El Correo de Burgos

Aranda de Duero

El futuro de los barrios de bodegas depende de la colaboración público-privada

Aranda celebra con éxito el Congreso Nacional de la Arquitectura del Vino y no descarta una segunda edición

Imagen del Cotarro de Moradillo de Roa

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Loreto Velázquez
Aranda

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De las dos jornadas que ha durado el Congreso Nacional de la Arquitectura del Vino, que ha celebrado Aranda de Duero, se desprende una conclusión: el futuro de los barrios de bodegas subterráneas pasa por una colaboración público-privada. “Cuando esa unión no camina al tiempo, se resquebraja la posibilidad. Cuando se camina al paso, las posibilidades de éxito crecen indudablemente”, apremia uno de los codirectores, el doctor en Historia, Javier Iglesia.

El Congreso se ha enmarcado dentro de las actividades celebradas por la designación de Aranda de Duero como Ciudad Europea del Vino 2022, dos jornadas técnicas en las que todos coinciden: si hay voluntad, hay esperanza.

Pero no es fácil. Según ha advertido la mayoría de los expertos invitados, en líneas generales hay una dificultad real de poner de acuerdo a los propietarios de cara a recuperar este patrimonio, muchas veces olvidado. Y es que, con frecuencia los intereses “no son coincidentes”.

La esperanza cobra forma en pueblos como el de Moradillo de Roa, donde el tesón de los vecinos ha convertido un barrio de bodegas en ruinas en un Cotarro con casi lista de espera de turistas. Y lo que es más importante, ha despertado un sentimiento de “orgullo colectivo” entre los vecinos.

Por delante, advierten, queda mucho por hacer. En este sentido, se ha apuntado la trascendencia de incorporar a la difusión de este patrimonio etnográfico los numerosos elementos intangibles que les rodean y que, sin embargo, forman parte de la tradición vitivinícola, como cantos, refranes, dichos, vocabulario propio de la actividad o incluso, concepciones místicas vinculadas al vino “porque si solo mostramos la parte enológica, la parte productiva, el visitante se aburre y no encuentra una contextualización del territorio que está visitando”.

En esta ampliación de la concepción de la vitivinicultura como recurso turístico, también se ha recalcado el riesgo que se está corriendo y la amenaza que supone la destrucción del paisaje “amparándose en un supuesto progreso” que está modificando muchas veces de manera irreversible unos entornos idílicos.

En la vertiente más técnica del Congreso, se ha incidido en la importancia básica que tiene disponer de documentación archivística, topográfica y arquitectónica rigurosa. Asimismo, se ha puesto el acento en la necesidad de que tanto los municipios donde se enclavan como los promotores de las iniciativas generen alguna fórmula de protección del bien ya que de esta manera se logrará que el conjunto tenga una uniformidad.

También se ha subrayado la contradicción que supone la escasa presencia en las escuelas universitarias de arquitectura de especializaciones en esta materia, a pesar de haber constancia del cada vez mayor interés “porque no solo es una cuestión rehabilitadora del patrimonio, sino también un elemento de modernidad y de sostenibilidad”.

Las ponencias programadas han dado la oportunidad de acercarse a la figura de Alain Huetz de Lemps, todo un referente del sector vitivinícola gracias a su obra Viñedos y vinos del noroeste de España, en cuya elaboración invirtió 12 años y cuya figura se verá reflejada en un documental del que se presentó en primicia un pequeño avance, o la cada vez mayor presencia de la mujer en el sector enológico después de siglos en el que ha estado relegada a un papel más que secundario.

En cualquier caso, y como conclusión final, se ha apuntado que el éxito del enoturismo aún no ha generado un problema de sobreexplotación. No obstante, se ha advertido que si este auge lleva a perder el rigor histórico, puede llegar a provocar la difusión de mensajes equívocos de los que habría que salvaguardarse.

¿Continuará el Congreso?

El I Congreso Nacional de la Arquitectura y Cultura del Vino ha cerrado sus puertas con un balance positivo, tanto en número de inscritos como ponentes participantes, lo que podría suponer dotarlo de continuidad en el futuro. “Si hubiera una segunda edición no tendría por qué ser anual. Podría ser bienal”, ha reconocido Javier Iglesia.

Entre los contenidos de futuras ediciones, ha adelantado, se podría dar cabida a otros temas transversales que solo se han tocado de refilón en esta primera convocatoria, como la transformación de las bodegas en restaurantes, los problemas con la propiedad de las galerías o qué fórmula de protección podría ajustarse a las necesidades de este patrimonio.

En total, 218 personas entre profesionales (arquitectos, ingenieros, investigadores…), estudiantes y aficionados, han participado presencialmente en esta cita organizada con una doble vertiente, académica y divulgativa, con el objetivo de ampliar el conocimiento sobre los conjuntos del vino que aún hay en España, con el fin de ponerlos en valor y promover su conservación.

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