ARTES, MÚSICA Y TRADICIONES RURALES
«No queremos que se pierda el carácter familiar con el que empezó el Artim»
La Asociación Ábrego ultima los preparativos de su aterrizaje en Espinosa de los Monteros, del 10 al 17 de julio, con el objetivo de volver a «crear una red de personas afines» / La Feria de Productores Locales contará con 22 expositores
Día tachado en el calendario, «más nervios» si cabe que el anterior. El Festival Etnográfico, de Artes, Música y Tradiciones Rurales, popularmente conocido como Artim, está a la vuelta de la esquina y en la Asociación Ábrego ya se muerden las uñas. Les puede la emoción tras el ansiado regreso de 2020 frustrado por la pandemia y saben que Espinosa de los Monteros espera con ansias su llegada el próximo 10 de julio.
En pleno retoque de la programación para «cuadrar espacios», la responsable de Diseño y Comunicación de Ábrego, Sara Cabezudo, detalla que aún quedan plazas para algunos de los cursos ofertados. Tal y como expusieron los organizadores durante la presentación del festival el pasado mes de abril, para esta edición se han abierto 160 inscripciones, de las cuales 15 se enmarcan en una beca gestionada a través de la Fundación Gutiérrez Manrique para favorecer la participación de personas que se encuentran «en riesgo de exclusión social».
Fiel a sus orígenes, el Artim pretende «crear una red de personas afines» capaces de generar sinergias, a través de diferentes ámbitos, para revitalizar un medio rural gravemente acuciado, cada vez más, por la despoblación y la falta de oportunidades.
En este sentido, Cabezudo apunta que el evento estará «muy enfocado a la formación». Para ello, se pretende establecer una línea diferenciadora, pero al mismo tiempo compatible, entre la agroecología y las artes musicales y escénicas. De lo que se trata, en definitiva, es de «combinar la esfera del arte y de la agricultura» incluyendo además «actividades para la gente del pueblo», que año tras año les recibe con los brazos abiertos.
«No queremos que se pierda el carácter familiar con el que empezó el Artim», enfatiza Cabezudo con la intención de subrayar que nunca se pretendió que la cita se convirtiese en una suerte de macrofestival que acaba dejando a un lado su filosofía primigenia.
Por este motivo, los cursos se desarrollarán de lunes a viernes favoreciendo un «espacio de descanso y formación» para los participantes y dejando el fin de semana para el ocio a través de múltiples propuestas. En clave musical, la idea es dar «mucha cabida a bandas emergentes que están en el territorio» orgullosas de sus raíces y de su gente.
Lo que está claro, y así lo expone Cabezudo, es que el Artim no cierra las puertas a nadie. «Ojalá venga mucha gente el fin de semana», señala en referencia al innegable impacto que el festival tiene sobre los negocios locales. Del mismo modo, destaca la importancia de la Feria de Productores Locales, «gente maravillosa» que se sumará a la Muestra de Oficios Artesanales para enseñar a todo aquel que lo desee cómo se ganan la vida desde el medio rural de manera sostenible tanto social como medioambientalmente.
En total, 22 expositores procedentes de distintos puntos de la provincia de Burgos mostrarán in situ por qué merece la pena, aunque cueste, asentarse en pequeños núcleos poblacionales que luchan día a día por su supervivencia.
Para que el entorno sea lo más familiar posible, Artim brindará espacios para los más pequeños con «profesionales» a su cargo. No cabe duda de que estarán a gusto, al igual que los vecinos de Espinosa que ya preguntan sobre las novedades y eventos previstos. Lo comprobaron hace poco las chicas de Ábrego mientras pintaban un mural. En plena faena, un grupo de señoras les confesó de que ya tienen «ganas de juerga» y de «ver actividad en el pueblo».
Se ve que hay impaciencia porque mucho ha llovido desde la última edición. Afortunadamente, cada vez queda menos y la última hoja del calendario está a punto de caer. Y aunque dicen que el tiempo vuela, seguramente la espera se esté haciendo más larga de lo debido.