El Correo de Burgos

Recorre los pueblos burgaleses con pasado industrial: una aventura entre montañas por la ruta del ferrocarril minero

La frontera Este de la provincia de Burgos está plagada de vestigios de su antigua actividad minera. Además de un paisaje de sobrecogedora belleza el norte de la sierra de la Demanda tiene un pasado industrial digno de descubrir

Vecinos de Pradoluengo preparados para celebrar la Feria Indiana.

Vecinos de Pradoluengo preparados para celebrar la Feria Indiana.

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DAVINIA ANDRÉS / BURGOS
Burgos

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A finales del siglo XIX se comenzó la construcción de una de las grandes infraestructuras destinada a ser el motor del progreso de la provincia de Burgos. O más bien esa era la idea que, por suerte o por desgracia, nunca se materializó del todo. Se trata del ferrocarril minero que uniría las localidades de Villafría con Monterrubio de la Demanda. 65 kilómetros de vías destinadas a conectar las minas de carbón y hierro de la Sierra de la Demanda con las grandes industrias siderúrgicas vascas.

Durante cinco años la empresa “The Sierra Company Limited” creada por el empresario británico, Mr. Richard Preece Williams, construyó esta vía de comunicación que comenzó su servicio en 1901 y que a los pocos años dejó de ser rentable por la baja calidad del mineral extraído en las minas de la Demanda y las dificultades para su transporte a pesar de algún intento de volver a terminó abandonando. A ella, aunque de manera fortuita, hay que agradecer el descubrimiento de lo que hoy son los Yacimientos de Atapuerca, ya que el trazado del ferrocarril cortó la Sierra de Atapuerca dejando a la luz los restos de los primeros homínidos europeos.

La locomotora que circuló por la Trinchera del Ferrocarril. GEE

La locomotora que circuló por la Trinchera del Ferrocarril. GEE

Más de un siglo después desde su puesta en marcha, se comenzaron las labores para recuperar este trazado y convertirlo en una de las rutas más populares de la provincia de Burgos. Los colores del otoño y el esplendor de la primavera hacen que estas épocas del año sean perfectas para recorrerla y ya sea a pie o en bicicleta, disfrutar de uno de los paisajes más impresionantes que ofrece la provincia Burgos.

En el punto medio del trazado se encuentra Pineda de la Sierra, una de las localidades que tuvo una gran actividad minera y que, por lo tanto, era parada obligatoria en la ruta ferroviaria. Situada a los pies de los picos San Millán, el más alto de la provincia de Burgos con 2.131 metros, y Mencilla (1932 metros) esta pequeña villa de apenas un centenar de habitantes es ideal para apagar el teléfono, cosa que no es muy difícil ya que apenas hay cobertura móvil, y reencontrarse con la naturaleza en su máxima expresión.

Pineda de la Sierra es el punto de encuentro para muchos amantes del senderismo y las rutas de montaña por la gran cantidad de caminos y senderos que recorren sus bosques y riachuelos, algo espectacular cuando los tonos verdes dan paso a los rojizos y las hojas de las hayas caen en un espectacular manto dorado y naranja. Uno de los enclaves que todo buen burgalés visita cuando caen las primeras nieves del invierno y desde la capital se ve una fina capa blanca en las cumbres altas de la sierra del Mencilla es la antigua estación de esquí del Valle del Sol que se sitúa a apenas 4 kilómetros del núcleo urbano. El albergue que allí se encuentra es una de las excursiones de referencia para que los escolares burgaleses se acerquen y conozcan la riqueza faunística y botánica que les rodea, además de ser un buen lugar donde tomar algo caliente en las agotadoras jornadas de nieve y trineo.

Pineda de la Sierra.

Pineda de la Sierra.

A parte de la belleza del paisaje que le rodea, esta localidad tiene una de las joyas del románico burgalés, la iglesia de San Esteban Protomártir. Esta pequeña iglesia parroquial, que en su origen estaba dedicada a Santa Juliana, está protegida como Bien de Interés Cultural desde 1983 y destaca en ella las diferentes decoraciones de los capiteles de su portada y, sobre todo, su galería porticada, santo y seña del templo y uno de los más bellos ejemplos de la corriente arquitectónica que se ha venido a denominar “la escuela de la sierra”.

Pasear por las calles de este bucólico pueblecito es una delicia ya que han sabido mantener la esencia de la tradicional arquitectura pinariega con casonas blasonadas que dan a entender al visitante la importancia que tuvo antaño su economía basada en la ganadería y la industria maderera.

A partir de este punto se pueden seguir varias alternativas de ruta: Seguir el recorrido de la vía verde hasta llegar a Monterrubio de la Demanda; tomar la carretera que lleva a la capital burgalesa y que bordea los pantanos del Arlanzón y Úzquiza; o tomar el camino que lleva hasta La Rioja. Aunque todas estas opciones son muy buenas por sí mismas, tal vez hay dos de ellas que pueden saciar las ganas de explorar del viajero.

Si la opción es desandar el camino que procede de Burgos capital, además de los citados pantanos que abastecen la ciudad, el visitante se encontrará en el camino dos pequeñas villas que son dignas de parada y visita.

Villasur de Herreros y Urrez

Paisajes de otoño en Urrez.

Paisajes de otoño en Urrez.

