El Correo de Burgos

INVASIÓN DE UCRANIA

Alfonso Lozano, los ojos de una guerra en Ucrania que se escapa a los límites de lo humano

Burgalés de Pradoluengo, lleva casi una década en Nueva York trabajando con la periodista Almudena Ariza / Ambos han cubierto la guerra en Ucrania

Lozano con Almudena Ariza (dcha) y Alina, intérprete y fixer. ALFONSO LOZANO

Lozano con Almudena Ariza (dcha) y Alina, intérprete y fixer. ALFONSO LOZANO

Publicado por
RAQUEL FERNÁNDEZ / BURGOS
Burgos

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Hace apenas unos días que ha regresado a Nueva York, aunque hubiera dado lo que fuera por hacer una paradita en su pueblo burgalés, Pradoluengo, y desconectar de todo lo vivido en estas últimas semanas. Debe volver al trabajo, a contar nuevas historias de la vida diaria de Estados Unidos, pero deja atrás un mes que nunca podrá borrar de su memoria. Un mes de guerra en Ucrania en el que él ha sido la mirada de lo que millones de españoles vieron aterrorizados desde la televisión. Y sí, vuelve con una mochila cargada de tristeza por las situaciones vividas, pero también con la satisfacción de ver que todavía queda humanidad en la mayoría de la gente. 

Él es Alfonso Lozano, el cámara que junto a la reconocida periodista Almudena Ariza, ha cubierto para TVE el último mes de la invasión rusa, viviendo episodios inimaginables para este joven de 34 años que confiesa no ser dado a conceder entrevistas. Es más, esta es la primera en toda su carrera y en el fondo la hace por su amor incondicional a Pradoluengo y a su familia, «ya que mucho de lo que soy se lo debo a ellos», señala, apuntando que «los periodistas no deben ser el ombligo de los acontecimientos, solo estamos para contar lo que sucede».

Alfonso cámara en mano trabajando en Ucrania. A. L.

Alfonso cámara en mano trabajando en Ucrania. A. L.

De estas últimas cuatro semanas, Lozano asegura ser incapaz de describir lo que ha vivido. «Necesito tiempo para procesar y descansar. Es mi primera guerra, aunque había estado en la ‘guerra del narco’ en México hace años y otros sucesos como huracanes, revoluciones sociales y desastres naturales. No es lo mismo, pero tienen similitudes. Esta guerra me ha proporcionado una cantidad de historias que no podían dejarse ahí y había que contarlas. Y en eso, Almudena Ariza es la mejor. Las historias están en la calle, que es de donde te enteras de la realidad. De ahí que el trabajo de calle, el trabajo del corresponsal, el de los medios locales no pueda desaparecer».

De todas las imágenes que ha grabado con su cámara, Alfonso afirma que la masacre ocurrida en Bucha ha sido de las peores. «Ha sido horrible, se escapa de los límites de lo humano. Fuimos uno de los primeros medios en acceder. La verdad que es duro que haya personas que te escriban poniendo en duda lo que has visto. Estamos en un época de desinformación y de extremos», afirma. 

Pero hay otras muchas cosas durísimas que han pasado a través de su mirada por su cámara, «ver a los padres y maridos acompañar a sus hijos y mujeres a la frontera y despedirse es muy duro también. Estar con los niños huérfanos que te preguntan por qué les bombardean y no saber que responder; la abuela que ha enterrado a su hija en el patio de su casa... Una guerra es horrible, mires hacia donde mires. Pero también saca lo mejor de cada uno: las mujeres que se quedan a defender su pueblo, los voluntarios que cocinan y alimentan a las tropas, los que esconden las obras de arte, los hackers que hacen su guerra cibernética… La resiliencia y la capacidad de sufrimiento del pueblo ucraniano me ha parecido increíble».

La verdad que es duro que haya personas que te escriban poniendo en duda lo que has visto

El miedo ha acompañado inevitablemente a Alfonso en Ucrania, aunque asegura que tenerlo es algo natural, «no te hace cobarde, al contrario, te hace estar más alerta. Quizá la adrenalina y la dinámica del día a día te hace ser un poco inconsciente, pero los riesgos están ahí, por supuesto. Estés en primera línea, en segunda o en un búnker escondido», señala, destacando que lo que más le ha sorprendido es la capacidad del ser humano de adaptarse a situaciones tan duras. 

Una mujer llora en Ucrania en una imagen tomada por Alfonso Lozano.

Una mujer llora en Ucrania en una imagen tomada por Alfonso Lozano.

«En la batalla de Irpin, en los bombardeos y combates, el sonido de las bombas caer, las metralletas, los misiles de salida y de entrada, la gente correr… al principio te sorprende y te pone en alerta. Te quedas como en shock, pero según vas entrando en la dinámica, por alguna razón, tu mente se ‘aclimata’ a la situación y convives con ello: tú sigues haciendo tu trabajo, buscando testimonios, encontrando historias pero con esos sonidos de fondo. Con los tanques rusos a la vuelta de la esquina. Y hasta la gente que no ha podido huir te lo dice, que llega un momento que tienen que convivir con ello. A lo que es imposible acostumbrarse es al dolor y a la tragedia. Se sufre mucho».

«En Stoyanka, los ucranianos les estaban ganando terreno a los rusos y podías escuchar y ver el combate. Era brutal. Decidimos buscar gente que había decidido quedarse en sus casas. Nos encontramos cinco vecinos en total, ya que los demás o habían huido o muerto. Tenían metralla en las puertas, casas semidestruidas y agujeros de mortero en sus jardines. Todos te hablaban y todos te mostraban su dolor y su impotencia».

