35 años de cárcel por acuchillar a su mujer. El asesino de Salas se enfrenta al jurado

"Mi marido me ha clavado un cuchillo, que me muero, que me muero”. "Me ha clavado en el corazón”. Estas fueron las últimas palabras de Monika Asenova a las vecinas que trataron de ayudarla después de que esta joven búlgara a punto de cumplir los 29 años se arrojase por la ventaja de un patio de vecindad, huyendo de su marido que la había atacado con un cuchillo de grandes dimensiones.

Ni las vecinas ni las asistencias médicas pudieron hacer nada por salvar su vida. En unos instantes su marido le había asestado siete profundas cuchilladas en el pecho y otras 20 heridas con ese mismo cuchillo de cocina de más de 15 centímetros de hoja. "Con esas heridas mortales ya proferidas, trató de escapar del acusado saltando para ello desde una ventana del salón que daba a una tejavana de baja altura, cayendo posteriormente a un patio interior de varias viviendas", así relata el fiscal el dramático final de Monika a manos de su marido, , B.K., de 39 años, que confesó por partida doble el crimen.

Primero avisó al 1-1-2 para que fueran a su domicilio afirmando que su mujer seguramente estaba muerta y que lo había hecho él. Posteriomente, a las 10:15 horas de ese mismo día el acusado se personó en el cuartel de la Guardia Civil de Salas de los Infantes comunicando a los agentes que había acuchillado a su mujer. 

B. K. se enfrenta a un juicio con jurado el mes que viene en el que la fiscalía solicita que se le apliquen, con agravantes, unas penas de cárcel que en total suman 35 años y 20 días de prisión por los delitos de asesinato y malos tratos a la víctima, además del incendio intencionado de su vivienda.

Además de los 8 años de cárcel que pide el fiscal por seis diferentes delitos de maltrato y el incendio, el jurado popular tendrá que determinar si acepta la petición de pena de 24 años de encarcelamiento por asesinato, con el agravante de parentesco. Además deberá indemnizar a sus hijas, a los familiares de Monika y a los vecinos afectados por cantidades que suman más de medio millón de euros.

La fiscalía reclama 193.000 euros para cada una de las hijas, que aún son menores de edad, por la pérdida de su madre y las lesiones y secuelas psíquicas recibidas. Además, el fiscal reclama la inhabilitación absoluta para el ejercicio de la patria potestad por el plazo de 30 años y que se le prohíba aproximarse a los padres, hermana e hijas de Monika Asenova , a sus domicilios, lugares de trabajo o estudios o cualquier otro lugar donde se encuentren o que frecuenten por el plazo de 30 años.

Maltrato continuado

La muerte de Monika Asenova puso fin a un calvario de malos tratos continuados por parte del marido a esta joven madre, a la que golpeó y amenazó en reiteradas ocasiones, según acusa la fiscalía que aprecia tanto un delito de maltrato habitual en el ámbito de la violencia de género, como varios delitos similares ocurridos de forma eventual así como delitos de vejaciones injustas y amenazas.

Buena parte de estas agresiones físicas y psíquicas las ejerció el acusado sobre Monika en presencia de sus dos hijas de 12 y 14 años, quienes no sólo eran testigos de las agresiones sino que se interponían entre ambos con la intención de evitarlas.

Monika, pese a su juventud, vivió un infierno de celos e intento de dominación por parte de su marido que la controlaba, limitaba las salidas con sus amigas, la esperaba a la salida de su trabajo en un supermercado de Salas y le quitaba el móvil. Llegó a presentar una denuncia a su pareja por unas lesiones tras una discusión. pero, posteriormente, ella manifestó ante la Benemérita que no quería continuar con la denuncia; al igual que en el juzgado, donde concretó que se había producido un golpe accidentalmente. El hombre, que había sido detenido y puesto a disposición judicial, quedó en libertad y el procedimiento se archivó de acuerdo con

el criterio del fiscal.