Por un lado, Villasur de Herreros, que con su cuidada y preservada arquitectura invita a recorrer sus calles con casas de piedra arenisca, típicas de la zona, mezcladas con las tradicionales casas entramadas de madera y adobe y que dan lugar a plazoletas que sirven de centro de reunión y juego para mayores y pequeños; así como los vestigios de su antigua muralla medieval a orillas del río Arlanzón o el potro y la fragua municipal donde trabajaban los herreros que dieron el sobrenombre a la villa. Es digno de admirar el esmero y el cariño que ponen los vecinos para preservar la belleza de este enclave y hacer sentir al visitante uno más de su comunidad. 

En honor a su tradición minera, que supuso un gran desarrollo para la comarca, y como pequeño homenaje y recuerdo a todos aquellos trabajadores de la localidad que incluso dejaron su vida en estos yacimientos, Villasur de Herreros acoge el Museo de Interpretación del Tren Minero de la Sierra de la Demanda.

Perteneciente al municipio de Villasur de Herreros y a tan sólo 6 kilómetros de distancia se encuentra la pequeña aldea de Urrez. Para llegar a ella hay que tomar la BU-820 que lleva al pueblo de Arlanzón y pronto se encuentra un desvío bien señalizado que lleva a este núcleo urbano. Ya la carretera que lleva aUrrezes digna de disfrutar, con tramos en los que los árboles de una margen y otra se unen formando una gran bóveda arbórea que desemboca en esta localidad que sirve como final de camino.

De origen medieval, Urrez es célebre por su hayedo y por tener una de las mejores vistas de la Sierra de la Demanda. Las opciones de visita desde este punto son numerosas y para todos los gustos. De allí parten multitud de rutas que recorren los montes que rodean la localidad, también se puede tomar el tramo de vía verde que pasa por allí o perderse en sus calles para encontrar algunos de los elementos típicos de la vida rural de antaño como es el potro, la fragua, un lavadero o la bolera donde todavía se juega al típico bolo burgalés, convirtiéndose así en un núcleo turístico y cultural de la zona.

Volviendo a la localidad de Pineda de la Sierra y tomando la alternativa que lleva al extremo más oriental de la provincia y de la comunidad, el camino lleva a descubrir Santa Cruz del Valle Urbión y uno de los recorridos más bonitos de la provincia burgalesa, la Ruta de las Cascadas. Para poder disfrutar de ella hay que atravesar el pueblo y llegar al Refugio y Área Recreativa de Zarcia y desde allí comenzar el camino a pie que llevará a recorrer unos nueve kilómetros de pequeños riachuelos, cascadas y saltos de agua con el pico San Millán como testigo.

Pradoluengo

A poco más de cuatro kilómetros se encuentra Pradoluengo, muy conocida por su industria textil, concretamente de fabricación de calcetines, y por su intensa vida cultural en la que la música tiene un puesto más que destacado, ya que su Banda Municipal de Música es una de las más antiguas agrupaciones de estas características de la provincia de Burgos.

Esa tradición industrial es más que patente en una de las rutas más conocidas que parten de la villa pradoluenguina y que recorre los batanes de la localidad, esas infraestructuras que se utilizaban para transformar los tejidos y que se servían de la fuerza del caudal del Oropesa para generar la energía necesaria para ponerlos en marcha. Si se sigue este camino, se llega también a uno de los entornos naturales más transitados por senderistas que es el nacedero de este río que para lo cual es necesario atravesar un bosque de hayas digno de disfrutar en otoño.

Instantánea en blanco y negro de una antigua hilatura de Pradoluengo.

Instantánea en blanco y negro de una antigua hilatura de Pradoluengo.

En la parada en Pradoluengo no puede faltar un paseo por sus calles que muestran al visitante la tradición industrial de la localidad, así como el esplendor que tuvo a mediados del siglo XIX cuando llegó a tener cerca de 3.000 habitantes. Esa prosperidad se ve en las antiguas casas de los industriales e indianos que hicieron fortuna en las américas y que construyeron estos edificios tan reconocibles por su mezcla de estilos arquitectónicos y que en Pradoluengo se concentran en la llamada “Acera de los ricos”. Esta cultura indiana tiene tanta importancia en la localidad pradoluenguina que forma parte de la Red de Municipios Indianos del Cantábrico – Indianos del Norte, una asociación de entidades locales principalmente de Asturias y Cantabria que busca poner en valor la historia y cultura de los indianos y promover la conservación y difusión de su legado patrimonial.

Tampoco hay que dejar de visitar el centro neurálgico de la villa con su Ayuntamiento y la parroquia de La Asunción y, por supuesto, hacer un recorrido por su amplia oferta gastronómica entre la que destaca el restaurante La Trapera del chef Javier Andrade, que con su receta de fideos Udon ha sido finalista de los Asian Culinary Award 2022.

Belorado.

Belorado.

No muy lejos de Pradoluengo y ya de camino a la vecina localidad de Belorado se encuentra otro de los vestigios mineros más interesantes de la provincia de Burgos, que son las Minas de Manganeso de Puras de Villafranca y que permite visitar la infraestructura minera más antigua de este mineral en España.

Hoy el viajero puede ponerse en la piel de los mineros que trabajaron en este complejo desde el siglo XIX y hasta bien entrado el XX y visitar no sólo la mina real, sino también los edificios anexos que servían para dar servicio a la propia mina. En el Centro de Recepción además se pueden ver las herramientas que utilizaban que permite hacerse a la idea de cómo era el día a día en este lugar, así como los diferentes usos y la importancia industrial que tenía este mineral.

 

 

 

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