamente inaudito” como bien recuerda Ana.
“Félix quería cambiar las cosas, sabía que tenía que cambiarlas” remarca Wonham. Prueba de sus fuertes convicciones es que fue capaz de convencer a gente muy dispar, muy diferente. Por ejemplo, logró que el Director General de TVE le diera un cheque en blanco para hacer lo que en otros países “como Inglaterra, Holanda, Estados Unidos o Francia” ya se hacía: documentales de Naturaleza. En España y “en esa época” proponerlo era simplemente “de ciencia ficción”. Pero Félix lo consiguió…y de qué manera.
Un ejemplo de su capacidad y magnetismo fue el famoso plató la Pelegrina. Creía en esta apuesta innovadora, pero era consciente que necesitaba “embaucar a todo el mundo”, como recuerda Ana. Se reunió con el antiguo ICONA, con la gente de protección animal, con los forestales de época…y los logró convencer a todos de la necesidad de disponer de esta recreación natural que verían millones de espectadores.
Muchos de los miembros de su equipo fueron liberados durante años para trabajar prácticamente, en exclusiva, para los programas de Félix. Este hecho es totalmente significativo de su personalidad “él consigue convencer a la dirección de TVE para que liberara, durante meses, que luego fueron años, a cámaras, secretarias, a los técnicos de realización, de sonido, para un proyecto, como El Hombre y la Tierra, puesto en marcha por alguien que no era del mundo de la TV”. Así era.
Ahora que se habla con fuerza de la problemática del campo y de la gente del mundo rural, Wonham no olvida que “Félix ya lo hacía”. Como hombre nacido y criado en un pueblo pequeño, como Poza de la Sal, nos recordaba que estos se estaban “deshaciendo“ y luchó, con su fuerza y su carisma para ponerlos en valor a través de la “parte emocional de este mundo”. Como ningún otro denunció el abandono que estaban sufriendo. Su claridad de ideas caló en amplísimos sectores del país que le mostraron su apoyo sin fisuras.
José Luis Gallego es uno de los grandes divulgadores españoles que, a través de conferencias, artículos o su colaboración semanal con Julia Otero, en Onda Cero, intenta trasmitir el amor y el respeto por la Naturaleza que su “padre” Félix, sentía y le hizo sentir.
Para Gallego, el naturalista se convirtió en un “flautista de Hamelín” para toda una generación. Él considera que enseñó a “mirar la Naturaleza y a fascinarnos con ella” de una manera que caló con tal profundidad que actualmente muchos de “aquellos niños” desempeñan cargos de responsabilidad en instituciones, ONGs, Universidades…, pero “eso sí, con el barniz ambiental de Félix”.
José Luis remarca que “sólo han reivindicado su figura sus discípulos” y su legado seguirá presente mientras los hijos de Félix sigan vivos…”¿después?, no lo sé”.
Un aspecto poco conocido, pero que por su valor es de gran transcendencia, es que Félix y sus mensajes traspasaron fronteras. Pública era la admiración que el gran Jacques Cousteau sentía por él. Desde muchos países recibía correspondencia interesándose por sus documentales o sus artículos. Esta internacionalización, demuestra el “cainismo de nuestro país”, como dice Gallego.
Al francés “le han hecho todos los homenajes posibles, una película, una fundación apoyada por el Estado… y en todo el mundo le conocen” y ¿a nuestro Félix?, pues “somos un país que sabemos enterrar muy bien, pero olvidamos rápidamente”. El divulgador reclama justicia ante la figura de este gran prohombre y no entiende como desde nuestra Comunidad no se ha capitalizado al burgalés “siendo uno de los personajes más notables que ha dado esta tierra”. Sus últimas palabras suenan como un quejido en voz alta: “Félix tenía que ser una de las insignias y estar en el frontispicio de la cultura, no sólo del medio ambiente, de Castilla y León”.
