El Correo de Burgos

Aranda de Duero

“Está siendo un verano muy bueno. El problema ahora es encontrar personal”

Aunque la Ciudad Europea del Vino apenas se nota, la alegría de las bodas ha vuelto pero con muchos cambios y con la dificultad añadida de la falta de extras

María Ángeles Montero es la propietaria del hotel Montermoso

María Ángeles Montero es la propietaria del hotel Montermoso

Publicado por
Loreto Velázquez
Aranda

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María Ángeles Montero llegó a Aranda por el mejor motivo: el amor. Su marido acababa de abrir un pequeño hotel en la N-1. Hoy, 52 años después y unas cuantas ampliaciones, el hotel Montermoso se ha convertido en un referente en bodas y eventos. Tras dos años durísimos de pandemia, reviven la intensidad del verano y aunque la alegría es mucha, la falta de personal preocupa.P-. ¿Cómo está siendo el verano?Respuesta de María Ángeles Montero, propietaria del hotel Montermoso-. ¡Fantástico! Tras dos años muy duros como los que hemos vivido, poder volver a trabajar así es una maravilla.P-. ¿Cómo han cambiado las bodas?R-. Muchísimo. Ahora son más pequeñas, y mientras antiguamente una boda de 300 personas era algo normal, ahora no superan los 150 invitados. Luego están los menús, ¡nada que ver! Antes con unas croquetitas y un cocktelito tenías el aperitivo pero ahora si no pones 50 parece que no hay (ríe).P-. Con el aperitivo tan grande, ¿se habrá reducido la comida?R-. ¡No! Aquí en Aranda la gente valora la comida y le gusta su pescadito, el lechazo, los sorbetes… Lo que también ha cambiado es el enfoque. Ahora hacemos solo una boda al día porque la gente quiere privacidad. Antes hacíamos dos turnos, uno de día y otro de noche y ahí podíamos dar hasta cuatro bodas. Quedaba bien pero era un poco locura y para los novios era peor porque coincidían en el baile dos bodas y luego los que entraban coincidían con los que salían. Ahora se busca algo más privado, piden recenas… ha cambiado.P-. Hablemos de la música. R-. ¡Ahí también ha cambiado todo! Las orquestas lamentablemente han desaparecido. Ahora están los DJ, que al final ponen la música del momento y tienen un repertorio muchísimo más amplio.P-. Nos hemos vuelto muy modernos pero no me dirá que el Paquito Chocolatero ha pasado a la historia. R-. ¡En absoluto! Siempre encuentra su momento (ríe).P-. ¿Qué no puede faltar en una boda?R-. La atención, la amabilidad, que les recibas, les lleves a la mesa, que sientan que es su día y que todo se hace para que sea muy especial.P-. Hablamos de un verano bueno… Las restricciones por la pandemia han desaparecido. ¿Se ha recuperado la normalidad?R-. La gente tiene ganas pero todavía quedan flecos pendientes como las cenas de cuadrillas y la carretera que sigue algo floja. Nosotros en el hotel dependemos mucho de la gente que viene de Santander, San Sebastián y eso no está viniendo del todo. Menos mal que tenemos el ferry que nos llena una buena parte con ingleses casi todas las semanas.P-. ¿Será el año de recuperación de la pandemia?R-. Será difícil. Hay que tener en cuenta que hemos estado dos años con cero eventos, meses cerrados… Tardaremos tiempo en recuperarnos porque fue la ruina, pero saldremos adelante, de eso estoy segura.P-. ¿Se está notando la celebración de Aranda como Ciudad Europea del Vino?R-. La verdad es que no hemos notado un cambio significativo.P-. ¿Cómo les está afectando la subida de precios?R-. Fatal porque sube todo pero hay eventos que teníamos cerrados de antes y no podíamos subir. Estamos subiendo un poco la carta pero tampoco puedes subir demasiado. Habrá que aguantar el temporal.P-. Echemos la vista atrás. ¿Cómo empezó todo?R-. Hace 52 años. Yo trabajaba de secretaria de dirección en Valladolid cuando conocí a mi marido, que tenía primero un restaurante que se llamaba El Frontón y acababa de montar un hotel en Aranda de Duero, en la N-1.P-. ¿Cómo aprendió una profesión que poco o nada tenía que ver con la suya?R-. Cambié la escenotipia que utilizaba para ir a los congresos, por la recepción y luego poquito a poco, gracias a mi marido y a su familia fui aprendiendo y me encanta. Después ya nos quedamos mi marido y yo y desde entonces seguimos luchando.P-. Ha habido varias ampliaciones.R-. Sí, al principio únicamente estaba la parte central, luego se hizo el ala derecho, el salón de bodas y hace unos años, los jardines.P-. ¿Cuándo empezaron a especializarse en bodas, comuniones y bautizos?R-. Muy poco después de llegar aquí y la verdad es que poco a poco nos hemos hecho un nombre.P-. ¿Cómo va la competencia?R-.  La competencia es buena porque te obliga a buscar aún más la excelencia. En Aranda hay buenas opciones. Nosotros nos hemos hecho un nombre y la gente responde bien.PlantillaP-. Hablemos de la gestión de plantilla. Según me cuentan tiene 25 personas fijas (entre lavandería, bar, restaurante, la recepción, la directora y las señoras que acondicionan las habitaciones) más luego todos los extras de los eventos.R-. La verdad es que está siendo una locura porque no hay forma de encontrar extras que quieran trabajar. No sé si por un exceso de ayudas o porque la pandemia ha cambiado la mentalidad, pero la gente ya no quiere trabajar los fines de semana, pero señores ¡esto es hostelería! El otro día fui al paro y había 250 camareros pero nadie quiere y eso que trabajamos con convenio: 8 horas al día en horario de mañana o tarde y con dos días de libranza más el pago de extras cuando se hacen. Nunca había pasado.P-. Hace ocho años la vida del hotel dio un giro con el lamentable fallecimiento de su marido.R-. Sí, se quedó mi hijo Iñigo y con él mi directora, Gloria, que es mi mano derecha. Los dos están al tanto de todo y también me ayudan mis otros hijos. Yo ya estoy en la retaguardia pero sigo aquí todos los días al pie del cañón.P-. ¿Qué futuro le espera al hotel Montermoso?R-. Creo que vamos a salir adelante, con esfuerzo y la ayuda de mi gente. Cuando yo ya no pueda espero que mis hijos mantengan el legado de su padre.P-. ¿Cuál ha sido el momento más duro desde que llegó al hotel?R-. Sin duda la pandemia. Los dos años que estuve aquí en el hotel encerrada. Mis hijos me insistieron en que me fuera, pero esta es mi casa, mi vida… fue muy duro anímica y económicamente.P-. Este año ha recogido el premio Hermano Celestino por su trayectoria y su visión emprendedora.R-. Cuando me lo dijeron me temblaron las piernas (ríe). Ha sido un honor. Fue emocionante porque en la entrega estaban mis hijos, la hermana de mi marido… Se lo dediqué a él y a mi familia. Sin ellos nada de esto hubiese sido posible. 

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