MEDIO AMBIENTE
Castrovido, la presa esperada
Tras 16 años de trabajo, la presa de Castrovido está finalmente completada y en pocas semanas se iniciará el llenado del embalse, que podría durar hasta 2 años
El 23 de febrero de 2004 fue un día señalado en la provincia burgalesa. Tras años dando forma al proyecto (en los años 90 se empezó a redactar), finalmente comenzaron las obras de construcción de la presa de Castrovido, una construcción que tenía como objetivo acabar con los desbordamientos del río Arlanza.
16 años después, varios cambios de Gobierno, y tras una inversión final de 230 millones de euros, el pasado mes de diciembre finalizaron las obras de esta construcción.
Aún sin fecha de inauguración oficial debido a la situación sanitaria por la crisis del COVID-19, la presa ya ha empezado a funcionar ante las fuertes lluvias de los últimos meses; aunque tal y como aseguró a este medio la Confederación Hidrográfica del Duero (CHD), en próximas semanas se comenzará el llenado del embalse, que podría durar «hasta dos años».
Aún sin fecha de inauguración oficial debido a la situación sanitaria por la crisis del COVID-19, la presa ya ha empezado a funcionar ante las fuertes lluvias de los últimos meses
«Esta infraestructura va a contribuir a disminuir los daños de las crecidas en la cuenca del Arlanza, así como asegurará un adecuado caudal ecológico y una mayor garantía para los usos privativos del agua con derecho legal, y todo ello con un absoluto respeto por el ecosistema fluvial», defienden desde la Confederación, remarcando que ya en las últimas avenidas del río Arlanza se ha podido constatar un «importante efecto» de laminación de crecida, evitando las habituales inundaciones en municipios como Salas de los Infantes.
Al respecto, el alcalde de esta localidad, Francisco Azúa, asegura que este año ya han podido comprobar su eficacia, puesto que a pesar de ver cómo el río baja desbordado, se pudo controlar «desde unos kilómetros aguas arriba». «Todos pensábamos que nos íbamos a inundar. La presa de cola ha embalsamado agua, con lo cual nos hemos salvado este año de inundarnos», añade.
«Todos pensábamos que nos íbamos a inundar. La presa de cola ha embalsamado agua, con lo cual nos hemos salvado este año de inundarnos»
También destacan su efecto reduciendo la intensidad de los caudales circulantes por otros municipios, tras añadir las aportaciones del Pedroso (poniendo de ejemplo Covarrubias o Lerma).
16 años de idas y venidas
La historia de esta presa, repleta de retrasos, críticas y confrontaciones da para escribir un libro, e incluso dos. Este proyecto, del que empezó a hablarse ya en el siglo pasado, se ha alargado en el tiempo de tal forma, que muchos creían no verla terminada nunca, y para otros lamentablemente ha sido así.
Construida en hormigón con una cota máxima de 1.045 metros y un volumen de 82 hectómetros cúbicos, esta presa formaba parte del Plan Hidrológico Nacional, y en 2004, durante la primera legislatura de José Luis Rodríguez Zapatero, comenzaron las obras, que, con una inversión inicial de 75 millones de euros, se aseguró que estaría finalizada en 2007.
Sin embargo, desde el primer momento estuvo envuelta en polémicas, puesto que contaba con el apoyo de muchos, pero también con el voto en contra de otros; enfrentando así a los residentes de las cuencas baja y alta del Arlanza. Estos últimos, junto al movimiento ecologista, advertían del efecto negativo que tendría esta construcción en la localidad de Palacios de la Sierra, así como del impacto ambiental que supondría.
«Ha sido un proceso con encuentros, desencuentros, cambio de ritmo, de medidas en la presa. Cada equipo de Gobierno ha tomado una decisión», asegura Azúa, recordando el tiempo que ha llevado su construcción.
Por su parte, el portavoz de la Comisión de Seguimiento de las obras de la presa de Castrovido, Dositeo Martín, recuerda que ha llegado a tener entrevistas con «cuatro ministros diferentes», por esta obra, porque aunque se inició durante el mandado de Zapatero, se mantuvo durante el resto de legislaturas, con presidentes de PP y PSOE al mando.
Ha sido un proceso con encuentros, desencuentros, cambio de ritmo, de medidas en la presa. Cada equipo de Gobierno ha tomado una decisión»
«Ha sido un proceso largo y complicado en todos los sentidos. No ha habido por parte de ningún partido mucha voluntad de hacer la presa, y si se ha hecho es gracias a la presión social de la gente de la cuenca baja del Arlanza, que veía que era una necesidad urgente», subraya.
En este punto, Martín señala la «voluntad nula» de las ministras de Medio Ambiente Isabel Tocino (1996-2000) y Cristina Narbona ( 2004-2008), asegurando que si hubiese sido por ellas «se la hubiesen cargado». «Lo único que hacían era tirar para atrás para que esto no saliese».
El portavoz considera que fueron precisamente los planteamientos ecologistas los que motivaron esta «falta de interés» por parte de los Ministerios para su construcción. «Últimamente, sobre todo los de Medio Ambiente, están más dominados por temas ecologistas», apunta.
Sin embargo, aunque continúa defendiendo la importancia de esta presa para la zona, también señala que «llega tarde». «En la cuenca baja del Arlanza había unas 6.000 hectáreas de contención de riego, que poco a poco han ido desapareciendo porque no había agua para regar. Había mucha costumbre de riego que ha ido perdiendo, y recuperar todo eso va a ser difícil», afirma.
La presa de Castrovido hoy en día sigue impresionando a la gente que la visita de cerca, no solo por su inmensidad, sino también por la historia que esconde detrás. Un proyecto polémico, cuantioso y que se ha convertido ya en una de las obras más duraderas de la provincia burgalesa.
Punto negro en su historia
El momento más trágico de su construcción llegó el 5 de octubre de 2011, cuando cuatro obreros que trabajaban en la presa fallecieron aplastados por una tolva con 20 toneladas de cemento.
Un suceso que conmocionó a la provincia y paralizó las obras durante casi dos años, mientas se esclarecían las causas del accidente. «Fue un acontecimiento muy negro y trágico para Salas, e incluso para la comarca», señala Azúa. Un pensamiento al que se suma Dositeo Martín, que recuerda cómo le afectó personalmente este suceso.
«Son cosas que pasan, pero que no deberían de ocurrir. Te sientes un poco culpable, aunque no tendría que ser así». «Supuso una tragedia muy sentida por todos los implicados en la ejecución de los trabajos, dado que, en muchos sentidos, formaban algo parecido a una gran familia después de muchos años trabajando en el mismo lugar», señalan por su parte desde la CHD.