Uno de los hijos a los que se refería José Luis Gallego es el actual Secretario General de la ONG ambiental WWF, Juan Carlos del Olmo. Para este biólogo, Félix fue todo lo que “se ha dicho de él”, pero añade con pasión y severidad un término con el que no se le define habitualmente: “activista”.
Logró movilizar a miles y miles de personas en defensa de la Naturaleza y además fue capaz de concretarlo y darle forma. “Él creó, con toda su experiencia y visión de futuro, ADENA”, el germen de la rama española de WWF. En un contexto político y social como el que se vivía en España en 1968, crear una organización, y más de este tipo, levantó ciertas suspicacias. Rápidamente se extendió por todo el país y llenó los montes, senderos y bosques, de aficionados respetuosos con la Naturaleza. Dos años después y con la visión clara de Félix se crea el Club de los Linces, “la auténtica cantera de biólogos y naturalistas de este país”. Más de 30.000 formaron parte de este club juvenil de amantes y defensores del medio natural. Juan Carlos, fue uno de ellos.
Con esa visión de los años y del activismo activo que ejerce, Del Olmo introduce un aspecto que muchas veces pasa desapercibido: “el creó, sin saberlo, la primera estrategia, clara y rotunda, de custodia del territorio”. Esta se llevó a cabo en la segoviana localidad de Montejo de la Vega donde puso en marcha, gracias a su mano izquierda, el famoso refugio de rapaces. Para ello volvió a involucrar a diferentes administraciones, a la población local y a todos aquellos que tenían sensibilidad ambiental.
Días antes de morir, nos recuerda Juan Carlos, “presentó la primera estrategia mundial de conservación en Madrid”, un nuevo hito que se debe apuntar en “el haber de Félix”. Contaba “con el programa de Naciones Unidas para el medio ambiente, WWF internacional y la UICN” como avales de su propuesta. Nuevamente volvía a dejar clara su verdadera apuesta por consolidar y reglar la defensa del medio ambiente.
Cuando con tan sólo 7 años, tu padre, el icono ambiental de nuestro país desaparece, para una niña como era Odile, el mundo cambió. Ella recuerda que su padre “era muy emocional”. Le encantaba jugar con sus hijas, explicarles su trabajo, sus viajes…y “generarnos curiosidad por las cosas”.
Como no podía ser de otra manera estudió biología y consciente de la importancia de la comunicación audiovisual, en los nuevos tiempos, se licencio en producción de cine en Los Ángeles. Unió de esta manera su pasión por la Naturaleza a la gran creación de su padre: los documentales.
Quizás tuvo una presión extra, en forma de portada de revista, para seguir con el legado de su progenitor: recuerda que en la revista Garbo apareció junto a Félix, y éste decía “mi hija pequeña quiere seguir mis pasos”….cosas de la genética.
“Le encantaba abrazarnos, olernos” recuerda Odile y junto a su carácter jovial “era una persona enormemente feliz” le encantaba “tirarse al suelo a jugar con nosotras”.
De la visión global y de futuro de su padre, su hija destaca que “en sus programas de radio, de televisión y en los artículos de prensa” él ya hablaba de “energías renovables, de las ciudades del futuro, de la agricultura ecológica, de la gestión del territorio…”. Como bien remarca, “no era un hombre adelantado a su tiempo, era una persona adelantada a nuestro tiempo”.
Si algo le gusta destacar de “su legado” es la “magia de su voz, de su figura, de su presencia”. Un fenómeno como “el de Félix” es algo muy difícil de explicar y de “poner en su justo valor”.
Recuerda Odile, que el año pasado por estas fechas y a través de las redes sociales lanzó varios mensajes de su padre, uno sobre cómo el hombre trata a la Naturaleza y otro sobre la problemática de los plásticos, temas de los que él ya hablaba hace más de cuarenta años. El resultado, miles de retuits, likes…una nueva movilización que traspasó las fronteras de internet.