El Correo de Burgos

Aranda de Duero

La Fiscalía pide 14 años de cárcel para el cura acusado de agredir sexualmente a una arandina

La Iglesia a la que pertenece el sacerdote, le suspendió de sus funciones pero el acoso ha seguido. La Audiencia Provincial de Burgos celebrará el juicio pero aún no hay fecha.

La primera agresión se produjo en las inmediaciones de la ermita Virgen de las Viñas de Aranda de Duero

La primera agresión se produjo en las inmediaciones de la ermita Virgen de las Viñas de Aranda de Duero

Publicado por
Loreto Velázquez
Aranda

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A la espera de que la Audiencia Provincial fije una fecha para el comienzo del juicio, el Ministerio Fiscal ya ha presentado el escrito por el que pide 14 años y 9 meses de prisión y 19 años de libertad vigilada para el cura que presuntamente agredió sexualmente, amenazó y acosó a una arandina en 2018.

Según consta en el documento de Fiscalía, él, sin antecedentes penales y nacionalidad española conoció a la denunciante en julio de 2017 en un evento religioso de la Iglesia de la Renovación Carismática Católica que se celebraba en Madrid. Como sacerdote la confesó.

En octubre de ese mismo año volvieron a encontrarse por casualidad en Alcalá de Henares (Madrid) con motivo de la celebración de la festividad religiosa del Hollywins, donde la víctima había acudido con su hijo y otras familias de Aranda. El procesado le pidió entonces su número de teléfono y le hizo instalarse la aplicación de ‘telegram’ para poder comunicarse con ella. Esa misma noche le envió los primeros mensajes en los que comentaba algunas citas bíblicas en las que le decía que era “la elegida” y “la amada”. Así siguió, explica la Fiscalía, durante varios meses hasta que ella decide bloquearle. Lejos de entender el mensaje, el procesado comenzó a llamarla desde “una gran cantidad de números de teléfono fijos y móviles”.

Ante la insistencia del sacerdote, la denunciante accedió a tener un encuentro que se produjo en la ermita de la Virgen de las Viñas en Aranda de Duero (Burgos).

Tras el paseo, se sentaron en un banco de la parte trasera de la ermita donde el procesado, comenzó a cogerle las manos, besárselas y tocarle el pelo. Ella, incómoda, se levantó y le pidió que no la tocara más, ante lo que el procesado le hizo sentarse otra vez, diciéndole que no tuviera miedo. Cuando ella decidió irse, él “con el deseo libidinoso de satisfacer sus deseos sexuales, la empujó bruscamente contra la pared de la ermita de la Virgen de las Viñas e intentó besarla”. Cuando ella apartó la cara, el procesado la tiró “fuertemente” del pelo y le dijo “que no se le ocurriese volver a retirar la cara cuando él intentara besarla”. Entonces empezó a “refrotarse” e intentó tocarla por todas las partes del cuerpo, llegando a lamer y besar el cuello y su cara mientras ella lloraba, al tiempo que él gemía diciendo que estaba muy excitado e intentando también tocarle los pechos por debajo de la camiseta. Mientras él le soltaba barbaridades “como que le iba a dar por todos los sitios”, ella aprovechó un descuido para darle una patada en las partes íntimas y echar a correr. Él la cogió del brazo, que lo tenía roto, causándole un gran dolor; forcejearon y finalmente salió corriendo sin parar hasta que pudo alejarse de allí y esconderse en la ermita de San Antón.

La atacó con fuerza

A mediados de noviembre de 2018, el procesado se presentó por sorpresa en el establecimiento de Aranda donde trabaja ella. Aprovechando que estaba sola, le empezó a decir que estaba muy guapa. Cuando ella le cortó llamándole sinvergüenza y recordándole que un sacerdote no puede hacer esas cosas,  él le replicó que “no pusiera cara de niña asustadiza”, que “ella estaba deseando follarle igual que él y que eso mismo iban a hacer en ese instante”. Dicho esto, el procesado la cogió bruscamente, la metió en una sala, y “la echó violentamente de un empujón sobre una camilla, la puso boca abajo y agarrándola por la coleta, le dijo que “era una zorra y que la iba a follar hasta dejarla reventada”.

Como ella se resistía por todos los medios a que le bajara los pantalones, el procesado optó por masturbarse encima de ella. Acto seguido la mordió con fuerza en la pierna y en el pecho.

A los pocos días volvió en dos ocasiones insistiendo y forzándola a tener un contacto, que ella, como dejó claro con patadas y empujones, no quería.

Decidida a terminar con la situación, la perjudicada se puso en contacto con el obispo de Alcalá de Henares, quien inició un proceso y le suspendió de forma cautelar de sus funciones ministeriales. El acusado se recluyó en un monasterio. La víctima dio un paso más en junio de 2019 cuando presentó una denuncia ya que las llamadas seguían casi a diario, en ocasiones hasta 15 veces.

Como consecuencia de esto, la víctima ha sufrido un trastorno de estrés postraumático con síntomas disociativos y un nivel de ansiedad severo con síntomas fisiológicos, cognitivos y emocionales que requieren una terapia especializada y por los que ha estado en tratamiento psicofarmacológico.

El 1 de agosto de 2019 el Juzgado de Instrucción número 1 de Aranda de Duero marcó una orden de alejamiento que el hombre rompió, por lo que ahora ha sido condenado a una multa de 3.200 euros.

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