TROTABURGOS
Castrillo Mota de Judíos: Ejemplo histórico de paz y tolerancia
Cambió de nombre y estrechó eternos lazos de amistad con la comunidad sefardí. Cruce de caminos, centra sus esfuerzos en revitalizar el turismo
Casi toda España ha oído hablar de un pequeño pueblo de Burgos que, a mediados de 2015, quiso cambiar su nombre. De Matajudíos, Castrillo pasó a denominarse Mota de Judíos. Así lo quisieron sus vecinos y la noticia llegó hasta Israel e infinidad de países más. Comenzaba una nueva etapa, de tolerancia y hermanamiento, con la comunidad sefardí que durante siglos permaneció asentada en el municipio hasta su expulsión por parte de los Reyes Católicos.No se conformaba esta acogedora localidad, vecina de la bella Castrojeriz, con esta respetuosa modificación. El Ayuntamiento tendió puentes con la comunidad judía internacional y de ahí surgió, precisamente, la proyección del recién estrenado Centro de la Memoria Sefardí. Entre las autoridades presentes durante su inauguración, se encontraba nada más y nada menos que la embajadora de Israel en España, Rodica Radian-Gordon.Con este nuevo aliciente para visitar el pueblo, Castrillo aspira a revitalizar el turismo de toda su comarca. Al amparo del vecino Camino de Santiago, emerge un multicultural cruce de caminos entre religiones, creencias y culturas que se oponen radicalmente a la intolerancia de quienes han tratado de amedrentar a los vecinos con pintadas nazis y actos vandálicos de madrugada. Orgullosos de su pasado, los habitantes de Castrillo también presumen de su vecino más ilustre. Allí nació, a finales de marzo de 1510, el célebre organista Antonio de Cabezón. Referente imprescindible del Renacimiento, su talento no pasó desapercibido entre la realeza. Primero Carlos I y después Felipe II, ambos monarcas comprobaron que el músico burgalés era un portento digno de amenizar los más elegantes actos sociales.De vuelta al presente, pero con el pasado siempre en la memoria, la localidad continúa buscando vestigios de la población judía en los yacimientos de La Mota. Además, se pretende crear una fundación que estrechará aún más si cabe los lazos de amistad con los descendientes de aquellas familias que convivieron pacíficamente hasta que les arrebataron la tierra en la que vivían.Por todo esto y mucho más, merece conocer en persona el municipio que dio la vuelta al mundo gracias a su valentía y empeño constante por armonizar el futuro.