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Desmantelan un grupo criminal que actuó en Aranda y en siete provincias
La banda, "frenéticamente activa", ha participado presuntamente en al menos 16 robos con fuerza en las provincias de Burgos, Barcelona, Tarragona, Lleida, Toledo, Segovia y Madrid. Buscaban joyas y objetos de valor. Siete de los ocho miembros han ingresado ya en prisión.
En una operación conjunta, la Guardia Civil, Mossos d'Esquadra y Policía Nacional, han desmantelado una organización criminal dedicada al robo con fuerza en domicilios de todo el territorio nacional. Se le atribuyen un total de 16 robos en todo el territorio nacional, incluido Aranda de Duero.
Durante el pasado mes de septiembre, este grupo criminal empezó a operar en Cataluña, concretamente en Tortosa (Terres de l’Ebre) donde se produjo el primer hecho.
Posteriormente, los agentes pudieron comprobar que el grupo operaba en otros puntos fuera de Cataluña, por lo que se establecieron los mecanismos de coordinación entre los diferentes cuerpos policiales, donde se pudo verificar que varios miembros del grupo investigado estaban también siendo investigados por los mismos hechos. En este punto, los tres cuerpos establecieron un equipo conjunto de trabajo.
Estructura del grupo criminal
Los miembros del grupo vivían en los alrededores de Barcelona, concretamente en las poblaciones de Hospitalet del Llobregat y Cornellà de Llobregat. Los investigadores detectaron que realizaban frecuentes desplazamientos a Madrid, concretamente en el barrio de Puente de Vallecas, donde disponían de la infraestructura necesaria para permanecer varias semanas, mientras desarrollaban su actividad ilícita.
A medida que avanzaba la investigación se fue identificando a nuevos miembros y se comprobó que disponían de varios vehículos que iban alternando en sus actividades. También detectaron contactos y viajes de algunos de los investigados a Italia, dejando patente una posible actividad criminal transnacional.
Modus operandi
Los investigados actuaban siempre en horas diurnas, entre las 09.00 y las 14.00 horas, y al lugar de los hechos, siempre se desplazaban un mínimo de tres personas, con al menos dos vehículos. Cuando se acercaban a la población donde habían seleccionado el domicilio objeto del robo, realizaban una serie de maniobras de contra vigilancia consistentes en conducción errática, y en muchos casos inadecuada para las vías por las que circulaban.
Una vez en la zona del domicilio objeto del robo, uno de los investigados bajaba del vehículo a cara tapada para comprobar los domicilios, mientras que el resto de miembros realizaban con los vehículos un perímetro de control de la zona.
Cuando tenían asegurada la zona, entre una y tres personas accedían en el interior del domicilio haciendo palanca con un destornillador o una herramienta similar a la puerta principal, para después fracturar el bombín de la cerradura con un “pico de loro”. Si a través de esta técnica no conseguían poder forzar la puerta, intentaban acceder en los domicilios por alguna de las ventanas. Dependiendo de la ubicación del domicilio, en ocasiones colocaban uno de sus vehículos ante la puerta para tapar al individuo que forzaba el acceso, cargar rápido los efectos sustraídos y asegurarse una fuga rápida.
Durante todo este proceso, los investigados estaban en continua comunicación para poder tener una reacción rápida en caso de que se produjera algún imprevisto, utilizando para ello auriculares y llamadas telefónicas simultáneas de varios interlocutores.
Del mismo modo que en la fase de aproximación, una vez ejecutado el robo, uno de los vehículos hacía de avanzadilla para detectar controles policiales y dar tiempo a reaccionar a los vehículos de cola que llevaban los objetos sustraídos.
La banda de ladrones buscaba principalmente joyas, de las que se desprendían en un máximo de uno o dos días a través de personas conocidas que actuaban de receptadores, adquiriéndolas y revendiéndolas. El resto de objetos (perfumes, videoconsolas, ropa, o relojes, etc.) los guardaban en sus domicilios hasta que vendían, o bien se los quedaban para darles un uso particular.
De las investigaciones llevadas a cabo en Madrid se pudo comprobar que, durante su estancia allí, los investigados contactaron con un individuo que tenía un negocio de compraventa de oro en el barrio de Usera, para que diera salida a las piezas de mayor valor.
El grupo tenía una estructura muy bien organizada y definida, y una concreta y disciplinada distribución de tareas en el momento de los robos. Esta estructura, junto con las medidas de seguridad que los investigados adoptaban, y el uso de identidades falsas, denotaba el nivel de profesionalidad de los integrantes del grupo criminal.
Una vez identificada y acreditada su participación en los robos, y atendiendo a la frenética actividad delictiva que llevaban a cabo, y al riesgo de fuga de los investigados, el día 1 de febrero de 2022 se llevó a cabo un operativo conjunto entre los tres cuerpos policiales donde se detuvo un total de ocho personas, siete en Cataluña y uno en Madrid, y se realizaron un total de seis entradas y registros en los domicilios de los investigados, donde se localizaron más de 7.000 euros en efectivo y más de doscientos objetos provenientes de los robos.
El grupo criminal había actuado principalmente en las localidades de Tortosa (Tarragona), Taradell (Barcelona), Linyola (Lleida), Santa Maria de Palautordera (Barcelona), Bell-lloc d'Urgell (Lleida), Bellpuig (Lleida), Sidamon (Lleida), Navarcles (Barcelona), Sils (Girona), Calera y Barracas (Toledo), Aranda de Duero (Burgos), El Espinar (Segovia), Madrid (Madrid), y Manlleu (Barcelona).
De los ocho detenidos, la autoridad judicial decretó prisión provisional para siete de ellos. La investigación continúa abierta por si se pueden verificar otros hechos similares atribuibles a este grupo.