El Correo de Burgos

Aranda de Duero

Los padres de Lucía del Mazo, recurren al Tribunal Supremo para exigir Justicia

La última sentencia avala la condena de dos años por lo que el culpable del accidente mortal no irá a la cárcel. El conductor que arrolló el coche de Lucía, iba borracho, conduciendo un Porsche Cayene a gran velocidad y sin luces. Ocurrió en Aranda en 2018.

Lucía tenía 22 años y un bebé de 2 años

Lucía tenía 22 años y un bebé de 2 años

Publicado por
Loreto Velázquez
Aranda

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La familia de Lucía del Mazo, la joven de 22 años que falleció en 2018 tras ser arrollada en Aranda por un conductor ebrio, cuando iba en su coche (con su marido y su hija de 2 años), continúa su lucha judicial; esta vez en el Tribunal Supremo. “Necesitamos que se haga Justicia”, implora la madre, Alicia Puertas.

Decididos a reconducir la sentencia inicial que dejaba en dos años la pena de prisión, la familia ha presentado un recurso en casación. “Sólo queremos que vaya a la cárcel; es lo mínimo que merece mi hija”, lamenta.

Los hechos se remontan a la madrugada del 18 de febrero de 2018, cuando el vehículo donde iba Lucía con su pareja y su bebé, fue arrollado por un conductor ebrio que conducía a gran velocidad un Porsche Cayene. Según consta en los hechos probados, pese a estar limitado por los efectos de la ingesta alcohólica, iba además sin luces y “desatendiendo las circunstancias del tráfico” de una vía limitada a 30 Km/h.

El choque se produjo a la altura del número 72 de la Avenida Castilla, cuando el condenado atravesó un paso sobre-elevado previo a un paso de peatones, sin percatarse de que le precedía un Renault Megane, donde Lucía llevaba a su familia de regreso a casa. El impacto desplazó su vehículo 86 metros hasta que colisionó con un árbol de la mediana y con una señal de tráfico. Por su parte, el vehículo del procesado se desvió hacia la derecha como consecuencia del impacto, atravesó el carril bici y se subió a la mediana ajardinada por la que se desplazó hasta colisionar con una farola.

Con 22 años cumplidos y muchos sueños pendientes, Lucía falleció, dejando a su hija, a su marido, una hermana y unos padres que siguen desolados. El marido sufrió cervicalgia y lumbalgia postraumática. El accidente le ha dejado como secuela estrés postraumático moderado.

La pequeña que hoy tiene seis años sufrió un hematoma en región pretibial derecha, brazo izquierdo, excoriación en cara y fractura proximal metafisaria de tibia izquierda sin desplazar, por las que precisó tratamiento médico ortopédico y farmacológico y tardó en curar 85 días. Le ha quedado como secuela una desviación de la pierna fracturada.

En el golpe se lesionó también la persona de 53 años que acompañaba al condenado.  La prueba de alcohol confirmó las sospechas de la policía: el autor del accidente dio positivo con 0,94 miligramos de alcohol por litro de aire espirado, cuando el límite está en 0,25 mg/l.

“No se puede ir de rositas”

A la hora de reducir la pena a dos años, el tribunal tuvo en cuenta como atenuante que el procesado había ingresado 60.000 euros, aunque la familia nunca ha pedido dinero. En el auto, el tribunal le retiraba además el permiso de conducir por tres años. “Esto no puede quedar así. No se puede ir de rositas. No ha sido un accidente. Iba a toda pastilla, bebido, sin luces… ha matado a mi hija pero también ha dejado sin madre a una niña que la necesita y que todavía la llama”, lamenta con impotencia.

En el fallo, la Audiencia Provincial desestimaba el recurso de apelación que la familia de la víctima había interpuesto contra la sentencia dictada por el Juzgado de lo Penal número 2 de Burgos. No solo confirmaba en todos los extremos la sentencia sino que además imponía a la parte apelante las cosas procesales causadas en esa instancia. “¿Qué mensaje estamos mandando a la sociedad si a un tipo así no le pasa nada?”, cuestiona.

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