El colegio Fuenteminaya pide a Educación que eleve las vallas por los ataques vandálicos

Pedradas en ventanas, en el invernadero… Tras soportar durante meses actos vandálicos, el colegio Fuenteminaya de Aranda de Duero ha pedido ayuda a la Consejería de Educación, para que eleve el perímetro de la valla. “Hay muchísimo vandalismo, hemos dado parte a la Policía de todo, pero no paran”, lamenta Esther, la directora, quien no descarta pedir permiso para la instalación de cámaras de seguridad.

Esta mejora se sumaría a otras realizadas recientemente por la administración regional en el centro, como el arreglo del suelo, que estaba lleno de baches, la ampliación de la puerta de acceso y la progresiva sustitución de ventanas.

Problemas con el mantenimiento

Mucho más lento va el mantenimiento del colegio, algo que depende exclusivamente del Ayuntamiento de Aranda de Duero. Las asignaturas pendientes crecen cada año. Gracias a la asociación de padres y madres (Ampa), el colegio Fuenteminaya ha decorado con unos paneles decorativos la parte inferior de la fachada, pero la zona de arriba, lamenta un padre, “está para llorar”. “Necesita un pintado urgente”.

No es el único problema. En una de las aulas y en el cuarto de caldera, las goteras salen de forma reiterada cuando llueve. “Hay una especialmente grande”, detalla la directora.

Falta de personal en la brigada de Aguas

Lo cierto es que la solución no es fácil. La falta de personal de la brigada de Aguas del Ayuntamiento no solo está afectando a la lectura de los contadores en las casas (donde al no llegar a tiempo el técnico encargado, el Consistorio está cobrando el mínimo a muchos hogares); en los colegios supone meses de espera.

4 fontaneros para todo

Desde el departamento de Aguas explican que no dan abasto. Aunque una de las operarias, que estaba de baja, ya se ha incorporado y se está agilizando poco a poco la lectura de los contadores de las viviendas, el volumen de trabajo es tal que no llegan a todo. “Tenemos 4 fontaneros para todo: calles, colegios… es imposible”, lamentan al recodar que antiguamente los cambios de grifos y esas pequeñas reparaciones las hacían los propios conserjes de los centros educativos.

Con la situación actual, la única solución pasa por subcontratar estos trabajos, porque el Fuenteminaya no es el único.

En el colegio Fernán González, por ejemplo, llevan un año y medio con varios baños inutilizados, incluido uno de los baños de los profesores. En uno de los niños, está precintado porque si no cierras la llave de paso, el agua se sale. Lo mismo ocurre en un lavabo de 6º de Primaria, uno de 5º y uno de Infantil. “Es un poco tercermundista”, lamenta Sonia, la jefa de estudios, sin olvidar otras cuestiones que se han deteriorado por falta de mantenimiento, como el saliente de uno los porches, que al sufrir un problema de humedades, se ha caído parte del cemento y han tenido que cercar la zona; las persianas que en varias clases están bajadas permanentemente porque no se pueden subir; la puerta de entrada de profesores, que está tan oxidada que no se puede cerrar o la valla perimetral del colegio, con zonas y salientes oxidados. “En verano se supone que la Junta nos va a arreglar lo de la valla, porque es un peligro”.

En el colegio público Castilla, más de lo mismo. “Sobre todo tenemos problemas de fontanería y electricidad, con atascos, grifos en mal estado, tazas inutilizadas y cisternas que no funcionan”, explican desde la dirección.

Mención especial merece la resbaladiza rampa de la entrada. “Nos lo han prometido pero todavía no se ha hecho”.

En el Colegio Santa María prefieren no enumerar los arreglos pendientes, pero en Santa Catalina insisten en la necesidad de recuperar un mantenimiento que el Ayuntamiento dejó hacer hace dos años. “Al final son edificios de 40 años en los que siempre hace falta algo”, explica el director con la mirada puesta en baños rotos, el pintado de los patios, las luces de emergencia o el contrato de extintores que lleva sin renovar desde 2021.

El colegio Santa Catalina confía en recibir la subvención europea para un arreglo integral, como se hizo con el colegio público Simón de Colonia, hace dos años y, luego, con el Santa María. “Tenemos muchos problemas de goteras, grietas y canalones”, advierte el director de Santa Catalina, con preocupación porque hay un trozo de cornisa que amenaza con desprenderse.

En el Simón de Colonia, aunque la obra de hace dos años resolvió gran parte de sus problemas y quedó “bastante saneado” y “sin frío”, todavía hay cuestiones del día a día por resolver, sobre todo en fontanería, con lavabos, grifos y atascos. “Tuvimos una gotera en el tejado pero el Ayuntamiento externalizó el trabajo”, explica Manuel, el director, consciente de que con tan como personal no es fácil. “Somos muchos centros: los colegios, centros cívicos, edificios municipales, polideportivos… Entiendo que no lleguen a todo y que se planteen la opción de externalizar el mantenimiento”, termina Manuel.