El Correo de Burgos

SOLIDARIDAD

Los 20 niños saharauis que llegan a Burgos para unas ‘Vacaciones en paz’

La asociación burgalesa ‘Amigos del Pueblo Saharaui’ recibió hace dos semanas a los niños tras dos años sin poder realizar esta acogida por la pandemia

Sonia Rodríguez, concejala de asuntos sociales del Ayuntamiento de Burgos, entrega un regalo a un pequeño refugiado recién llegado de África. SANTI OTERO

Sonia Rodríguez, concejala de asuntos sociales del Ayuntamiento de Burgos, entrega un regalo a un pequeño refugiado recién llegado de África. SANTI OTERO

Publicado por
ÓSCAR CORCUERA MUNGUÍA
Burgos

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La asociación burgalesa ‘Amigos del Pueblo Saharaui’ ha recuperado este verano la iniciativa solidaria ‘Vacaciones en paz’, una acción con décadas en funcionamiento en la ciudad y que hace posible que niños saharauis sean acogidos por familias burgalesas para que puedan pasar un verano distinto y mejor. En el acto de recepción oficial celebrado en el Salón de Plenos del Ayuntamiento de Burgos los niños recibieron presentes por parte del concejo y Marian Rocandio,  vicepresidenta de la asociación ‘Amigos del Pueblo Saharaui’, presentó de nuevo la iniciativa junto a Nuria Barrio y Sonia Rodríguez, concejalas de Personal y Asuntos Sociales, respectivamente. 

Rocandio destacó que la mayoría de los niños no habían salido nunca de casa, por lo que para ellos todo resulta «maravilloso». Espera, eso si, que «en años sucesivos podamos ser las familias de acogida las que vayamos a visitarles a ellos». También aprovechó para recriminar al gobierno de España y en concreto al presidente Pedro Sánchez «ese giro que dio tan traicionero» y «que deje de traicionar por segunda y tercera vez al pueblo saharaui». Aseguraba la vicepresidenta que «es una responsabilidad que el gobierno de España tiene con el pueblo saharaui» y terminó por afirmar: «seguiremos luchando hasta que el sáhara sea libre y esté en sus territorios, donde les corresponde». El acto tras estas declaraciones finalizó con aplausos por parte de los asistentes y al grito  de «Sahara, libertad, polisario vencerá». Veinte han sido esta vez los niños y niñas que han podido venir a disfrutar de esta iniciativa, cifra que contrasta con los hasta 35 o 40 que han podido venir en años anteriores a la pandemia. Es normal que el número se haya visto reducido, pues después de dos años en el dique seco este tipo de iniciativas han de tomar impulso para recobrar niveles «normales» y que la sociedad se vea en disposición de ayudar de nuevo. Los pequeños visitantes podrán disfrutar de su estancia en la ciudad hasta el día 3 de septiembre, cuando tendrán que embarcarse de vuelta a su lugar de residencia habitual en Tinduf. Esta ciudad argelina se encuentra a unos 1700 kilómetros de distancia en línea recta y cuenta con campamentos saharauis que acogen a quien lo necesita. Estos lugares donde les toca vivir tienen en verano unas temperaturas que superan los 50 grados centígrados, por lo que la estancia de los niños aquí supone para ellos un oasis de calma. 

También se aprovechan los recursos de nuestra tierra para que vuelvan en las mejores condiciones posibles, pues en su estancia en España se les realizan variados estudios médicos, nutricionales, oftalmológicos y bucodentales. Además, aprenden el idioma y costumbres de nuestro país para llevárselas allí, haciendo un interesante intercambio cultural con las familias que se prestan de forma altruista a acogerlos.Asimismo, esta actividad sirve para sensibilizar a las familias con la situación real que viven estos niños durante el resto del año. Dichas familias tendrán que tener unos requisitos mínimos para poder optar al programa de acogida, entre los cuales están tener el Certificado de Delitos de Naturaleza Sexual, no sacar al niño del país y no iniciar trámites de adopción en este periodo de tiempo. 

Los niños por su parte tienen en esta ocasión entre 7 y 8 años. La mayoría de los que han llegado son nacidos en el año 2014, pero puede haber alguno mayor que venga por cuestiones de salud. Muchos vienen por primera vez, pero otros repiten este año para volver a disfrutar de la gratificante experiencia de años anteriores. Lo mismo pasa con las familias, entre las que se encuentran grupos nóveles y otros más veteranos que ya saben lo que es acoger a un refugiado de estas características. 

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