Las excavaciones de Guzmán descubren una torre defensiva octogonal y una primitiva circular

La historia de Guzmán siempre ha hablado del Castillo pero ahora ya se puede vislumbrar. La segunda campaña de excavaciones que acaba de finalizar la Universidad Rey Juan Carlos confirma la existencia de una torre defensiva octogonal y no es la única sorpresa. Según ha descubierto el equipo de arqueólogos, bajo su estructura ruinosa se encuentran los restos de una torre anterior que aunque arrasada se puede afirmar que tiene una forma circular.

El hallazgo ha sido posible gracias al trabajo de los directores, Francisco Reyes, Diana Morales y Alberto Polo, junto al restaurador, Julio Villalmanzo, y un equipo de alumnos del Doctorado y Grado de Historia de la Universidad madrileña. “Empezamos el año pasado inspeccionando en la zona más elevada una superficie de 4x4 metros, para evaluar si existían indicios lo suficientemente importantes para organizar una excavación mayor”, explica el arqueólogo, Francisco Reyes.

Entonces descubrieron el primer hallazgo reseñable, los restos de tres esquinas de una estructura defensiva que podía ser hexagonal u octogonal. “Dado el interés pedimos permiso a la dirección provincial de Valladolid para una nueva excavación con el objetivo de ampliar el estudio a todo el área”.

Con el permiso otorgado, comenzaba este verano el trabajo de campo. “Hemos trabajado quince días en una parcela de 8x12 metros que ha permitido delimitar casi todos los lados de la torre señorial e identificar que era octogonal y que en el lado oeste había una rampa”, detalla sin olvidar el segundo gran hallazgo: una torre primitiva de forma circular que había sido arrasada previamente. “Bueno eso que sepamos hasta ahora porque no hemos profundizado más capas”.

Según explica, aunque con las pruebas de Carbono 14 podrán concretar aún más las fechas, la torre octogonal fue construida entre los siglos XIII y XIV mientras que la torre redonda se sitúa entre los siglos X y XI. “La estructura de la torre octogonal podría ser la parte culminante de lo que llaman ‘el castillo’”.

Junto a los restos de las estructuras, tejas y grandes adobes han aparecido además un sinfín de objetos cerámicos hechos a mano de los siglos IX, X y XI. “Hay restos de cántaras, botijas, jarros, olla y cazuela así como restos óseos de cabras, ovejas, cerdos, ciervos, jabalíes y terneras”, explica convencido de que o cocinaban allí o comían y tenían cerca un lugar de cocina.

Francisco Reyes es todo un experto en excavaciones en la comarca de la Ribera. De hecho, a ella le ha dedicado su tesis doctoral. “Llevo cuarenta años haciendo excavaciones en la zona, desde Aranda de Duero a Peñafiel, en los alrededores de los ríos Duratón, Riaza y Duero”.

En su opinión, todos los descubrimientos son importantes porque ayudan a demostrar que a diferencia de lo que se cree históricamente, esta zona nunca fue un ‘desierto’ despoblado entre los siglos VIII y X. “Aquí hubo gente y con las excavaciones podemos demostrar cómo vivían, qué comían, cómo se organizaban y cómo se defendían”, asegura con la mirada puesta en excavaciones como la de La Sequera de Haza, donde conoció al alcalde de Guzmán, Luis Miguel Rodríguez. “Fue allí a pedirnos que investigásemos la historia de la fortaleza de Guzmán y allí fuimos”.

La relevancia del valle del Duero

Para entender la relevancia del valle del Duero en la Alta Edad Media y Edad Media “es importante ver el conjunto”. “Solo hay que ver Clunia, esta zona fue muy importante”, asegura a sabiendas de que aunque Clunia fue el convento jurídico, lo que hoy equivaldría a una provincia, tiene que haber escondidas en el subsuelo muchas ciudades de importancia que luego desaparecieron.

Con un presupuesto de 14.000 euros, la segunda excavación de Guzmán ha sido posible gracias a una subvención del Ayuntamiento y de la Diputación de Burgos.

Con el objetivo de profundizar en el análisis y dar a conocer los hallazgos y la investigación posterior realizada en el laboratorio, los días 8 y 9 de septiembre Guzmán organizará un seminario.