Era frecuente, según el relato de los hechos que realiza la fiscalía, que el acusado golpease a Monika en la cara, causándole con frecuencia moratones en la zona facial hasta el punto de que ella le pidiera al acusado que no la pegara en la cara para poder ir a trabajar, como ella misma contaba a sus compañeras de trabajo.

"Hola, me ha pegado mi marido, llama [a la encargada] por favor no digas nada a nadie te lo suplico, por favor, por favor, por favor, te lo suplico”. Así quedó registrado en un mensaje que envió a una compañera del supermercado.

En varias ocasiones amenazó de muerte a su mujer e hijas con un cuchillo, según se detalla en el escrito de calificación de los hechos de la fiscalía. Menos de dos semanas antes de asesinarla, el día del cumpleaños de una de sus hijas en común, B. K. quiso impedir que Monika fuera a trabajar y le puso un cuchillo en el abdomen al tiempo que le decía que le quedaban cinco minutos de vida. Finalmente Monika consiguió convencerle para que la dejara ir a trabajar diciéndole que si no iba sus compañeras se iban a extrañar. El acusado se fue a tomar cervezas a un bar y cuando llegó a su casa sacó toda la ropa de los armarios, tiró los muebles y la televisión. Al volver sus hijas de la piscina y regresar Monika del trabajo le obligó a recogerlo todo al tiempo que la escupía y que la llamaba puta a ella y a sus hijas. 

Después cogió a su mujer agarrándole del pelo y la metió al salón. El acusado obligó a ella y a las menores a sentarse en el sofá y, esgrimiendo un cuchillo, sentado frente a ellas, con el ánimo de atentar contra la integridad psíquica de su mujer y sus hijas las dijo que las iba a matar, que hoy no salían vivas, que iba a hacer lo que le diese la gana con ellas y que se iban a acordar del día del cumpleaños por la muerte de su madre.

Monika pudo avisar a su padre para que recogiera a sus hijas y se las llevara con él a San Leonardo de Yagüe, pero el acusado las persiguió cruzando la Plaza Mayor de Salas en dirección al vehículo de su suegro y, una vez allí forcejeó con Monika para que no montara.

Monika se plantó y le dijo que no quería nada más con él. Su marido amenazó con quemar la casa y cumplió su bravuconada. Los bomberos tuvieron que intervenir para que no ardiera todo el edificio. Precisamente a esa casa volvió el 8 de julio Monika para recoger algunas pertenencias para no volver más. Estaba rehaciendo su vida en San Leonardo y había dejado de trabajar en el supermercado de Salas. Ese día volvía a la localidad burgalesa para recoger los papeles para el paro. 

La mañana del 8 de Julio Monika salió junto con el acusado en dirección a Salas de los Infantes en autobús.

Sobre las 09:20 horas de la mañana llegaron ambos a su antiguo domicilio y a las diez de la mañana, Monika ya había muerto a causa de las profundas cuchilladas que recibió. "Mi marido me ha clavado un cuchillo, que me muero, que me muero”. "Me ha clavado en el corazón”, alcanzó a acusar mientras su agresor, su marido iba camino del calabozo. Aunque la primera intención del asesino era huir, finalmente y pasadas las diez de la mañana se presentaba en la comandancia de la Guardia Civil y comunicaba a los agentes que había agredido a su mujer con un arma blanca. 

Muy integrada en Salas

La pareja llevaba instalada en Salas de los Infantes más de once años y «ambos estaban perfectamente integrados en la localidad». Monika era una mujer «muy comprometida» con Salas, donde trabajaba en el supermercado Día. Hasta se presentó en las listas del PP al Ayuntamiento como primera suplente en unas elecciones municipales. Colaboraba «activamente en diferentes actividades culturales y sociales de Salas y participó como bailarina en el espectáculo organizado por vecinos de la localidad denominado ‘El musical: Los 7 infantes de Lara. Una fiesta de Leyenda.