El Correo de Burgos

PEÑARANDA DE DUERO

Una de las joyas de la Ribera

Los Avellaneda fueron los impulsores del pueblo / Tiene la botica más antigua de España

El palacio de Avellaneda, también conocido como de los Condes de Miranda, santo y seña de Peñaranda. L. VELÁZQUEZ

El palacio de Avellaneda, también conocido como de los Condes de Miranda, santo y seña de Peñaranda. L. VELÁZQUEZ

Publicado por
ÓSCAR CORCUERA /  BURGOS
Burgos

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A tan solo 18 kilómetros de Aranda de Duero se encuentra una pequeña joya de poco más de 500 habitantes que sorprende por mantener hoy en día bien conservada su riqueza e historia de antaño. Peñaranda de Duero es una localidad en la que su pasado habla por si solo  gracias a la morfología del pueblo, llena de edificios históricos y con un caserío fabuloso. 

Se eleva sobre el pueblo el castillo de la ciudad,  varado en la altura como un barco naufragado. Sus ruinas, bien conservadas para ser del siglo XV, recuerdan al viajero la categoría de «plaza fuerte» que ostentó gracias a su emplazamiento. 

Fue construido por Fernán González en el siglo X, y fue reformado integralmente en el siglo XV, época de la que datan sus actuales ruinas. 

La torre del homenaje es la pieza más importante de la fortaleza. Especialmente bien conservada, cuenta con tres pisos de altura que hoy en día albergan el Centro de Interpretación del Castillo. 

El caserío de Peñaranda revela el origen medieval que el pueblo ha sabido conservar.

El caserío de Peñaranda revela el origen medieval que el pueblo ha sabido conservar.

Desde el castillo se puede disfrutar de una vista aérea del pueblo en la que destacan los dos edificios más importantes de la localidad: el palacio de los Condes de Miranda y la excolegiata de Santa Ana. 

Ambos edificios se encuentran enfrentados en la plaza mayor de la localidad, dándole un aura histórica al lugar que complementa perfectamente el rollo de justicia de decoración gótica flamígera que se ubica en el centro de la plaza y habla de nuevo de la importancia del pueblo, ya que se usaba para impartir justicia en nombre del rey. 

El palacio es una edificación del siglo XVI de estilo plateresco, posible obra de Francisco de Colonia. Cuenta con un magnífico patio interior muy bien conservado. 

En su interior destacan sus ricos artesonados, así como el Salón de Embajadores, con su elegante chimenea de estuco y una original galería que alojaba a los músicos. Todo el conjunto es visitable, al igual que el castillo y la excolegiata. 

La ahora iglesia de Santa Ana, antes colegiata con el mismo nombre, es el centro religioso de Peñaranda. Encargada también por la familia Avellaneda en 1540, goza de una portada barroca clasicista que habla de la importancia del lugar. 

La escalinata de acceso tiene una columnata de mármol importada de Nápoles,así como tres bustos romanos traídos de Clunia. En el interior sobresale el retablo neoclásico principal, que está rematado por un altorrelieve en honor a Santa Ana.  También destacan un Cristo Yacente articulado del siglo XVII y un nazareno de comienzos del mismo siglo. También es digna de mención la colección de reliquias traídas de Italia y expuestas en varios retablos neoclásicos. 

Saliendo de la imponente plaza mayor, si uno se atreve a callejear por el pueblo se encontrará con joyas históricas. Una de ellas es la farmacia más antigua de España. Desde el siglo XVIII la familia Ximeno ha regentado la botica del pueblo durante más de ocho generaciones. Hoy en día el negocio ejerce la atención al público con normalidad, pero también se puede visitar. Cuenta con una botica, una rebotica, un laboratorio y un jardín de plantas medicinales cultivadas por los mismos regentes de la farmacia. 

Con ella también destaca la herrería y relojería del pueblo, que cuenta con una magnífica colección de relojes antiguos y en cuya forja aún se trabaja el hierro siguiendo la tradición castellana. 

Y tradición no le falta a Peñaranda, que hace gala de su pasado con sus trajes regionales, de los más ricos de la provincia. 

La jota peñarandina también destaca en el imaginario burgalés,  dando a entender la importancia del pueblo en otros tiempos. 

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