El Correo de Burgos

Jaramillo Quemado, revivir en el desierto poblacional de Burgos

El padrón de ocho municipios de Castilla y León, seis en Soria y dos en Burgos, no supera la decena de vecinos censados / «Se marchan o se mueren», dicen los que van quedando en los pueblos, donde siguen esperando otro milagro de la primavera

Jaramillo Quemado, el pueblo más pequeño de España, apenas tiene 9 vecinos censados. TOMÁS ALONSO

Jaramillo Quemado, el pueblo más pequeño de España, apenas tiene 9 vecinos censados. TOMÁS ALONSO

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DIEGO SANTAMARÍA / M. H. / BURGOS / SORIA
Burgos

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O se han ido o se han muerto. Así de sencillo. Los pequeños pueblos se van quedando sin gente, sus censos cada vez tienen más blancos y el futuro no anuncia nada mejor. Solo los veranos devuelven esplendor a unos municipios que ahora parecen reducto para fantasmas, donde hay más casas vacías que abiertas y donde encontrarse a un paisano por la calle es más difícil que que toque la lotería.

En Castilla y León son ocho las localidades donde no superan los diez vecinos censados, como mucho. En Soria se ubican La Riba de Escalote, Maján, Quiñonería, Valdeprado, Estepa de San Juan y Villanueva de Gormaz. Entre todos juntan apenas 50 habitantes, unos a decena, otros se quedan con apenas ocho. En la última década se han dejado 29 por el camino en estos núcleos con otro denominador común, su lejanía con el centro de la provincia que ostenta la capital.

Los otros dos pueblos de menos de diez vecinos se encuentran en Burgos, Jaramillo Quemado y Villamedianilla, donde corren el mismo pelo.

Con todo, los papeles dicen una cosa pero la realidad no siempre les sigue la corriente. Como ejemplo, Villanueva de Gormaz, donde son siete los censados pero solo dos vecinos aguantan el tipo, los únicos habitantes del pueblo en época de fríos. Los otros acuden porque «tienen sus tierras y sus herramientas, sus tractores, y tienen allí sus casas», como explica la alcaldesa, Mercedes Rupérez, pero vivir, lo que se dice vivir, lo hacen en la cabecera de comarca principalmente.

«Yo misma ya no resido en el pueblo desde que enviudé, aunque vaya a menudo», comenta la regidora de un pueblo, «que es grande, está muy bien», confiesa casi orgullosa, pero vacío. ¿La razón?, «se marchan o se mueren». Los dos únicos habitantes en estos momentos son el cuñado y la suegra de Mercedes. Él es el más joven de los censados y ya supera la cincuentena. Trabaja en el pueblo en la agricultura y ganadería, «en las tierras y con las ovejas».

Jaramillo Quemado con nueve habitantes censados logró alcanzar el año pasado su padrón más elevado desde 2005, cuando residían 13 vecinos

Por el día están acompañados por los que acuden allí a sus labores, por la noche solo les acompaña el calor del hogar. Pero siempre llegan tiempos mejores y a Villanueva de Gormaz, como en otros tantos pueblos, también arriba la primavera. «Hay muchas casas, unas 47 que las han reformado y están nuevas. La gente viene en verano y fiestas y algunos ya jubilados regresan al pueblo cuando pasan los rigores del invierno, por mayo y junio, y ya se quedan hasta Navidad», apunta la alcaldesa que espera para su pueblo, como Machado para el olmo seco al que cantó, otro milagro de la primavera. «En verano está todo lleno», se alegra Mercedes, porque el mundo rural sigue teniendo atractivo para los hijos del pueblo de la diáspora que se resisten a dejar sus raíces.

De hecho, la extensión de la localidad contrasta con el escaso número de vecinos, y sus casas, rehabilitadas y preparadas para pasar largas temporadas, le confieren un aspecto de pueblo habitado, aunque no lo esté más que en verano y  puntualmente en fechas muy concretas.

Villamedianilla, que llegó a rondar la treintena de habitantes, tan solo cuenta ahora con nueve vecinos empadronados

Mientras llega la época estival, los servicios mínimos se van manteniendo en Villanueva de Gormaz. «El médico va al pueblo, creo que una vez a la semana, y también van a vender las cosas que puedan necesitar para comer y otros productos. El pan llega los martes, jueves y sábado», matiza Mercedes sobre la rutina de su localidad, donde la despoblación ha fijado su mirada y no parará hasta hacerse la única protagonista.

