JUAN JOSÉ GUTIÉRREZ / EXALCALDE DE CASTRILLO DE LA VEGA
«Ser alcalde exige ser justo y ecuánime, aunque eso te cree enemigos»
El pasado mes de abril puso fin a 34 años como primer edil, convencido de que era el momento de dar el paso a otros. Hace un balance positivo y quiere volver a escribir
Llevaba 34 años siendo alcalde de Castrillo de la Vega pero un día, concretamente el 22 de abril de 2021, dijo basta, convencido de que le tocaba el turno a otros.
Hoy, desde su «jubilación política», Juan José Gutiérrez, Juanjo, rompe su silencio. «He ganado muchos enemigos pero me quedo con todo lo bueno que hemos podido hacer». ¿Su futuro? Recuperar el arte de escribir.
Pregunta- ¿Qué ha logrado hacer en estos 34 años de alcalde?
Respuesta- Bueno, afortunadamente muchísimas cosas. El polideportivo, el frontón, el centro de servicios a bodegas, la guardería, el comedor, el centro social de la tercera edad, el consultorio médico, el centro de la Asociación de Mujeres Rurales; la reagrupación del juzgado; la canalización de aguas fecales, con la conexión de la depuradora de Aranda; el nuevo depósito de agua que resolvió el problema de caudal que teníamos, el alumbrado o la oficina de Correos, que no todos los pueblos la tienen… En fin, muchas cosas y eso que me he dejado muchísimas.
P-. De todas las iniciativas que ha llevado a cabo, ¿cuál ha sido la que más le ha llenado?
R-. Si tuviese que elegir una me quedo con nuestras participaciones en la Feria de la Ribera de Aranda de Duero. El primer año ganamos el segundo premio, con la recreación de una bodega; y los siguientes tres recibimos el primer premio, con el lagar y la prensa; el rebaño con la lana, el queso y los badajos de Juanito y con el horno de la abuela.
Era una maravilla porque allí nos juntábamos personas de todas las edades, desde 12 años hasta 60. Eran días de hermandad, entrañables.
Era una maravilla porque allí nos juntábamos personas de todas las edades, desde 12 años hasta 60. Eran días de hermandad, entrañables
P-. ¿Qué hacían con los premios?
R-. Pues aprovechábamos para hacer una fiesta con la tercera edad. Comíamos y lo pasábamos fenomenal, pero si me deja elegir otro proyecto que me ha llenado también de forma especial, me quedaría con los planes de empleo porque aquí se ha hecho mucho, dando trabajo a mucha gente y dando forma a proyectos que hacían falta como la residencia, los cercos de las bodegas o la zona del arroyo.
P-. ¿Cómo llega un segoviano a dirigir el Ayuntamiento de un pueblo como Castrillo durante 34 años?
R-. ¡De la manera más tonta! (ríe). Yo empecé en Ferrovial pero luego me cogieron en Pascual como encargado de las vaquerías (cuando iban a empezar con las vacas) y a Fresnillo me fui. Llegar a Castrillo fue casualidad porque había unas casas y me encajaban.
P-. ¿A qué edad se cruzó la política en su camino?
R-. Tenía unos cuarenta años. Me tentaron y yo la verdad es que pensé que en un pueblo que era socialista y siendo encima yo forastero no iba a ganar... ¡pero salí!
P-. En un Ayuntamiento como Castrillo, ¿caben las ideologías?
R-. Yo creo que no. He trabajado con mucha gente de todos los colores y nunca hemos tenido problemas. Puedo poner como ejemplo la segunda legislatura cuando trabajé con un chaval de izquierda, izquierda.
La única condición que me puso fue no ir a misa (ríe). Al final fue un muy buen concejal de Cultura y con él sigo teniendo una buena amistad. De hecho, he de decir que normalmente cuando organizábamos algo así cultural me apoyaba más la gente de izquierda que de derecha.
P-. ¿Por qué decidió dejarlo un día como el 22 de abril de 2021?
R-. Yo siempre pensé que no quería estar mucho tiempo y ya en la cuarta legislatura empecé a buscar a una persona para que me relevase, pero siempre que llegaba el momento se echaban atrás porque no querían dar el paso si yo no seguía; así que después de muchas intentonas decidí no decírselo a nadie (solo a mí familia) y anunciarlo en el Pleno. No lo sabía ni el Secretario.
P-. ¿Qué motivos le animaron a tomar esa decisión?
R-. Las nuevas tecnologías tuvieron mucho que ver. Yo soy de papel y boli y no me hago a estas modernidades. A eso se unió que mi mujer estuvo enferma y me di cuenta que tenía que prestarles más atención.
P-. ¿A qué decida ahora el tiempo libre?
R-. Estoy dedicándome a arreglar cosas atrasadas, a escribir cartas, que es un arte que no se debería perder y a disfrutar de mi nieto, al que adoro. También quiero trabajar en temas sociales porque siempre me ha gustado ayudar a los demás.
P-. ¿Qué consejo le daría a la nueva alcaldesa, Florence Amar?
R-. Que escuche al pueblo, que trabaje por él y que no caiga en el error de beneficiar a unos y no a otros. Ser alcalde exige ser justo y ecuánime, aunque eso te cree enemigos.
P-. ¿Qué le quedó por hacer?
R-. ¡Muchas cosas! Siempre hay cosas por hacer. Me hubiese gustado terminar el plan de rehabilitación de bodegas, pero no se ha podido porque la gente no se pone de acuerdo. La verdad es que me hubiese encantado que hubiera más fraternidad pero la gente va un poco a su rollo. Es la sociedad de ahora. Somos un poco jodones.
P-. Hablan de la España Vaciada. ¿En los pueblos se sienten solos?
R-. En absoluto. Aquí, por ejemplo, en la primera ola de la pandemia hice una lista de las personas que estaban en ese momento solas y las llamaba todas las semanas. Elena, también desde la tienda, hacía un seguimiento y si alguien no iba en un par de días, llamábamos por si necesitaba algo.
P-. ¿Cómo va la Sanidad?
R-. Muy bien. Tenemos al médico, Javier, y a la enfermera, Petri, que vienen todos los días y nos atienden fantásticamente.
P-. Entre tanto papel y tantos recuerdos ¿Echa de menos la alcaldía?
R-. Bueno un poco, pero no me arrepiento. Iré siempre que me lo pidan para ayudar pero ahora me toca estar con los míos.