La joya de la defensa

En el extremo occidental de Burgos, limitando con la provincia de Palencia, Castrojeriz se alza sobre la falda de la colina de Mostelares, a la izquierda del río Odra.

Los inicios de este municipio se  remontan al año 1500 a.C. Así bien, atendiendo a las pugnas y conflictos que se acontecieron en la península durante centenios, la ubicación inicial Castrojeriz, que se situaba en un alto cerro, permitió a este pueblo burgalés adoptar una posición estratégica, una verdadera joya para el arte de la defensa que le permitió mantener durante años el control de numerosas batallas  y, al mismo tiempo, sumar gran popularidad en la zona durante el periodo de la reconquista.

En marzo del 882 Almondhir, tras un largo viaje desde Córdoba  hasta Zaragoza y Tudela, llegó a las tierras castellanas. Allí trató de atacar diversas villas, entre las que se encontraba el municipio de Castrojeriz, pero no obtuvo el éxito deseado.

En el año 983 Castrojeriz se había consagrado como la capital más importante de la zona y pasó a convertirse en la residencia de Munio Nuño Núñez, el conde gobernador que finalmente se haría con la posesión del título de conde de Castilla. 

A partir de ese momento, el rey Alfonso III aprovechó su ventaja sobre los árabes para reforzar las plazas y reconstruir numerosos castillos. Esto, entre otras muchas cosas, hizo que durante la Edad Media Castrojeriz se convirtiera en uno de los cuatro condados principales de Castilla.

Así mismo, Castrojeriz , que fue foco de repoblación de las Tierras del Norte, gozó de una enorme importancia a nivel comercial durante los siglos XIV y XV gracias al comercio de la lana con Flandes. 

En este sentido, y a expensas de que el municipio haya ido transformando su cultura, su arquitectura, sus monumentos y sus obras de arte a lo largo de los siglos, la fisionomía y las construcciones del pueblo muestran una naturaleza puramente medieval. 

Castrojeriz forma parte de la ruta del Camino de Santiago Francés. Por lo que cientos de peregrinos se acercan a conocer el patrimonio de este municipio, que desde el año 2011 presume de ser Bien de Interés Cultural en la categoría de Conjunto Histórico.

Las ruinas del convento de San Antón dan la bienvenida a los peregrinos en su paso por el municipio. Seguidamente, los foráneos se encuentran con el castillo del pueblo. En él se advierten tres partes bien diferenciadas; la romana, reducida a una torre cuadrangular, ya casi oculta; la visigoda, y la medieval.

La Iglesia de Nuestra Señora del Manzano, construida en el siglo XIII y ampliada en el XVIII, cuenta  en su retablo con pinturas de e Raphael Mengs. Esta iglesia, junto a la de Santo Domingo, es uno de los mayores bienes de este pueblo 

Ante la riqueza de su villa, los casteños preparan comida, hotales y albergues para la buena acogida, la alegría y el descanso de todos los visitantes.