Trabas burocráticas
La Biblioteca de Aranda lleva diez meses sin comprar libros nuevos
El colapso de Contratación impide adquirir novedades y no hay visos de solución a corto plazo.
Desde hace más de diez meses, la biblioteca de Aranda de Duero no ofrece ninguna novedad en sus estanterías. ¿El motivo? un reparo del área municipal de Intervención que desde el 1 de enero obliga a cambiar el sistema de compra. Según explican los trabajadores, hasta el 31 de diciembre de 2020, la biblioteca pública compraba los libros a cinco librerías de la ciudad, con las que solían rotar para no perjudicar ni beneficiar a ninguna en exceso. “Cada semana venían con las novedades y hacíamos una selección”, explican al recordar que los libros tienen un precio único y un descuento máximo permitido por Ley a bibliotecas.Los libros no son lo único que no se renueva. Las suscripciones a la prensa y a las revistas también se paralizaron con las doce campanas del 31 de diciembre, por la misma traba administrativa.Cambio de normativaLa nueva Ley de Contratos del Sector Público ha complicado todo hasta el extremo y según exige la normativa actual, ya no valen las compras aleatorias; el sistema tiene que regirse por un pliego administrativo, como el resto de contratos del Ayuntamiento. En Aranda, sin embargo, la normativa choca con un problema añadido: el colapso de Contratación, un departamento municipal cargado de trabajo ya que, por él pasan todos los pliegos del Ayuntamiento, pero que sólo cuenta con un equipo formado por tres trabajadores. “Con todo el trabajo que tienen, tienen que priorizar”, entienden con el temor, eso sí, de que la biblioteca nunca encuentre un hueco entre la lista de cosas importantes a hacer.La inquietud es evidente. “Estamos muy preocupados”, aseguran conscientes de los estragos que la falta de novedades puede provocar en una biblioteca. “La pandemia ya hizo mucho daño pero ahora ya, sin opciones nuevas, puede ser el declive”, advierten a sabiendas de que tras la pandemia, los préstamos se han reactivado pero no al ritmo de antes.Trabajadores y usuarios reclaman medidas, con la retina puesta en años atrás cuando a la biblioteca llegaban “todavía calientes” las últimas novedades del mercado. “Aquí la gente sabía que, por lo general, las novedades llegaban aquí dos o tres días después de llegar a las librerías”, añoran.Al no ser una cuestión presupuestaria sino de carácter administrativo, la impotencia es grande. “Si no ofreces cosas nuevas, la gente deja de venir”, apremian.La inquietud se extiende a otras asignaturas pendientes de resolver como la plaza que dejó vacante hace cinco años el ya ex director, Manuel Arandilla. “Sacamos dos veces la plaza pero quedó desierta y ahora estamos trabajando para que el año que viene, en febrero o marzo, se pueda volver a sacar”, explica el concejal responsable del área de Cultura, Emilio Berzosa.Pero lo cierto es que no es tarea fácil. Según explican expertos en la materia, el hecho de limitar la plaza a los licenciados en Biblioteconomía y Documentación cierra muchas puertas.Desde la concejalía, el edil confirma que el problema del suministro de libros se debe a Contratación, “que está muy atascada”. “El pliego técnico está hecho pero hay muchas cosas en Contratación”, asegura el edil quien sabe que la solución no está cerca.Historia de un servicio públicoLa historia de la biblioteca tiene su origen en los Jardines de Don Diego, más concretamente en la Bajada del Molino. Allí, ocupando parte de lo que hoy es la Policía Local y Protección Civil se abrió la primera. “En los primeros años 80, desde esta biblioteca también se coordinaban las compras de cinco mini-bibliotecas cuya sede era cada una de las asociaciones de vecinos”, recuerda el historiador y procurador, Máximo López Vilaboa.El 23 de diciembre de 1985 se inauguró la nueva ubicación en la reconstruida Casa de las Bolas, frente a la Iglesia de San Juan. Ahí la biblioteca compartía espacio con una sala de exposiciones y un pequeño salón de actos.Con la inauguración de la biblioteca de la actual Casa de Cultura en 1994 se unificaron los fondos de ambas bibliotecas, que durante unos años (1985-1994) convivieron. “La Casa de las Bolas pasó a ser sede de la Escuela Municipal de Folklore y del archivo municipal y después se transformó en el actual Museo de Arte Félix Cañada”, añade.En julio de 1974, siendo alcalde, José Eugenio Romera, el Ayuntamiento decidió adquirir el gran edificio del Allendeduero que pertenecía a las Madres de la Misericordia, conocidas popularmente como ‘Las Francesas’, por ser muchas de las religiosas de esta nacionalidad. Dada la precaria situación económica, el propio alcalde y los concejales avalaron personalmente el crédito solicitado. Según recuerda, este edificio albergó de forma provisional la “gran Biblioteca comprada en marzo de 1975 al disuelto Círculo de Recreo de Burgos”. “El Ayuntamiento de Aranda estuvo muy hábil en aquel momento para poder adquirir todos esos fondos”, destaca mientras pone como ejemplo las colecciones de revistas de finales del siglo XIX y del primer tercio del siglo XX.La Biblioteca permaneció en la antigua capilla de las Francesas, mientras se catalogaba, y estuvo abierta al público durante nueve años. En ese tiempo había un único trabajador, el primer bibliotecario, Manuel Arandilla Navajo.El último traslado, ya a su emplazamiento actual en la calle Isilla, se produjo en marzo de 1994. El edificio se había inaugurado el año anterior, 1993, pero únicamente como auditorio y como sala de exposiciones. En el momento del traslado a la actual Casa de Cultura, la biblioteca contaba con cerca de 60.000 volúmenes y más de 7.200 socios. “Con la nueva biblioteca se empezó a contar con servicios que no había como hemeroteca, sala infantil y sala de investigadores. En octubre de 1994 entró en funcionamiento la fonoteca y la videoteca”, concluye.Hoy este centro es un espacio vivo que más allá de los libros, sirve de punto de encuentro en una época, aseguran los trabajadores, en la que mucha gente se siente sola.