Juan López, uno de los vecinos de Jaramillo Quemado, sentado a la puerta de su casa. FOTOS: TOMÁS ALONSO

Juan López, uno de los vecinos de Jaramillo Quemado, sentado a la puerta de su casa. FOTOS: TOMÁS ALONSO

Jaramillo Quemado

El desierto poblacional que se extiende por Soria y Burgos amenaza con borrar del mapa algunos de estos municipios, que aguantan por las tierras de labor y el ganado que se resiste. Pero sin relevo generacional, la situación no pinta nada bien, y quizá llegue un momento en que estos pueblos solo sean un producto de verano.

Ropa tendida de uno de los pocos vecinos de Jaramillo Quemado. TOMÁS ALONSO

Ropa tendida de uno de los pocos vecinos de Jaramillo Quemado. TOMÁS ALONSO

Pese al peligro real de desaparición que se cierne sobre las localidades de menor tamaño, en ocasiones se producen vaivenes poblacionales dignos de mención. Es el caso de Jaramillo Quemado, que con nueve habitantes censados logró alcanzar el año pasado su padrón más elevado desde 2005, cuando residían 13 vecinos. En la actualidad, el municipio más pequeño de España acoge de manera habitual a ocho hombres y una mujer.

Echando la vista atrás, hasta mediados de los 90 para ser más exactos, se puede apreciar un abrupto descenso demográfico a principios del siglo XXI. Tras el pico de 23 personas empadronadas en 1999, Jaramillo fue menguando paulatinamente su censo hasta quedarse en nueve vecinos, el mismo número que ahora, en 2006. No en vano, el estallido de la crisis económica de 2008 marcó un punto de inflexión, en negativo, que puso seriamente en riesgo la supervivencia poblacional del pueblo. Y es que durante tres años -de 2012 a 2014- apenas vivían un par de vecinos. La remontada, curiosamente, tendría lugar a partir de la pandemia, con una decena de habitantes durante 2020 y 2021.

Miguel Ángel Hernando, vecino de Jaramillo Quemado, corta leña con un tronzador. FOTOS: TOMÁS ALONSO

Miguel Ángel Hernando, vecino de Jaramillo Quemado, corta leña con un tronzador. FOTOS: TOMÁS ALONSO

El alcalde más joven en el municipio más pequeño

Se da la circunstancia de que el pueblo más pequeño saltó a la palestra mediática en el 95 tras la victoria del alcalde más joven de España por aquel entonces, David Sebastián. Abogado y empresario, se hizo con el bastón de mando con tan solo 19 años. Matriculado ya en Derecho, decidió seguir los pasos de su padre -regidor durante tres legislaturas- con el objetivo de aportar savia nueva en el municipio al que tanto le gustaba ir de pequeño.

A estas alturas, Sebastián es todo un veterano en esto de la política municipal. Desde que accedió a la Alcaldía, ha revalidado su mandato en cada legislatura. Y aunque no ha logrado revertir la sangría demográfica que afecta a prácticamente la totalidad del medio rural castellanoleonés, lo cierto es que se ha afanado en intentar mantener el principal motor económico de la zona: la ganadería. Para ello, consiguió una ayuda del Gobierno autonómico y de la Diputación Provincial destinada a rehabilitar la dehesa de San Martín. Nada más y nada menos que 350 hectáreas de terreno para evitar que la actividad desapareciese.

Jaramillo Quemado, el municipio más pequeño de España, acoge de manera habitual a ocho hombres y una mujer. FOTOS: TOMÁS ALONSO

Jaramillo Quemado, el municipio más pequeño de España, acoge de manera habitual a ocho hombres y una mujer. FOTOS: TOMÁS ALONSO

Similar trayectoria poblacional la de Villamedianilla, que entre finales de los 90 y principios de los 2000 llegó a rondar la treintena de habitantes. Sin embargo, su censo ha ido menguando con el paso de los años tras la crisis y, según la última estadística del INE, tan solo cuenta con nueve vecinos empadronados.

La paridad en el caso de este pueblo burgalés está algo más repartida que en Jaramillo: seis hombres y tres mujeres. Aún con todo, el fantasma de la despoblación continúa acechando a éste y otros tantos pueblos de la Comunidad que, pese a ello, tratan de evitar su extinción. 

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