El Correo de Burgos

El botellón es ya un problema medioambiental para Aranda

Las multas por dejar residuos oscilan entre los 300 a los 600 euros

Un agente medioambiental documenta los daños en una zona de botellón pegada al parque Virgen Viñas. L. V.

Un agente medioambiental documenta los daños en una zona de botellón pegada al parque Virgen Viñas. L. V.

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LORETO VELÁZQUEZ / ARANDA
Burgos

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Apenas a unos metros de la Iglesia Virgen Viñas, uno de los principales monumentos de Aranda de Duero, la zona parece un estercolero. Cristales de botellas, latas, plásticos de todas las formas, restos de bolsas de comida, de patatas fritas, papeles o, incluso, restos de fogatas. Por haber hay hasta residuos peligrosos como aceite de motor de alguien que pensó que era una buena idea poner allí a punto su coche. 

Un agente medioambiental de la Junta de Castilla y León que inspecciona la zona avisa: tanto la Policía Local como Nacional, Guardia Civil, Seprona o ellos mismos tienen la capacidad de abrir diligencias contra todo el que pillen. «Hablamos de multas que van de los 300 a los 600 euros», advierte mientras hace fotografías para enviarlas a sus jefes de Burgos. «Esto es una barbaridad», rechaza consciente de que no es el único punto así. 

La falta de efectivos impide controlar toda la extensión que se precisaría y basta pasear por las inmediaciones de Aranda, para descubrir vestigios de botellones antiguos y recientes. 

Lo cierto es que la falta de alternativas para jóvenes preocupa. Según explica la psicóloga, Mariana Rocha Celestino, del centro de apoyo a la drogodependencia en Aranda de Duero y la comarca, el alcohol en jóvenes es un problema común en muchas ciudades, pero en Aranda y la Ribera se da una cultura «local» que incentiva todavía más el consumo. «Es muy difícil luchar contra cosas tan establecidas», advierte convencida de que el alcohol «forma parte de todo». «Siempre está presente».

En su opinión, junto a la tendencia cultural también destaca el escaso control a la hora de acceder a la compra de bebidas alcohólicas. «Es algo que falla», señala con desasosiego porque ante la falta de alternativas y el colapso de plazas copadas por terrazas, los jóvenes tienden de agruparse en torno a una botella. «Nos preocupan sobre todo los jóvenes de 12, 13 y 14 años porque son edades en los que ya están bebiendo y además, un montón», avisa.

Decididos a revertir esta tendencia, desde la Concejalía de Juventud del Ayuntamiento de Aranda de Duero ultiman los preparativos para abrir el centro de Arte Joven, un espacio que pretende convertirse en punto de encuentro con wifi gratis (en horario diurno) y con actividades de ocio y cultura, organizadas los fines de semana. 

Ubicado en la Bajada del Molino, el edificio consta de dos plantas, con un concepto semi-abierto. Cuenta con varias zonas para exposiciones y un escenario para obras de teatro y conciertos. Los artistas tendrán a su disposición dos vestuarios y baños con duchas, así como una zona de trabajo para el equipo de sonido.

El público, por su parte, tendrá baños adaptados junto a la entrada, aunque por ahora las personas con movilidad reducida no podrán acceder a la planta superior porque no hay ascensor. En la parte exterior, eso sí, el parque además abre un sinfín de posibilidades.

La apertura se esperaba para este verano pero se ha retrasado y no será hasta 2022. Lo cierto es que es un proyecto largamente esperado desde que hace quince años, el entonces concejal, Máximo López Vilaboa, lo visionó junto al director del Museo de Cerámica, Miguel Martínez Delso.

Este último será el encargado de la gestión, junto a la Concejalía de Juventud, más allá de las actividades orquestadas por la empresa dinamizadora contratada. «Va a ser un icono», aseguraba Miguel Martínez Delso hace unos meses.

A la espera de poder completar la instalación en un futuro, con un ascensor de cristal, el Ayuntamiento de Aranda de Duero ha destinado en los últimos tres años, en el edificio del Molino, 500.000 euros.

Lo que sí está operativa ya es la nueva Concejalía de Juventud tras el traslado de la Casa de la Juventud, en la calle San Francisco, al Edificio del Molino, antigua sede de la IGP del Lechazo de Castilla y León y ex oficina de Obras. Junto a la parte técnica, el espacio reserva para el público una sala de ordenadores y una tercera planta polivalente que servirá como sala de lectura y para organizar cursos.

«Por ahora no están abiertas al público por el Covid», puntualiza el concejal responsable del área de Juventud, Emilio Berzosa.

El concejal confía en poder inaugurar el ansiado Centro de Arte Joven en febrero o marzo del año que viene. «Estamos licitando el sistema de calefacción para que esté antes del 31 de diciembre y luego ya con los presupuestos del año que viene, contrataremos a una empresa de dinamización para que organice actividades los viernes y sábados en invierno, y ya veremos con qué periodicidad en verano», detalla.

Hasta que ese momento llegue, el concejal de Juventud centra su atención en retomar el programa de ocio alternativo, que hasta que llegó la pandemia se organizaba los viernes y sábados en el colegio Castilla. «Vamos a ver si recuperamos poco a poco la normalidad», termina Berzosa.

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