Aranda de Duero
El arandino que vendió todo para dar la vuelta al mundo en 6 años
¿Quién no lo ha pensado alguna vez? Cerrar el ordenador, la agenda. Vender la empresa, el coche y la casa y dedicar tu vida a vivir mil y una aventuras viajando por el mundo. Esto es justo lo que ha decidido hacer Alberto Matamoros, un arandino que se ha despojado de todo lo material para vivir el viaje de su vida. “Mi idea es dar vueltas por el mundo en bicicleta durante al menos seis años”, afirma.
Con 37 años y en plena pandemia, Alberto Matamoros vio la luz: ¿De qué sirve vivir a 200.000 por segundo y trabajar para tener más si no tenemos tiempo para disfrutar de la vida? “Al final vivimos tan rápido y tan atareados que no vivimos”, asegura.
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Redacción
Ese era su caso. Tras estudiar Empresariales en la Universidad y hacer un Máster MBA en Gestión creó Plata, una empresa de decoración para hoteles y particulares. “En 2020 decidí planificarlo todo y cambiar de vida porque me di cuenta que en el sistema actual, donde todo se mide en dinero, no era feliz. A mí me encanta la naturaleza, el deporte, leer, cocinar pero iba todo el día como ‘pollo sin cabeza’”.
Y así empezó el pasado 1 de noviembre el viaje de su vida. “Primero he decidido viajar por España y Portugal para ver cómo me desenvuelvo viajando con bicicleta, porque aunque he viajado mucho de mochila nunca lo he hecho con bici y la verdad es que por ahora estoy encantado”, explica desde Oporto y tras pasar por la Ribeira de Pena, donde se ha lanzado por la tirolina más grande del mundo.
La siguiente parada será Nazaré (Portugal), la meca del surf, donde las olas alcanzan los 25 metros de altura. “Luego entraré a Badajoz, donde pasaré la Navidad con mi familia y de ahí volveré a Portugal, a Lisboa, el Algarve y Algeciras”. Entonces llegará la primera gran decisión: dar el salto a África y a países como Tanzania, uno de sus grandes retos, porque es uno de los más complicados para ir en bici, pero también uno de los más extraordinarios por la naturaleza salvaje que atesora.
El viaje es largo y en el itinerario figuran paradas con ‘mayúsculas’ como Italia, el Sudeste Asiático, Japón, Nueva Zelanda, Corea del Sur, Costa Rica, Brasil o Estados Unidos, donde reserva el final del viaje. Como prevención sorteará los países en conflicto y se guiará por el mejor de los sentidos: el sentido común. No teme a la soledad. “Soy consciente de dónde me meto”.
Pero, ¿Por qué se va a ahora? La respuesta es sencilla. “Tengo la sensación de que estamos viviendo los últimos años de muchas especies y ecosistemas y quiero ver las jirafas en estado salvaje, los gorilas, las ballenas…”, advierte convencido de que este viaje cambiará su vida pero también intentará poner su granito de arena para que la naturaleza no se siga viendo afectada por el trasiego y la ambición del Hombre.
Como el camino se demuestra andando (o en bici), evitará los aviones y se decantará por transporte público y veleros, para dejar la mínima huella contaminante. “Hay veleros tipo ‘Bla Bla Car’ que te cruzan el Atlántico”, detalla.
"No quiero seguir destruyendo el planeta"
Aunque no es bilingüe controla bastante el inglés y tiene sus objetivos definidos. “No quiero decir a nadie cómo vivir pero sí demostrar que existe otra manera”, asegura convencido de que el mundo tal y como lo entendemos “no tiene futuro” porque es destructivo. “Me lanzo a este viaje porque yo también me he sentido partícipe de esta destrucción del planeta. He dicho basta, me cambio de bando”.
Bajo esta perspectiva, en el viaje estudiará un micro Grado de Biología. “Cuando vuelva quiero formar parte de la solución y trabajar desde el voluntariado en la defensa de la sostenibilidad”.
A la hora de decírselo a su familia, nadie se sorprendió demasiado. “Yo he viajado mucho, con amigos, con pareja pero también he viajado mucho solo y la verdad es que cuando viajas sin acompañante, el mundo se abre más y es maravilloso. Todo el que me conoce bien sabía que esto podía pasar”. Comienza el viaje de su vida.