"A lo que es imposible acostumbrarse es al dolor y a la tragedia". ALFONSO LOZANO

El trabajo en Ucrania ha sido complicado, «el día a día es muy difícil, por todos los controles, las zonas de batalla, los imprevistos… Por eso es esencial tener un buen fixer y un buen conductor. Te pueden salvar la vida. Son los que conocen el terreno y saben moverse», añade.

Lozano estudió Cine y Televisión y desde 2008 trabajó para varios magazines españoles y fue en 2013 cuando una llamada de Almudena Ariza le abrió las puertas que le hicieron llegar hasta la corresponsalía de Nueva York. «No me lo pensé dos veces. Me planté allí casi con lo puesto para cubrir la caída de la bola de Times Square en Nochevieja. Mi familia me apoyó desde un principio y aquí estamos. Pensé que sería para una temporada corta, pero ya voy para nueve años».

«Estoy muy sorprendido por lo valientes, lo tenaces y por la fuerza del pueblo ucraniano». ALFONSO LOZANO

«Estoy muy sorprendido por lo valientes, lo tenaces y por la fuerza del pueblo ucraniano». ALFONSO LOZANO

Con Almudena Ariza crea un equipo casi mágico en el que los dos saben lo que tienen que hacer con solo mirarse. «Como reportera es de las mejores y como jefa ni te cuento. Su calidad humana es maravillosa y de ahí su éxito. Tiene pasión, humildad y sentimiento. Pasamos muchísimas horas juntos y hemos vivido muchas experiencias. Mucho de lo que soy, se lo debo a ella», señala, confesando que en crónicas de guerra como ésta «tenemos códigos entre nosotros para en momentos difíciles o de sorpresa mantenernos juntos, saber dónde cubrirse o cómo reaccionar».

Otro de los aspectos que les ha puesto muchas trabas en esta guerra es la falta de señal telefónica. «Y eso limita mucho. Lo primero que se destruyen son las comunicaciones. Por ejemplo, la ciudad de Irpin estaba totalmente destruida. Igual que Zhytomir o Bodoyanka, como ejemplos. Teníamos que ir, grabar, montar y volver a una zona con cobertura. A todo esto, con miles de imprevistos como carreteras destruidas, batallas y trincheras que te hacían demorarte más».

Del pueblo ucraniano se queda con su fuerza y con su solidaridad. «Estoy muy sorprendido por lo valientes, lo tenaces y por la fuerza del pueblo ucraniano. Se han portado con nosotros de una manera espectacular. Sabiendo que están en guerra, teniendo sus propios problemas, han tenido tiempo de darnos de comer, de ofrecernos sus casas para dormir, de guiarnos por los pueblos y de contarnos sus historias».

Una guerra es horrible, mires hacia donde mires, refelexiona Lozano, que tomó esta fotografía de las calles destrozadas de Ucrania.

Una guerra es horrible, mires hacia donde mires, refelexiona Lozano, que tomó esta fotografía de las calles destrozadas de Ucrania.

Recuperar su día a día en Nueva York es lo que ya intenta este cámara de TVE, aunque asegura tener siempre la maleta preparada para salir ‘pitando’ a cualquier lugar para grabar lo que suceda, una vida a la que ya se ha acostumbrado también su pareja Sarah. «Mi pareja me aporta ese punto de tranquilidad, esa calidez y ese sentimiento de pertenencia en una ciudad tan dura como es Nueva York. Está acostumbrada a mi trabajo, pero una de las primeras citas, se murió Fidel Castro y Almudena Ariza me llamó a las doce de la noche para decirnos que nos teníamos que ir a Cuba. Le tuve que dar plantón y ella no se lo podía creer. Estuve una semana sin escribir porque no había cobertura». 

Y es que su trabajo es para él pura pasión y entrega. «Mi labor es intentar hacer sentir las mismas emociones que yo siento a través de mi cámara y, así, poder transmitirlas al espectador que nos ve. Si te gustan o no, si te hacen llorar o reír es bueno, porque te ha producido algo dentro de ti, aunque sea ínfimo, pero te ha hecho sentir. Ese es mi objetivo, ser tolerante visualmente. El problema vendría si lo que grabo no te produjese nada».

Volver al pueblo

Pradoluengo le espera, lo más seguro este verano, para desconectar en plena naturaleza en este pueblo burgalés. «Siento una profunda conexión con Pradoluengo, con sus tradiciones y con sus gentes. Son mis raíces, mi pasado y mi presente. Mi familia, mi cuadrilla, parte de mi vida está allí. Mis valores van de la mano con Pradoluengo.

ALFONSO LOZANO

ALFONSO LOZANO

Aunque fuera en verano, en navidades, en los puentes… me ponía nervioso cuando sabía que iba a ir a ver a mis abuelos y a mis primos», explica Lozano, poniendo en valor una de las cosas que se hacen en este pueblo, «llevo años haciendo una pequeña tradición que hacía mi abuelo Fonsi que es regalar calcetines de mi pueblo a todo el mundo. Cuando vuelo a Nueva York me llevo una buena caja y los reparto. ¡Y la gente me pide más!» 

Su afición por la fotografía y el vídeo le vienen de su abuelo «y también de mi tío Diego. Son mis ángeles de la guarda, allí donde estén, llevan la firma de mis imágenes. Disfrutaban de Pradoluengo y lo inmortalizaban con sus cámaras. Sin duda son mis referentes, junto con mi padre a quien se lo debo todo. Un superman disfrazado de humano, que junto con la mejor madre del mundo, hacen que mi hermana y yo seamos lo que somos», concluye.

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