PATRIMONIO / EXPOLIO EN 1980
El abogado de Erik el Belga entregó a la Policía el último fragmento de los tapices robados en Castrojeriz
Se sospecha que la pieza haya permanecido oculta en almacenes en Bélgica y otros países a la espera de un comprador / Un policía de Barcelona indujo al abogado a facilitar la recuperación de la pieza, de un valor "incalculable"
Mucha paciencia y mano izquierda. Horas y horas de conversaciones con todo tipo de personas que hubieran tenido contacto con Erik el Belga, memoria para recordar los detalles y perspicacia para enebrarlos y conformar algún indicio que pudiera revivir una vieja investigación sobre un robo de patrimonio histórico.
Todos estos factores se conjugan en la brillante operación para recuperar el último fragmento que se encontraba en paradero desconocido del mayor de los seis tapices robados en 1980 de la iglesia de Santo Domingo de Castrojeriz. 42 años después del expolio, el policía nacional Ángel Alcaraz logró inducir al abogado barcelonés de René Alphonse van den Berghe, conocido como Erik el Belga, para que facilitase la recuperación de la pieza robada, de un valor "incalculable".
El letrado le había asistido entre los años 1982 a 1985 cuando el conocido ladrón de arte permaneció encarcelado en la prisión Modelo de Barcelona, una época en la que devolvió una buena parte de lo robado hasta entonces en su prolífica carrera como expoliador y se recuperaron unas 1.500 piezas.
Con el tapiz bajo el brazo
Alcaraz se 'trabajó' al contacto y le dio tiempo para madurar su respuesta que llegó algún tiempo después de forma sorprendente, según relató el responsable de la Brigada de Patrimonio de la Policía Nacional en Barcelona, Mariano Costoso. "El abogado se presentó en nuestro despacho, nos presentó el tapiz y dijo: aquí está. Erik el Belga estará contento en el cielo de que haya aparecido".
A partir de ese momento, Costoso realizó comprobaciones con el delegado de Patrimonio de la Diócesis, Juan Álvarez Quevedo, y se confirmó que el tapiz aportado por el letrado barcelonés corresponde con la esquina inferior izquierda del gran tapiz dedicado a las Artes Liberales robado en Castrojeriz, de unos cuatro metros y medio de alto por casi seis de ancho, y recuperado en Bruselas, a excepción del retazo que fue cortado y desapareció durante 42 años.
La pieza es un fragmento de unos 50 por 60 centímetros en el que aparece un ángel, de configuración similar a los pintados por Rubens. No en vano, la colección de seis tapices robados son obra del artista flamenco Corneille Schutz, uno de sus discípulos.
Los investigadores están convencidos de que la pieza se recortó aprovechando su ubicación en la esquina del tapiz original para ser vendida exenta y enmarcada. La dificultad de encontrar un comprador, dado que la catalogación de estas obras indicaría que se trata de piezas robadas, y la labor de la policía "que nunca descansa" motivaron que este fragmento haya pasado en la clandestinidad más de cuarenta años.
Se sospecha que la pieza haya permanecido oculta en almacenes en Bélgica y otros países a la espera de un comprador, saltando de un lugar a otro sin que tuviera salida, según explicó Alcaraz. "Quién le pone valor a una pieza de un discípulo de Rubens del siglo XVII", se cuestiona Alcaraz, al que replica Costoso: "Es incalculable".
Ambos policías acudieron hoy a la Casa de la Iglesia en Burgos en comisión judicial mandatados por el juzgado central número 4 para hacer entrega de la pieza robada a su legítimo dueño, que no es otro que la parroquia de Santo Domingo de Castrojeriz, cuyo párroco asistió a la presentación de este logro policial y a la recepción de la pieza por parte del arzobispo de Burgos. Mario Iceta se congratuló del éxito policial al recuperar este "trozo de memoria" de Castrojeriz que permitirá a los vecinos "honrar lo que han sido sus raíces y transmitirlo en las mejores condiciones para el futuro".
La recepción de la pieza también estuvo rubricada por la Delegada del Gobierno en Castilla y León, Virgina Barcones, quien resaltó la labor policial y su “eficacia a la hora de recuperar obras de arte sacro robadas” e hizo votos porque los investigadores pudieran volver pronto a la Comunidad a devolver futuras piezas recuperadas de otros expolios sin resolver. "Por mucho tiempo que pase, los casos no quedan cerrados hasta que se resuelven”, sentenció.
Historia de un expolio
El retazo recuperado forma parte del tapiz flamenco del siglo XVII denominado, entre otros apelativos, como 'La apoteosis de las artes' que había sido robado el 7 de noviembre de 1980 de la iglesia de Santo Domingo de Castrojeriz junto con otros cinco tapices elaborados todos ellos en Brujas por obra del artista flamenco Corneille Schutz, discípulo de Rubens.
La autoría del expolio recayó en la banda de Erik el Belga. Los seis tapices robados formaban parte de una serie dedicada a las artes liberales. Representaban a la Música, la Astronomía, las Matemáticas, la Filosofía, la Gramática y un resumen de todas ellas, el conocido como La apoteosis de las artes.
El mismo año del robo, en 1980, tres de estos tapices fueron hallados en Francia y otro en Bélgica. Los dos restantes se encontraban en Barcelona donde fueron recuperados en 1982. Pero al tapiz que compendiaba todas las artes liberales le había sido cortado un trozo de la orla de su margen inferior izquierdo. Esa es la parte ahora recuperada y que pone fin a una investigación que había comenzado hace 42 años.
Ladrón, pero no de guante blanco
Erik el Belga fue un marchante de obras de arte, restaurador, pintor, escritor y ladrón internacional que cometía numerosos robos en iglesias y capillas. Asimismo capitaneaba un grupo organizado dedicado a expoliar obras de arte sacro, unas veces por encargo de coleccionistas y consumidores de arte con un importante poder adquisitivo que les interesaba alguna obra artística en concreto, y otras por propia iniciativa según su posibilidad de venta fácil en el mercado negro internacional. Tras su arresto en Barcelona, su abogado colaboró con las autoridades para la recuperación de gran parte de las obras sustraídas.
El agente Ángel Alcaraz, que se ha documentado en su labor delicitiva con diferentes personas con las que tuvo contacto en su carrera criminal, incidió en desmitificar el mito del ladrón de guante blanco ya que, recordó, en su robos se usaron métodos violentos para forzar la entrada de iglesias, ermitas o templos y se causó un enorme daño al patrimonio con el destrozo de "piezas únicas", perdidas para siempre por la codicia de un ladrón que "engañó a todos" pretendiendo aparentar que devolvió lo robado y tuvo su "verdadera alma en los almacenes" en los que escondía su botín.